Al recibir en el Vaticano a los oblatos de San José, Francisco los instó a ayudar a los jóvenes a darse cuenta de la gran necesidad de Dios en sus vidas.
Al recibir a una delegación del Líbano, cuatro años después de la explosión en el Puerto de Beirut, el pontífice condenó la muerte de personas inocentes y pidió el fin de las guerras.
Reconoció que no es fácil seguir al Señor, pero afirmó que cuanto más uno se acerca a Él, más se adhiere a su Evangelio, ya que sólo Él posee las "palabras de vida eterna", como subraya san Pedro.
Tras el Ángelus dominical, expresó su inquietud por la decisión de Ucrania de prohibir la Iglesia ortodoxa rusa. "Que ninguna Iglesia cristiana sea abolida directa o indirectamente", exhortó.