Jueves 28 de marzo de 2024

Mons. Eguía Seguí afirmó que no se puede prescindir de lo religioso en la cuarentena

  • 17 de julio, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
"La religiosidad es parte de la cultura del pueblo argentino y no podemos estar en silencio", aseguró el obispo auxiliar en relación con la exclusión de esta práctica "vital" durante el confinamiento.
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A cuatro meses del cierre de los templos a causa del coronavirus, monseñor Enrique Eguía Seguí, obispo auxiliar y vicario pastoral del arzobispado de Buenos Aires, reflexionó sobre la carta enviada por referentes de los credos al jefe de gobierno porteño, advirtiendo que la dimensión religiosa parecía estar ausente en la cuarentena.

“La religiosidad es parte de la cultura del pueblo argentino y no podemos estar en silencio, la dimensión religiosa parece estar ausente en la vida cotidiana, parece desconocer y separar a Dios en cualquier tipo de decisión o acompañamiento desde la gente en su dolor, en su incertidumbre”, sostuvo en declaraciones a Radio Grote.

“Lo que nosotros apuntamos es a la importancia de esa dimensión religiosa porque su aporte no solamente es un servicio esencial, ante todo es una necesidad vital”, explicó.

El prelado porteño recordó que según cifras oficiales del Conicet el 80% de la población argentina tiene algún tipo de creencia religiosa, no todos vinculados por una religión oficial pero que  manifiestan tener un soporte espiritual, por lo que consideró que esto “se convierte en una luz frente al dolor, a partir de sus convicciones religiosas sean cuáles sean”.

“Desde el mensaje del Evangelio, la Iglesia llega también al corazón de todos los hombres y mujeres, más allá de estar reclamando si abrimos los templos o no, si salimos y vamos a celebrar la misa o no, lo que se plantea es tener en cuenta la dimensión religiosa en el corazón de la mayoría del pueblo argentino para sostener el ánimo y la esperanza en tiempos difíciles”, agregó.

Monseñor Eguía Seguí puntualizó que en la carta enviada a las autoridades, titulada “Los derechos del pueblo argentino de relacionarse con Dios y practicar su culto en todo tiempo”, se señala que “no deja de preocuparnos cómo se intenta invisibilizar a Dios”.

“Se lo ha corrido de la escena, como si la superación de lo que nos desafía solo estuviera en manos de un Estado omnipotente. No se lo menciona ni se lo tiene en cuenta, desconociendo que el nuestro es un pueblo de fe”, lamentó.

El obispo auxiliar porteño destacó que el trabajo de la Iglesia en medio del confinamiento nunca se detuvo y hoy sus integrantes cumplen con dar soporte desde el lugar donde se encuentran, pero esto parece no ser suficiente porque son testigos de lo que está causando el encierro entre quienes profesan distintos credos.

“Nosotros estamos trabajando porque en la Ciudad hay 186 parroquias, 250 colegios religiosos y unas 210 casas de religiosas y la gente está acudiendo sea por teléfono o a veces de modo presencial. Hay mucha necesidad de desahogarse de los conflictos familiares y vemos ejemplos concretos porque reaparecen a veces los trastornos y según nos manifiestan los sacerdotes y los agentes de la Pastoral por la incertidumbre hay casos de intentos de suicidio que se superaron tras el diálogo con un ministro religioso”, detalló.

Al trabajo que realizan desde los templos o en sus lugares de residencia, monseñor Eguía Seguí reconoció también el  esfuerzo que hacen para llevar la Palabra hasta zonas de alto riesgo, donde varios sacerdotes también resultaron infectados mientras realizaban su labor pastoral.

“Los sacerdotes nos cuentan que se sientan a las 7 de la tarde a hablar por teléfono con los feligreses que saben que son ancianos, están solos y son las 10 de la noche y siguen hablando por teléfono para contener a la gente que no sale de su casa. Eso también es maravilloso y además de los curas que trabajan en barriadas populares están los capellanes de hospitales, incluso vestidos con todo lo necesario por el protocolo de prevención”, indicó.

Monseñor Eguía Seguí agradeció que las autoridades hayan entendido el valor que tiene la presencia de un sacerdote en el caso del fallecimiento de un familiar, porque dijo son momentos claves en la existencia de la vida que requiere al menos de una palabra.+