Viernes 22 de noviembre de 2024

Mons. Fernández: "Cristo transforma las vidas con el fuego de su amor resucitado"

  • 5 de abril, 2021
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
"Cristo es nuestra vida, Él es nuestro alimento, Él es nuestra fuerza, Él es el camino, la verdad y la vida", sostuvo el arzobispo de La Plata al presidir la vigilia pascual en la catedral platense.
Doná a AICA.org

El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, presidió el 3 de abril la solemne vigilia pascual en la catedral platense, que fue transmitida en vivo virtualmente, donde recordó que Jesús “quiere transformar nuestras vidas con el fuego de su amor resucitado”.

“Cristo es nuestra vida, Él es nuestro alimento, Él es nuestra fuerza, Él es el camino, la verdad y la vida”, sostuvo, y agregó: “Cuántas veces hablamos con Cristo como si fuera un recuerdo, una foto”.

En este sentido, el arzobispo platense indicó que “lo hermoso es estar convencidos de que Él vive, y entonces se puede conversar con Él como quien charla como un amigo que vive, que está, que escucha, que abraza”.

 Ante la luz irradiada por la llama del cirio pascual, monseñor Fernández afirmó que “aquí está el Resucitado que es el eterno amante, que quiere transformar nuestras vidas con el fuego de su amor resucitado”.

“Nuestra fe no se entiende sin Él, hasta el punto que si Él no resucitó vana es nuestra fe”, sostuvo, y completó: “Todo se vuelve vano, nuestra moral, nuestras doctrinas, nuestra liturgia, si Él no resucitó todo es vano. Inútil, vacío. Qué pena que esas cosas tan bellas se vuelvan vacías porque ya no vivimos en unión con el Resucitado”.

El arzobispo platense aseguró que “del amor brota, como una consecuencia inevitable, el gozo” y “Jesús vive en un gozo que quiere compartir con nosotros: ‘Que mi alegría esté en ustedes’. Y Él pide al Padre: ‘Que mi alegría sea la de ellos’. Él que ‘se llenó de alegría en el Espíritu Santo’, nos quiere envueltos en ese gozo de su presencia”.

"Por más que parezca que nos han derrotado, sabemos que tarde o temprano ‘Dios nos hace triunfar en Cristo’. Y esa aparente derrota, ese mal momento, será sólo una etapa en el camino de maduración, será un escalón más hacia mi unión de amor con el poder y la luz del Resucitado. Porque más allá de nuestra salud y de nuestro estado físico, el Señor le promete a nuestro corazón vida plena”, enfatizó.

Monseñor Fernández señaló que “con ese amor y ese gozo podemos decirle esta oración tan preciosa escrita por san Buenaventura”:

Traspasa, dulcísimo Señor mío, Jesucristo, lo más íntimo y profundo de mi alma
con la flecha suave y saludable de tu amor,
con la más pura y verdadera caridad…
Haz que mi corazón tenga siempre
ansia de ti, sed de ti,
ya que eres la fuente de la vida,
el manantial de la sabiduría, el río de eterna luz, un torrente de delicias…

Jesús, que seas siempre sólo tú mi única esperanza, la fuente de mi confianza,
mi tesoro, mi encanto, mi amor, mi alegría y mi descanso,
mi serenidad, mi paz, mi suavidad. Que sólo en ti, Jesús mío,
estén siempre fijos mis ojos”.

“Traspasa, dulcísimo Señor mío, Jesucristo, lo más íntimo y profundo de mi alma
con la flecha suave y saludable de tu amor,
con la más pura y verdadera caridad…
Haz que mi corazón tenga siempre
ansia de ti, sed de ti,
ya que eres la fuente de la vida,
el manantial de la sabiduría, el río de eterna luz, un torrente de delicias…

Jesús, que seas siempre sólo tú mi única esperanza, la fuente de mi confianza,
mi tesoro, mi encanto, mi amor, mi alegría y mi descanso,
mi serenidad, mi paz, mi suavidad. Que sólo en ti, Jesús mío,
estén siempre fijos mis ojos.

Finalmente, monseñor Fernández pidió dejar “que el Señor resucitado penetre en todo su ser con la fuerza y la luz de su resurrección”.

“Pedíselo: ‘transfórmame Jesús con la vida nueva de tu resurrección’. Y encontrate todos los días con Él para exponer todo tu ser a su fuerza transformadora. De ese modo serás un manantial de vida para los demás, una fuerza para los pobres, una presencia para los abandonados, una esperanza para los desalentados, un consuelo para los tristes. Y sabrás para qué hace falta que pases por este mundo”, concluyó.+