Mons. García Cuerva invitó a dar gracias por quienes nos dijeron: '¡Ánimo, levántate!'
- 30 de octubre, 2024
- Buenos Aires (AICA)
"Sin dudas, queremos recuperar nuestras ganas de seguir a Jesús con una religión comprometida, con una fe que se juega la vida por los demás", aseguró el arzobispo de Buenos Aires.
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, invitó a dar gracias a Dios por aquellos hermanos que se han cruzado en nuestro camino y, en algún momento, difícil nos dijeron: "¡Ánimo, levántate!".
"Que cada uno de nosotros, escuchando aquella voz de quienes nos dicen: '¡Ánimo, levántate!', nos animemos a ponernos de pie, nos animemos a volver a Jesús, nos animemos, en definitiva, a ser discípulos que se ponen en camino", expresó.
"A ser discípulos que van con el Maestro caminando, a ser discípulos que son testigos de lo que Dios hace en nuestra vida, a ser discípulos que dan la esperanza de que no está todo perdido", agregó.
El arzobispo porteño recordó que "un teólogo luterano del siglo XX, que se llamaba Bonhoeffer, hablaba de la gracia barata, de la religión barata; es la religión que se vive sin exigencia, sin luz, sin compromiso, sin esperanza, sin discipulado, sin seguimiento del Señor".
"Nosotros no queremos ser de esa religión barata; nosotros queremos ser de una religión comprometida, nosotros queremos ser discípulos del Maestro; por eso le pedimos a Jesús que nos ponga de pie y que lo podamos seguir por el camino", diferenció.
"Sin lugar a dudas, habrá habido en nuestra vida quienes nos han dicho: '¡Ánimo, levántate!'. Sin lugar a dudas, queremos recuperar nuestras ganas de seguir a Jesús con una religión comprometida, con una fe que se juega la vida por los demás", añadió.
Monseñor García Cuerva terminó con la oración titulada "Que vea", porque "no sólo se trata de curar mi propia ceguera, sino también de ser luz para tantos hermanos que están al borde del camino, que están ciegos, porque no viven ya con esperanza y necesitan que nosotros también les digamos: '¡Ánimo, levántate, Él te llama!', ni más ni menos que el Señor de la vida".
"Señor que vea, que vea tu rostro en cada esquina, que vea reír al desheredado con risa alegre y renacida. Que vea encenderse la ilusión en los ojos apagados de quien algún día olvidó de soñar y creer. Que vea los brazos que oculto pero infatigables construyen milagros de amor, de paz, y de futuro. Que vea oportunidad y llamada donde a veces sólo hay bruma. Que vea como la dignidad recuperada cierra los infiernos del mundo. Que en otro vea a mi hermano, en el espejo, un apóstol y en mi interior te vislumbre porque no quiero andar ciego, perdido de tu presencia, distraído por la nada, equivocando mis pasos hacia lugares sin tí. Señor, que vea, que vea tu rostro en cada esquina", concluyó.+