Viernes 22 de noviembre de 2024

Mons. Mestre: La Eucaristía es presencia real del Señor, no un símbolo del pasado

  • 22 de junio, 2022
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata invitó a reflexionar, como en un eco del Jueves Santo, sobre el misterio de la "presencia real del Señor como pan vivo bajado del cielo".
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A la luz de la lectura evangélica del jueves 19 de junio, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Antonio Mestre, propuso reflexionar sobre tres puntos de meditación sintetizados en tres palabras tomadas de los mismos textos del Evangelio: desierto, memoria, comer. 

  • “Estamos en un lugar desierto”
  • “Hagan esto en memoria mía”
  • “Denles de comer ustedes mismos”

“Estamos en un lugar desierto”
Primeramente, monseñor Mestre se refirió a la palabra desierto y mencionó en ese sentido que muchas veces “estamos en un lugar desierto”, ese desierto que “es un espacio inhóspito, es el sitio donde se experimenta con crudeza la intemperie, calor sofocante de día y frío insoportable por la noche, es el lugar de la soledad, es el espacio del hambre y la sed por excelencia”.

“Nuestras ciudades y pueblos, nuestro mundo cotidiano -dijo- se pueden transformar o pueden ser un verdadero desierto” y con la presencia de “soledad y aridez en los vínculos, intemperie de fraternidad, ausencia de pan y agua que reflejan hambre y sed de paz, de alegría, de amor, de escucha, de verdad, de justicia, de sentido… Soledad, hambre y sed en definitiva de la misma presencia de Dios”. 

El obispo expresó que “en nuestro mundo contemporáneo cargado por las redes, los medios y la hiperconectividad seguimos experimentando la realidad del desierto. A la vez, el desierto es el lugar de la reflexión, de la maduración, de la confrontación con la propia interioridad para crecer en el bien, la verdad y la belleza”.

En ese sentido, se preguntó en voz alta sobre “qué experiencia de desierto percibo en mi ambiente hoy; cuáles son mis desiertos cotidianos”, o si “acepto la realidad del desierto en mi vida y al mismo tiempo reflexiono qué me está faltando para ser realmente feliz”.

“Hagan esto en memoria mía”
Con respecto a la segunda palabra, monseñor Mestre recordó,  a partir de la segunda lectura de san Pablo, sobre las palabras de Jesús en la institución de la Eucaristía, “lo mismo que se narra de la Última Cena en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas”.

Al respecto, reflexionó que “podríamos detenernos en muchos aspectos de estas profundas y contundentes palabras” pero “hoy ponemos el acento en la palabra memoria”. Pero no se trata solamente, continuó,  de traer a la memoria o solo recordar un acontecimiento del pasado, sino de “hacer memoria de algo pasado que tiene mucho que ver y da sentido al presente y la Eucaristía es memoria, memorial en este sentido y no es un simple recuerdo del pasado”. 

“Dios elige hacerse presente de forma real y permanente en el pan y el vino consagrados. La Eucaristía es presencia real del Señor, no es un símbolo del pasado. En cuanto memorial es la presencia por antonomasia, por excelencia de la fuerza de la Pascua que se nos da como alimento para el camino”, manifestó el obispo de Mar del Plata, quien invitó a meditar “qué lugar ocupa la Eucaristía en mi vida espiritual”, o “cuál es mi actitud ante la presencia real del Señor en la Eucaristía”.

“Denles de comer ustedes mismos”
Sobre el último concepto, monseñor Mestre resaltó que "la Eucaristía bien vivida compromete necesariamente con la vida cotidiana y la frase de Jesús ‘denles de comer ustedes mismos’ puede ser leída en esta perspectiva de compromiso”. 

“Dar de comer al hermano el pan material para subsistir, el pan de la justicia y la verdad, el pan de la misericordia… Todos los panes que sacian la experiencia de soledad, hambre y sed que se viven en los desiertos de nuestro tiempo”, expresó el obispo, quien aseguró además que “la comida más importante que Jesús nos pide que les demos a nuestros hermanos es la misma amistad con Él y una comunidad de fe que alimente la vida”. 

Finalmente, se preguntó con relación a lo que “celebro, adoro y comulgo”: “¿Me compromete con la historia cotidiana? ¿Dejo que su presencia real transforme mi corazón haciéndome crecer en misericordia? ¿Cómo puedo «darle de comer» a mis hermanos?”.+