Mons. Mestre: ¡Nuestro Dios es como el padre misericordioso!
- 3 de abril, 2019
- Mar del Plata (Buenos Aires)
En su reflexión para el cuarto domingo de Cuaresma, el pasado 31 de marzo, monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata, tomó tres palabras para identificar a los tres personajes del relato evangélico del Hijo Pródigo: "El hijo menor: ?recapacitar? y volver a la casa del padre", "El hijo mayor: superar la mentalidad de ?jornalero? para también volver al padre" y "El ?abrazo? del padre: la fiesta de dejarse reconciliar con Dios".
El hijo menor: ?recapacitar? y volver a la casa del padre
El obispo de Mar del Plata comenzó en su primer punto explicando la historia del hijo menor quien tenía un pecado "evidente" y el hecho de pedir la herencia del padre en vida "es como si lo quisiera muerto", destacó. Lo seguro, afirmó monseñor Mestre, es que el hijo menor luego "recapacita", es decir, "vuelve hacia sí mismo, mirando su interior", y decide volver.
El pecado contra el cielo, es contra Dios y el pecado contra su padre, es contra los seres humanos, explicó el prelado. "Somos el hijo menor por nuestro pecado, estamos llamados también a ser el hijo menor en esto de recapacitar y volver a la casa del padre", resolvió.
El hijo mayor: superar la mentalidad de ?jornalero? para también volver al padre
Al comenzar a hablar sobre el hijo mayor, pareciera que es "el bueno de la película", pero "si hilamos fino no es así", advirtió monseñor Mestre. En cambio, "se esconde en él una actitud tan negativa como la del hijo menor, aunque de otra forma. Se enoja, es caprichoso, formalista y calculador. Lo más serio es que no acepta la fiesta y la alegría por su hermano rescatado, por el hermano que vuelve a la vida", relató el obispo marplatense.
Su mentalidad es "muy estrecha", y no ha terminado de entender que "él es hijo y todo lo del padre le pertenece". En este sentido, su actitud es la de un "jornalero" o "mercantilista", que se está perdiendo lo más importante: "ser hijo del padre misericordioso", señaló el prelado.
Luego ilustró su actitud como la de "escribas y fariseos", "que se resisten a que los pecadores (representados por el hijo menor) estén invitados a la conversión y a la fiesta". En definitiva, el gran drama del hijo mayor "es su mentalidad jornalera que no le permite disfrutar de la gratuidad de la presencia de la misericordia del padre".
El ?abrazo? del padre: la fiesta de dejarse reconciliar con Dios
En el último punto, monseñor Mestre citó la segunda lectura de San Pablo: "Dejarse reconciliar con Dios implica aceptar que Dios es realmente el padre de la parábola que nos abraza". Describió los gestos y las acciones del padre como "extravagantes" y "exagerados", los cuales permiten apreciar "el amor misericordioso de Dios".
Nuestro Dios, relató el prelado marplatense, es como el padre misericordioso "que experimenta una ternura entrañable, se le conmueven las entrañas, se tira sobre el cuello, lo cubre de besos, hace que lo vistan, le pongan sandalias y el anillo, organiza una fiesta por el rescate de su hijo". Nuestro Dios "es compasivo y misericordioso, quiere reconciliarnos con Él una y mil veces. El Dios que ?sale de sí? al encuentro del ser humano pecador para abrazarlo y darle la posibilidad de la ?fiesta?, la verdadera vuelta a la vida, a la vida plena de los hijos de Dios".+