Jueves 28 de marzo de 2024

Monseñor Carrara: "Dios no se cansa de perdonar, de dar una nueva oportunidad"

  • 21 de septiembre, 2019
  • Buenos Aires (AICA)
Fiesta patronal de la parroquia santuario Nuestra Señora de los Dolores, del barrio de Caballito
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El obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario episcopal para las villas de emergencia, monseñor Gustavo Carrara, encabezó una procesión de 200 personas que dio la vuelta al parque Centenario el domingo 15 en la fiesta patronal de la parroquia santuario Nuestra Señora de los Dolores, del barrio porteño de Caballito.



Luego, ante un mayor número de asistentes, presidió la misa en un estrado al aire libre levantado en la avenida Díaz Vélez. En la homilía glosó el Evangelio del hijo pródigo y de la oveja perdida, y señaló la alegría de Dios de encontrarse con nosotros. “Cada uno vale, por cada uno el Señor murió en la Cruz”, dijo, y expresó que “Dios no se cansa de perdonar, de dar una nueva oportunidad”.



Al tiempo que recordó que el Padre respeta nuestra libertad, invitó a que “no nos vayamos de este mundo sin haber experimentado la misericordia de Dios”.



“María, ayúdanos a cuidar la vida”



 



En la procesión llevaba un estandarte un grupo de la Asociación Navia de Sarna, de ayuda mutua, formada en 1919 en Buenos Aires por oriundos de ese pueblo de Galicia, con trajes típicos e instrumentos musicales propios.



“María, ayúdanos a cuidar la vida”, decían los asistentes, que rezaron padrenuestros y avemarías pasando cerca de los numerosos puestos de artesanías, libros y otros productos que atraen a muchos interesados los fines de semana en los bordes del Parque Centenario.



También cantaron “Virgen de los Dolores/no llores, no llores/semilla de esperanza/ de pecadores”.



Había gente de distintas edades y procedencias. Una mamá joven, junto a su marido y su madre, llevaba a una nenita de seis meses en un cochecito, Carolina. Ella y el marido –que luego tocaría la guitarra junto a un coro y un grupo instrumental en la misa- llevaban camperas con la sigla LVBP. Liga Venezolana de Béisbol Profesional, propia de su país de origen.



"Cuidemos de la vida de los que todavía no nacieron y de los recién nacidos. Cuidemos la vida como viene", decía una mujer por micrófono desde una camioneta.



Celebración de la misa

El obispo concelebró la misa con el superior de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, padre José Reynaldo Capuana; con el padre Carmelo Morra, de la misma congregación, y con el presbítero Rodolfo Arroyo, cura párroco de la vecina parroquia Buen Pastor.



En la homilía de la misa, el obispo se presentó con sencillez: “Yo soy el padre Gustavo, soy obispo auxiliar de Buenos Aires y trabajo especialmente en las villas de la ciudad de Buenos Aires”.



Agradeció la ayuda que los fieles de Caballito habían depositado bajo el estrado: unas quince cajas grandes con 151 pares de medias, 162 mudas de ropa interior, más alimentos, elementos de limpieza, ropa, etc. “Lo que ustedes han traído va al Hogar de Cristo, de la parroquia Cristo Obrero, de la villa 31”, explicó.



Mencionó la alegría de la santidad, citando la exhortación apostólica “Gaudete el exsultate”, del papa Francisco. Y destacó a la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de los Dolores, que, dijo, derrama sus lágrimas por nosotros y nos recuerda la misericordia de Jesús.



El obispo señaló que “el bautismo es la primera misericordia de Dios para con nosotros”. Y seguidamente bautizó a una pequeña niña, llamada Zoe.



En la procesión y en la misa había numerosos jóvenes y guías scouts, con sus uniformes y estandartes con leyendas tales como “Auténticas y cristianas”, “Alegres y valientes”, “Marcando nuestro camino”, “Panteras”, “Puelches”, etc.



En lengua de señas

Al concluir la misa, en el canto de poscomunión, que decía “Dios está aquí”, el público imitó los gestos de la lengua de señas que seis integrantes de una comunidad de sordomudos integrada a la parroquia hacían acompañando la música. También lo hizo el padre Mariano Zordán, párroco de Nuestra Señora de los Dolores, quien luego destacó cuando empezaba a oscurecer tras una espléndida tarde de sol: “A esta hora, según el pronóstico, tenía que estar lloviendo. La Virgen nos regaló este día”.



Más tarde hubo cantos e interpretaciones instrumentales en el estrado. Había también una carpa sanitaria de la Cruz Roja y varios puestos de venta de artesanías, comidas, etc. Entre ellos, algunos atendidos por venezolanos, fieles de la parroquia, con panches y comidas típicas de su país. María Alicia Levett, madre de dos hijos y abuela de dos nietos, que preparó el cuidado guion que se leía desde una camioneta durante la procesión, comentó: “Los venezolanos son muy preparados, participan activamente y están enriqueciendo la comunidad de Nuestra Señora de los Dolores”. (Jorge Rouillon)