Viernes 26 de abril de 2024

Viacrucis en el Coliseo: un grito de paz en un mundo guerra

  • 7 de abril, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Las meditaciones de las catorce estaciones reflejaron los padecimientos de personas en situaciones de migración, guerra u otros conflictos. El Papa siguió la procesión desde el Vaticano.
Doná a AICA.org

Más de veinte mil personas participaron, este Viernes Santo, del tradicional viacrucis en el Coliseo romano, al que el papa Francisco no acudió a raíz de las bajas temperaturas, durante el cul se escucharon testimonios de varios países centrados en las "voces de paz en un mundo en guerra", las que reflejaron los padecimientos de personas en situaciones de migración, guerra o conflictos.

El cardenal vicario Angelo De Donatis dirigió las meditaciones de las catorce estaciones de la vía dolorosa de Jesús y fue quien pronunció, con voz emocionada, la larga oración final, salpicada de "14 gracias a Dios".

Comparten fragmentos de sus historias viudas y refugiados, huérfanos y supervivientes, emigrantes torturados en Libia y sacerdotes perseguidos durante la guerra de los Balcanes. Niños de países agredidos y de países agresores, que lloran la pérdida de sus seres queridos, o chicos jóvenes como Joseph y Johnson de 16 y 14 años -los únicos de los que se dan nombres- a los que solo les gustaría jugar y estudiar, pero que se ven obligados a vivir en los bloques de los campos de desplazados. También hay madres, padres, jóvenes, ancianos, monjas, sacerdotes, misioneros. Todos unidos por el dolor, por el trauma de haber visto morir a familiares o hermanas, por las heridas causadas por minas y cuchillos o por el odio. Eso que, se recita en la quinta estación: "una vez vivido, no se olvida...".

"Voces de paz" se definen, sin embargo, siguiendo el tema elegido por el Papa, porque en sus testimonios, recogidos por el propio Francisco durante los cuarenta viajes apostólicos y en otros momentos de su pontificado, no solo está la denuncia del horror sufrido en Oriente Medio, en África, en el sur de Asia o en Ucrania, sino también la invocación a la esperanza, al diálogo, a la conversión, al perdón. Sobre todo, el perdón. "Todo pasará", se recita en algunas meditaciones.

Las víctimas de la guerra cargan con la cruz
No son ellos, los autores de los textos, los "crucificados" en el Coliseo: la cruz de madera la llevan otras personas, también víctimas de la violencia de las guerras, que representan a aquellos con los que el Papa se ha reunido. Un signo de lo dramáticamente global que es la difusión de estas tragedias en el mundo.

Algunos, como los jóvenes de Centroamérica, llevan ropas tradicionales; el joven que lleva la cruz en la décima estación, la que lleva el testimonio de un chico de Mariupol y un chico ruso, se anuda al cuello un pañuelo con los colores de la bandera ucraniana. Las banderas, escasas en número, se ven ondear entre la multitud, desde donde no se oye ni un sonido, salvo algunas toses y el llanto de un bebé.

Otra niña de pocos meses, con un gran lazo rosa en la cabeza, es la crucificada más joven, en brazos de su mamá y su papá, que encabezan la procesión en la undécima estación.

Un hombre grita "¡iva el Papa! Francisco!", seguido de aplausos, y rompe así la atmósfera de recogimiento silencioso al final del viacrucis, después de que el cardenal De Donatis haya entonado las últimas palabras de la oración final: "Gracias, Señor Jesús, por la luz que has encendido en nuestras noches y que, reconciliando toda división, nos ha hecho a todos hermanos, hijos del mismo Padre que está en los cielos. Todos hermanos, todos hermanos, juntos soportando pero sin sucumbir bajo el peso del mayor símbolo del sufrimiento humano, la cruz.

Una "decisión" por la paz en Tierra Santa
El camino de la cruz serpentea desde Tierra Santa, donde "la violencia parece ser nuestro único lenguaje". En este contexto "lleno de odio y rencor", la llamada es a tomar una "decisión" de paz. A continuación se pronuncia la siguiente oración: "Cuando condenamos a nuestros hermanos sin apelación" y "cuando cerramos los ojos ante la injusticia: ¡Ilumínanos, Señor Jesús!".

El viacrucis de un emigrante de África Occidental
El testimonio de un emigrante de África Occidental es conmovedor al relatar su "viacrucis" marcado por el encarcelamiento y la tortura en Libia y las travesías marítimas, como la realizada en una lancha neumática con 100 personas: "Cada noche le preguntaba a Dios por qué: ¿por qué hombres como nosotros nos consideran enemigos? "Líbranos, Señor Jesús", es la oración, de "juicios precipitados", de "charlas destructivas".

Las "caídas" de los jóvenes de Centroamérica
La meditación de la tercera estación, aquella en la que Jesús cae por primera vez, es de jóvenes de Centroamérica. Estos jóvenes también hablan de caídas: "pereza", "miedo", "desánimo" y "promesas vacías de una vida fácil pero sucia de codicia y corrupción". "Demasiadas familias", escriben, "siguen llorando la pérdida de sus hijos". Y, rezan, de nuestra "pereza", "tristeza", "abatimiento" y también de "pensar que ayudar a los demás no es cosa nuestra" "¡Levántanos, Señor Jesús!".

