Nagasaki: la campana de la catedral volverá a repicar invocando la paz
- 5 de agosto, 2025
- Nagasaki (Japón) (AICA)
Destruida por la bomba atómica, fue reconstruida con donaciones de estadounidenses y volverá a sonar a la misma hora en la que el 9 de agosto de 1945 explotó la bomba atómica en el cielo de Nagasaki.

Ochenta años después que la bomba atómica explotara en el cielo de Nagasaki, Japón, la campana de la catedral volverá a repicar invocando la paz.
En esa terrible estela de destrucción que provocó la explosión de la bomba, provocando la muerte de miles de personas en segundos y arrasando edificios -como resultado de una energía tan devastadora que hasta hoy sus sombras permanecen grabadas en las paredes o el asfalto-, una de las dos campanas de la antigua catedral de Urakami también quedó pulverizada. Cuando se reconstruyó la iglesia, se dejó sin campana una de las torres como signo de aquella pérdida. Hasta hoy.
En los últimos meses, varios católicos estadounidenses recaudaron fondos para reconstruir esa campana y la donaron a la catedral. Monseñor Peter Michiaki Nakamura, arzobispo de Nagasaki, explicó a la Agencia Fides que "esta nueva campana se instaló recientemente en el campanario vacío y sonará por primera vez a la misma hora -11.04- en la que el 9 de agosto de 1945 explotó la bomba atómica en el cielo de Nagasaki".
Para el arzobispo, su sonido "será un recordatorio de las víctimas y un llamamiento a la paz". "El hecho de que la campana destruida por una bomba atómica fabricada y lanzada por Estados Unidos haya sido reconstruida y donada por ciudadanos estadounidenses, y acogida por la iglesia de Urakami, representa un signo concreto de perdón, reconciliación y esperanza", apunta. En otras palabras, para el pastor de la comunidad de Nagasaki, esto "da testimonio de la posibilidad de caminar juntos hacia la realización de la paz en el mundo".
Un año de esperanza
"Espero que, cada vez que suene esa campana, la gente recuerde estos acontecimientos y pueda comprometerse, con esperanza, a construir la paz. Este año, de hecho, es el año de la esperanza. Y no solo por el Jubileo. "2025 marca el 80º aniversario del fin de la guerra y del ataque atómico, y es una oportunidad para reflexionar una vez más sobre la importancia de prevenir el estallido de guerras, de rezar por el fin de los conflictos que actualmente se desarrollan en todo el planeta y de promover, no solo la abolición del uso de armas nucleares, sino también su producción y posesión".
"Mucha gente piensa que la guerra está mal -añade el arzobispo- "pero al mismo tiempo, si Japón fuera atacado por una potencia extranjera, muchos creerían que responder con la guerra es inevitable. Por esta razón, es crucial comenzar ahora a construir lazos de cooperación y entendimiento mutuo, para que la guerra nunca tenga la menor posibilidad de estallar".
Con esto en mente, la arquidiócesis de Nagasaki, junto con la diócesis de Hiroshima, inició una colaboración con las diócesis de Seattle y Santa Fe en Estados Unidos con el objetivo común de un mundo libre de armas nucleares. "Creo que es muy importante fomentar este tipo de relación y conexión con los demás", comenta Nakamura.
"Luchar" por la paz
La Conferencia Episcopal Japonesa publicó recientemente un documento sobre la paz para conmemorar el octavo aniversario de la bomba atómica. El documento planteaba una pregunta: "El horror y la maldad de la guerra son evidentes para muchos, pero debemos aprender de la experiencia de hace 80 años y recordar que las ideas y los valores transmitidos en la vida cotidiana cambiaron la opinión pública y propiciaron conflictos. ¿Está Japón hoy verdaderamente en el camino hacia la paz?".
La pregunta planteada por los obispos japoneses en el documento se deriva del reciente despliegue de sistemas de misiles en Okinawa y las islas Nansei con fines defensivos. "Incluso en la región de Kyushu, se están reforzando bases militares con fines defensivos", especifica el arzobispo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, recuerda monseñor Nakamura, "Japón también cometió actos crueles y despreciables contra otros países. Sin embargo, en aquel momento, ante esos horrores, la Iglesia católica japonesa no pudo expresar una oposición firme ni protestar. Una razón probablemente es que, durante la guerra, a los cristianos se les llamaba 'yaso' (un término despectivo para los cristianos) y se les discriminaba por ser considerados 'no patriotas'. Cualquiera que se opusiera al conflicto, incluso los no cristianos, era etiquetado así. A pesar de ello, creo que, incluso a riesgo de persecución, carecían del valor y la fuerza para clamar por la paz".
"Hoy, sin embargo, la Conferencia Episcopal puede y debe difundir mensajes de paz. Y, por supuesto, rezar por la paz. Tras la visita de dos Papas a Japón, el pueblo japonés ha percibido con mayor hondura el importante papel de la Iglesia en la promoción de la paz. Sostenida por el mensaje y el compromiso del Sucesor de Pedro, la Iglesia en Japón -nación golpeada por bombas atómicas-, confía en cumplir cada vez mejor con su deber como mensajera de paz", concluyó.+