Jueves 28 de marzo de 2024

Ordenaciones diaconales y celebración del Día del Diácono en Rosario

  • 13 de agosto, 2012
  • Rosario (Santa Fe) (AICA)
El viernes 10 de agosto, día del diácono, en el santuario de San Cayetano de Rosario se celebró la ordenación de cuatro diáconos de seminario local: Gonzalo Martín Cabral, Juan Augusto Montedoro, Alejandro Damián Mussarella, y Claudio Eduardo Spesso. La celebración fue presidida por monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario y concelebrada por los formadores del Seminario y un gran número de sacerdotes. En la homilía, el prelado dijo a los nuevos diáconos "que toda esta tarea que emprenderán, los mueva a evangelizar y a servir con entusiasmo. Porque estamos llamados a evangelizar, queremos que muchos encuentren a Cristo por la fe y alcancen la salvación".
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El viernes 10 de agosto, día del diácono, en el santuario de San Cayetano de Rosario se celebró la ordenación de cuatro diáconos de seminario local: Gonzalo Martín Cabral, Juan Augusto Montedoro, Alejandro Damián Mussarella, y Claudio Eduardo Spesso.

La celebración fue presidida por monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo de Rosario y concelebrada por los formadores del Seminario y un gran número de sacerdotes. Los familiares y fieles de las parroquias de los nuevos diáconos colmaron el templo.

"En la fiesta de San Lorenzo, celebramos con alegría las ordenaciones diaconales en nuestra arquidiócesis. Nos alegramos, de que estos jóvenes acólitos: Alejandro, Claudio, Gonzalo y Juan estén dispuestos a recibir libremente este Sacramento", afirmó el prelado al comienzo de su homilía.

"La vocación del diácono es dar y servir; por eso el que ama su vida con egoísmo, desmerece este llamado; en cambio, el que la entrega con generosidad, la gana para la vida eterna", aseguró y añadió que "quien experimenta personalmente el llamado del Señor al diaconado, debe ofrecerse libremente a Cristo, cambiar su vida, a fin de que se transforme para Dios".

Monseñor Mollaghan le dijo a los nuevos diáconos "que toda esta tarea que emprenderán, los mueva a evangelizar y a servir con entusiasmo; ya sea en la predicación; en los sacramentos; en el trabajo de ayuda a los necesitados, particularmente a través de Cáritas; en las visitas a los enfermos y a los ancianos; y animando a los jóvenes en las obras que van realizar. Porque estamos llamados a evangelizar, queremos que muchos encuentren a Cristo por la fe y alcancen la salvación".

El pastor rosarino se manifestó sobre el celibato y les recordó a los nuevos diáconos: "El celibato se vive como un don recibido para hacer efectiva la vocación, y se asume en forma integral. La promesa que hacemos abarca toda nuestra persona, sin interpretaciones o relecturas posteriores; y toma todo nuestro ser, por amor al Reino de Dios, para ser un testimonio de lo absoluto de Dios".

"Si algunos han abandonado esta vocación, si ha habido un antitestimonio, sin embargo esto no resulta un argumento válido para generalizar -como a veces se hace ligeramente -, ya sea con estadísticas poco creíbles como con juicios globales equivocados; sin valorar el testimonio generoso de un inmenso número de diáconos, sacerdotes y pastores que viven esta vocación", recordó el arzobispo.

El prelado resaltó que "el celibato no nos quita nada, sino que nos alienta a vivir una vida de amor por el Reino, y una mayor libertad para amar como lo hizo Jesús, como lo hicieron también sus seguidores, que son testimonio de esa entrega".

Como conclusión, monseñor Mollaghan aseguró que "estamos llamados a crecer y dar fruto, aún sabiendo que el éxito humano no es lo mismo que el servicio. El servicio diaconal y sacerdotal nos invita a pasar por la experiencia diaria de Jesús". +

Texto completo de la homilía