Miércoles 27 de noviembre de 2024

Mons. Han Lim Moon: Dios presente realmente en el corazón de cada hombre

  • 23 de mayo, 2020
  • San Martín (Buenos Aires) (AICA)
"Por la acción del Espíritu Santo, en el día de Pentecostés, Él se hace presente realmente en el corazón de cada hombre, en la Palabra de Dios, en la comunidad, en los sacramentos y en los sufrientes"
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En su homilía para el domingo de la Ascensión del Señor, el obispo auxiliar de San Martín, monseñor Han Lim Moon, recordó cómo los apóstoles presenciaron este momento: “Lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos”. Con la palabra “nube” se expresa “la entrada de Jesús al mundo plenamente divino”, comenzó explicando.



Luego indicó que en esta fiesta se celebra que “nosotros, los hombres, en Él, también nos sentamos a la derecha del Padre, porque el Señor llevó consigo a la humanidad. Y cuando Jesús ascendió, los ángeles anunciaron a los apóstoles que Él volverá glorioso al final de los tiempos”.



El Señor asciende pero nos deja una “gran misión”: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”. Sin embargo, monseñor Han Lim Moon señaló dos dificultades para esta tarea: “No podemos seguir a alguien sin haberlo visto nunca. Entonces ¿cómo podemos ser discípulos de Jesús Maestro si no lo vimos nunca en persona?”, se preguntó.



La segunda dificultad es “no tener suficiente entusiasmo, alegría, fuerza y coraje para esta gran misión aunque hayamos encontrado a Jesús, porque ‘una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie’”.



Ante esto, el prelado de San Martín recordó la promesa de Jesús: “Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo”. Él nos acompaña “por la acción del Espíritu Santo, en el día de Pentecostés, Él se hace presente realmente en el corazón de cada hombre, en la Palabra de Dios, en la comunidad, en los sacramentos y en los sufrientes”, explicó.



Como cristianos, somos responsables de “transmitir esta alegría”. ¿Quiénes? “Los bautizados sencillos y pobres que expresan su fe reflejando la sed de Dios que sólo ellos pueden conocer; la comunidad que se reúne regularmente para crecer y celebrar con alegría la presencia del Señor; y toda persona bautizada que predica a Cristo vivo en la vida cotidiana, tanto a los más cercanos como a los desconocidos, en forma espontánea, humilde, testimonial, personal y directa”.



De este modo, “entre todos, cumplimos nuestra gran misión de hacer discípulos del Señor a todos los pueblos”, dijo monseñor Moon. Por eso, animó a la comunidad a ser misionera: “La misión es fuente de las mayores alegrías para la Iglesia, por lo tanto, también para tu alegría”, concluyó.+