Fue una de las glorias del clero español del siglo XIX, y uno de los prelados más eficaces en el apostolado. Nacido en Sallent (Cataluña) el año 1807, desarrolló su apostolado en las Islas Canarias y en Cuba, donde fue obispo de Santiago. Fundó la Congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, conocidos como los Padres Claretianos o Cordimarianos, que recorren el mundo misionando y predicando. Tomó parte en el Concilio Vaticano I, donde defendió el dogma de la infalibilidad del Sumo Pontífice, causando su discurso gran impacto en la asamblea. Murió en Fotfroide, Francia, el 24 de octubre de 1870. Fue canonizado en 1950 por Pío XII.