Sábado 7 de septiembre de 2024

Mons. Ojea: 'Cada vez que comulgamos; nos transformamos en Él'

  • 2 de junio, 2024
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
"Que el Señor nos conceda valorar cuanto adoramos este Santísimo Sacramento para poder retomar las fuerzas para entregarnos totalmente a los demás como es nuestra vocación cristiana", pidió el obispo.
Doná a AICA.org

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, aseguró que la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Jesús invita a “valorar el testamento, la herencia de Jesús; es el último gesto de Jesús con sus discípulos, Él sabe que va a morir”.

“Podría haber sido un último gesto más espectacular, podría haber sido, por ejemplo, otra multiplicación de los panes, pero Jesús no quiere esto. Jesús quiere deshacerse, compartirse, deshacerse en migas para ser nuestro alimento. El Señor quiere dejar este significado: ´mi vida es compartir, mi vida es don, mi vida es entrega’”, destacó.

“Ésta es la última lección que les quiere dar el Señor a sus discípulos y es su testamento, el testamento del amor está tan bien expresado en este dejarse comer por los demás”, profundizó en su reflexión semanal.

El obispo de San Isidro explicó que “el Señor recurre a su propia fragilidad, Él se rompe, Él se va a romper en la cruz, pero esa ruptura va a ser una entrega para nosotros; es lo último que nos deja; su cuerpo y su sangre, lo más íntimo de su propia persona para que nosotros podamos compartirla y a partir de ello sanarnos, curarnos y crecer, pero hay algo que pasa en esta cena y muchas veces no lo advertimos; el traidor está comiendo con ellos”.

“Nosotros no podríamos aguantar compartir una cena de esta magnitud y de tanto sentido con alguien que nos va a entregar. Enseguida nos ganaría una rigidez, una tensión que se nos notaría, lo expresaríamos con el rostro y, sin embargo, Jesús acepta comer con aquel que moja en el plato con Él la propia comida, el propio pan”, graficó.

Hacia el final de su reflexión para la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, monseñor Ojea animó: “Que el Señor nos enseñe esta inmensa lección de amor, que la recibimos cada vez que comulgamos; nos transformamos en Él, de alguna manera nos hacemos semejantes a Él, nos asimilamos a Él; nos convertimos en lo en lo que comemos, no lo eliminamos, sino que, al contrario, nos vamos haciendo semejantes a Él”. 

“Que el Señor nos conceda valorar cuanto adoramos este Santísimo Sacramento, para poder retomar las fuerzas para entregarnos totalmente a los demás como es nuestra vocación cristiana”, concluyó.+