Jueves 28 de marzo de 2024

Mons. Castagna: "La importancia de Dios entre los hombres"

  • 23 de julio, 2021
  • Corrientes (AICA)
"La gracia de Cristo es el auxilio necesario, y está al alcance de quienes lo deseen honestamente", recordó el arzobispo emérito de Corrientes en su sugerencia para la homilía dominical.
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“¿Aprenderemos alguna vez a referirnos a Dios como a Dios? ¿Es decir, amarlo y obedecerlo más que a nadie o a nada?”, se preguntó el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.

En su sugerencia para la homilía, el prelado recordó que esto se cumple observando el primer mandamiento de Decálogo. 

“Si así fuera ¡qué otra sería la calidad de la actividad política, social y cultural en nuestro mundo! No lamentaríamos la presencia de esos bolsones enormes de corrupción y criminalidad”.

Monseñor Castagna consideró que “existe un clamor universal en busca de la cooperación y el esfuerzo de todos para el logro del bien común. Sin embargo, los caminos de acceso al ideal se vuelven intransitables por causa de la mezquindad de los responsables de recorrerlos”.

“La gracia de Cristo es el auxilio necesario, y está al alcance de quienes lo deseen honestamente”, concluyó.

Texto de la sugerencia
1.- El pan partido y compartido. La escena de la multiplicación de los panes, con sus detalles sorprendentes, constituye un signo particularmente previsto por Jesús. Lo sigue una gran muchedumbre, a la que contempla con sentimientos de profunda compasión. Se detiene en el hecho práctico de que tal seguimiento, a campo travieso, pone a cinco mil hombres, más las mujeres y los niños, al borde del desfallecimiento si no se les ofrece un poco de alimento. Así lo expresa a sus discípulos más cercanos: “Al levantar los ojos, Jesús dijo: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer? Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer”.  (Juan 6, 5-6) Jesús no reviste - al hecho - de una espectacularidad, que muchos aplican a los acontecimientos más triviales de sus triviales vidas. Fenómeno que se agrava cuando quienes buscan hacer de sus vidas una vanidosa puesta en escena, logran ocupar funciones de poder y pública responsabilidad.

2.- Es seguido por la muchedumbre. Jesús se destaca por su absoluta honestidad. No soporta los dobles discursos, ni tolera el engaño, al que es sometido el pueblo, con mucha frecuencia, por parte de los manipuladores de turno. Es seguido por la muchedumbre, porque Él encarna la Verdad y la Vida que el mundo necesita con urgencia. Más allá de las sanaciones, que se producen como pruebas de su poder, la enseñanza que imparte al pueblo se vale principalmente de la predicación y del testimonio de su santidad. En los santos Profetas, que alcanzan su expresión final en San Juan Bautista, es su presencia de Verbo Encarnado la que cerrará toda labor profética, como cumplimiento de una promesa largamente anunciada. La multiplicación de los panes debe ser enmarcada en ese cuadro de situación. La Palabra es el sustento de vida para quienes lo siguen; Él mismo se auto califica como “Pan bajado del cielo”. El espectacular hecho es  signo de lo que en realidad el mundo necesita de Él. El Jueves Santo crea la memoria de su sacrificio en la Cruz y de su calidad de alimento. Hacer memoria es auténtica realización del Misterio celebrado. Cuando - en la Santa Misa - recordamos lo que Él hizo, realizamos lo que Él hizo. El sacerdote ha recibido la potestad de obrar en su Nombre: in persona Christi.

3.- Lo poco nuestro y lo mucho Suyo. Del hecho narrado por Juan se desprenden dos claras conclusiones: no es un pan milagroso, salido de la nada, el prodigio es la multiplicación misma; tampoco vienen servidores celestiales a distribuir el pan y los peces. El texto lo aclara: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”… “Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron”. (Juan 6, 9-11) Vale decir, con lo poco nuestro, ofrecido generosamente, hace lo suyo. Es su forma de responder a nuestras súplicas: nos da su Espíritu, con sus dones, y aprovecha lo poco que le ofrecemos para enriquecernos con su invalorable riqueza.

4.- La importancia de Dios entre los hombres. ¿Aprenderemos alguna vez a referirnos a Dios como a Dios? ¿Es decir, amarlo y obedecerlo más que a nadie o a nada? Se cumple observando el primer mandamiento de Decálogo. Si así fuera ¡qué otra sería la calidad de la actividad política, social y cultural en nuestro mundo! No lamentaríamos la presencia de esos bolsones enormes de corrupción y criminalidad. Existe un clamor universal en busca de la cooperación y el esfuerzo de todos para el logro del bien común. Sin embargo, los caminos de acceso al ideal se vuelven intransitables por causa de la mezquindad de los responsables de recorrerlos. La gracia de Cristo es el auxilio necesario, y está al alcance de quienes lo deseen honestamente.+