Viernes 26 de julio de 2024

Mons. Mestre: 'El Espíritu anima, santifica y edifica a la Iglesia y a los creyentes'

  • 17 de mayo, 2024
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
"La tercera persona de la Santísima Trinidad es fuerza arrolladora, no violenta, que viene a cambiar nuestra vida, llenándonos de su presencia que renueva todas las cosas", dijo el arzobispo platense.
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En relación con la solemnidad de Pentecostés, que clausur el Tiempo Pascual de este 2024, el arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió los tres puntos habituales para reflexionar y orar a la luz de la Palabra, sintetizados en los siguientes tres términos: reunidos, llenos, lenguas.

Todos estaban reunidos en el mismo lugar
“Una vez más, aparece en el horizonte de la Iglesia de la Pascua el tema de la comunión. 'Todos estaban reunidos', refleja el deseo sincero de querer vivir la fe en comunidad. Incluso, lo vemos en el Evangelio: a pesar de estar con miedo, están reunidos”, señaló el pastor arquidiocesano en el primer punto. 

“Esto -dijo- expresa en parte la nota de sinodalidad que tiene la Iglesia como elemento esencial de su identidad. La sinodalidad, el ‘caminar juntos’, el ‘estar reunidos’, no es un accesorio de la Iglesia, sino que es parte fundamental de su rostro”. 

“El Papa Francisco, en octubre de 2015, recuerda una frase muy sugerente de san Juan Crisóstomo: Iglesia y sínodo son sinónimos. Buscar estar reunidos, el estilo de sinodalidad, expresa lo más genuino de la vivencia de la fe cristiana católica en una Iglesia que está reunida, que es comunión y participación”, continuó.

“¿Cómo vivo hoy la dimensión comunitaria de la fe? ¿Descubro que soy parte del proyecto de Dios en la Iglesia que es comunión y participación?”, se preguntó el prelado.

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo
Monseñor Mestre recordó que, “en Pentecostés, este ‘quedar llenos del Espíritu Santo’ se manifiesta como fuerte ráfaga de viento y lenguas de fuego. Así, simbólica y a la vez realmente, el Espíritu anima, santifica y edifica a la Iglesia y a cada uno de los creyentes. Lo hace insuflando el poder de Dios y desinstalando todo lo que no es parte de su camino por el perdón de los pecados, como nos lo recuerda el Evangelio”. 

“Por eso las imágenes, fuerte ráfaga de viento y lenguas de fuego, son claves para captar su accionar: limpia y purifica poderosamente, sacando de la comodidad y mediocridad ambiental: ‘Todos quedaron llenos del Espíritu Santo’. Dirá el Papa Francisco: ...invoco una vez más al Espíritu Santo; le ruego que venga a renovar, a sacudir, a impulsar a la Iglesia... (EG 261). La Tercera persona de la Santísima Trinidad es fuerza arrolladora, no violenta, que viene a cambiar nuestra vida llenándonos de su presencia, que hace nuevas todas las cosas”, manifestó.

Y animó a reflexionar: “¿Qué realidades de mi vida hoy el Espíritu debe “hacer volar”? ¿Qué situaciones de mi existencia debe purificar con su fuego? ¿Me dejo 'desinstalar' por el Espíritu Santo? ¿En qué situaciones?”.

Todos comenzaron a hablar en distintas lenguas según el Espíritu
“Un fruto inmediato de la recepción del Espíritu en Pentecostés es la capacidad de hablar “las lenguas” de todas las personas, para que puedan escuchar y comprender las maravillas de Dios. Se describen, con nombres muy extraños para nosotros, 17 lugares, razas y/o culturas diferentes. Hoy ocurre lo mismo”, enfatizó el arzobispo platense. 

Y agregó: “Es el Espíritu Santo el que nos faculta, no para aprender mágicamente idiomas extranjeros, sino para captar el lenguaje, ‘las lenguas’ de los hermanos, y así poder transmitirles efectivamente las maravillas del Señor en el contexto social y cultural de cada uno”. 

Además, expresó que el Espíritu “es también Maestro en comunicación, en auténtico diálogo, en fecunda transmisión. La verdadera ‘ciencia’ del Espíritu consiste en poder anunciar la Palabra de Dios a los niños, jóvenes y adultos; pobres y ricos; sanos y enfermos; mujeres y varones; más creyentes o menos creyentes; tristes y alegres; más pecadores y menos pecadores; a las personas que quieren a la Iglesia y también a los que están renegados por algún motivo... Y que todos y cada uno la puedan captar desde su propia realidad, desde su propia lengua”. 

“El Espíritu Santo nos da la capacidad de ponernos en el lugar del otro, en la horma de sus zapatos, y desde allí anunciar las maravillas de Dios”, dijo.

Finalmente, invitó a preguntarse: “¿Me dejo ‘capacitar’ por el Espíritu Santo para ‘comunicar’ a los demás las maravillas de Dios con sus ‘propias lenguas’? ¿Permito que sea mi Maestro en comunicación y diálogo?”.+