Miércoles 30 de octubre de 2024

Santa María Madre de Dios y la Jornada de la Paz

  • 20 de enero, 2014
  • Rosario (Santa Fe) (AICA)
"Al terminar el año 2013 y comenzar el año 2014, la fiesta de Santa María Madre de Dios nos hace volver nuestra mirada a la Virgen María, con el título más grande que Ella tiene, valorando una vez más el don de su amor, y también a su Hijo por quien nos viene la salvación", dijo el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, en la homilía de la misa que celebró en la catedral rosarina al comienzo del nuevo año.
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"Al terminar el año 2013 y comenzar el año 2014, la fiesta de Santa María Madre de Dios nos hace volver nuestra mirada a la Virgen María, con el título más grande que Ella tiene, valorando una vez más el don de su amor, y también a su Hijo por quien nos viene la salvación", dijo el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, en la homilía de la misa que celebró en la catedral rosarina al comienzo del nuevo año.

"Cada fin de año y comienzo de un año nuevo -continuó-, Dios nos invita a encontrarnos con Él, a agradecer su presencia en medio nuestro a lo largo del tiempo transcurrido, haciendo presente el año que vivimos, con la confianza de vivir en Jesucristo el año que vendrá", porque "cada momento de la vida nos lleva a Dios, en cada minuto de la existencia Él está presente, porque es quien día tras día es la única fuente del tiempo; y también de la eternidad".

Tras otros conceptos sobre la maternidad dívina de María, el prelado recordó que la Iglesia también celebra en el primer día del año la Jornada mundial de la paz, que en esta oportunidad tiene como lema y tema, incluido en su mensaje por el papa Francisco: "La fraternidad es el fundamento y el camino de la paz".

"La fraternidad -señaló el arzobispo rosarino glosando al Papa- está enraizada en la paternidad de Dios. No se trata de una paternidad concebida en forma genérica, sino de un amor personal, concreto de Dios que ama a cada ser humano" porque "la paternidad de Dios, es la que da origen a nuestra fraternidad", ya que "el amor de Dios, cuando es recibido por nosotros, se convierte en el agente más asombroso que transforma toda la existencia y las relaciones humanas, para abrir nuestros corazones a la solidaridad y a la reciprocidad".

"Pensemos -dijo el arzobispo más adelante-, que la paz es obra de la solidaridad. La solidaridad cristiana significa que el prójimo debe ser amado, no sólo como un ser humano, sino como la imagen viva de Dios Padre. Esta es la solidaridad que queremos aprender a vivir, manifestando nuestra condición de hermanos e hijos de un mismo Padre".

"Asimismo -agregó-, la paz debe realizarse en la verdad, debe construirse sobre la justicia, y debe estar animada por el amor".

"Tenemos que aprender mucho a lo largo del año -dijo finalmente-, para que este amor sea una correspondencia verdadera. Para ello necesitamos siempre la conversión. Vivamos esta Jornada de la Paz ofreciendo testimonios e iniciativas de paz, para que nuestros corazones estén serenos en Cristo, y reine el bien y la paz en la familia, en nuestro barrio y en la sociedad.+

Texto completo de la homilía