En Sudamérica una madre que ayuda a prevenir accidentes en las minas
De nuevo desde América, esta vez del Sur, la voz de una madre víctima de un bombardeo guerrillero en 2012. Lo que la aterrorizó fue ver a su hija de 7 meses con trozos de vidrio clavados en su carita. "¡Lo que debió ser para María ver el rostro de Jesús hinchado y ensangrentado!". "En el rostro desfigurado de los que sufren: ¡Concédenos reconocerte, Señor Jesús!" es la invocación.

Víctimas del odio en África, Asia Meridional y Oriente Próximo
Tres emigrantes de África, Asia Meridional y Oriente Próximo entrelazan sus historias: son diferentes, pero están unidas por haber sido víctimas del odio. "Lo una vez vivido, no se olvida...". De ahí la petición de perdón a Dios, porque "te hemos despreciado en los desgraciados" y "te hemos ignorado en los necesitados".

El sacerdote torturado durante la guerra de los Balcanes
Un sacerdote da voz a la península balcánica: párroco en plena guerra, fue deportado a un campo sin comida ni agua: "Me amenazaron con arrancarme las uñas, con desollarme vivo". Una vez suplicó a un guardia que lo matara, pero una mujer musulmana le llevó comida y ayuda: 'Ella fue para mí como la Verónica para Jesús'.  Danos tu mirada, Señor Jesús", es la súplica, "para cuidar a los que sufren violencia" y "acoger a los que se arrepienten del mal".

La esperanza de dos adolescentes norafricanos
Dos adolescentes del norte de África, Joseph (16) y Johnson (14), que viven en campos de desplazados, dicen que quieren estudiar y jugar, pero no tienen ni espacio ni oportunidad: "La paz es buena, la guerra es mala. Me gustaría decírselo a los líderes del mundo". "En la lucha por construir puentes de fraternidad - es su oración - ¡Haznos fuertes, Señor Jesús!".

Los pueblos del Sudeste Asiático aman la paz
Los fieles del Sudeste Asiático también hablan al mundo: "Somos un pueblo que ama la paz, pero estamos aplastados por la cruz del conflicto...". Las mujeres dan fuerza, como la monja que "se arrodilló ante el poder desplegado de las armas". "Del comercio de armas sin escrúpulos: ¡Conviértenos, Señor Jesús!", rezan.

La monja que enseña valores a los niños de África Central
Es una monja la voz de África Central, que relata la terrible mañana del 5 de diciembre de 2013, cuando los rebeldes asaltaron su aldea: "Mi hermana desapareció y nunca volvió. Ella gritaba: "¿Por qué?". Pero de Dios sacó la fuerza para amar: "Todo pasa menos Dios". "Restáuranos", pide a Dios, del miedo a ser "incomprendida" y "olvidada".

El testimonio de un joven ucraniano y otro ruso
En la décima estación, las meditaciones corren a cargo de un joven ucraniano y un joven ruso. El primero relata su huida de Mariupol a Italia, con su padre varado en la frontera, y su regreso a Ucrania. "Hay guerra en todos los bandos, la ciudad está destruida". El segundo recuerda a su hermano mayor muerto y a su padre y abuelo desaparecidos: "Todos nos decían que teníamos que estar orgullosos, pero en casa sólo había sufrimiento y tristeza". Piden al Señor la purificación del "resentimiento", del "rencor", de las "palabras y reacciones violentas".

El "calvario" de un joven de Oriente Próximo
El sufrimiento también lo comparte un joven de Medio Oriente, donde desde 2012 se vive una guerra "cada día más horrenda". Huyó con sus padres: "Otro calvario...". "Sánanos, Señor Jesús" de la "cerrazón", el "aislamiento", la "desconfianza y la sospecha".

La madre de Asia Occidental que perdió a su hijo pero no la esperanza
Palabras de esperanza de una mujer de Asia Occidental que vio morir a su hijo pequeño bajo una granada de mortero, junto a su primo y vecino: "La fe me ayuda a esperar, porque me recuerda que los muertos están en los brazos de Jesús". Pide a Cristo: "Enséñanos a perdonar, como tú nos has perdonado".

El recuerdo de su hermana, asesinada en África Oriental
Una monja de África Oriental revive la muerte de su hermana a manos de terroristas, el día en que su país celebraba el Acuerdo de Independencia. "El día de la victoria se convirtió en derrota". Es Cristo sin embargo, asegura, "nuestra verdadera victoria". "Tú que muriendo, destruiste la muerte: ¡ten piedad de nosotros, Señor Jesús!".

Las niñas sudafricanas que perdonan a los rebeldes
Por último, las historias de las niñas del Sur de África, secuestradas y maltratadas por los rebeldes: "Despojadas de ropa y dignidad, nos hacían vivir desnudas para no poder escapar". Después de haber huido, ahora escriben: 'En el nombre de Jesús, les perdonamos por todo lo que nos han hecho'. "Guárdanos, Señor Jesús, en el perdón que renueva el corazón".

Catorce "gracias"
El viacrucis concluye con una oración de "14 gracias" al Señor: "Gracias por la luz que has encendido en nuestras noches y con la que, reconciliando toda división, nos has hecho a todos hermanos".+