"No podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión", afirmó ante líderes de otras confesiones religiosas en la llanura de Ur y desde allí elevó una oración por "la vecina martirizada Siria".
Francisco se trasladó a la ciudad de Najaf, al sur de Bagdad, para encontrar al Gran Ayatollah Al-Sistani, la principal autoridad religiosa chiíta en Irak. Alentó a la amistad entre las religiones.
"Los cristianos son una minoría viviente en Irak", afirmó el Papa en su encuentro con los obispos, religiosos, seminaristas y catequistas iraquíes.
"No más violencia, extremismos, facciones, intolerancias", clamó ante las autoridades y la sociedad civil. También pidió el reconocimiento de los derechos de todas las comunidades religiosas.