Viernes 26 de abril de 2024

Mons. Buenanueva: "Líbranos del mal", un grito de confianza en el amor compasivo de Dios

  • 28 de marzo, 2017
  • San Francisco (Córdoba)
"Padre? Líbranos del mal" se titula la reflexión que esta semana publicó el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, en su columna sobre el padrenuestro. Más que una petición, afirmó, se trata de "un grito de auxilio".
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En una nueva reflexión sobre el padrenuestro, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, se centró esta semana en la frase final de la oración al Padre: "Líbranos del mal".

"Es poco decir que se trata de una petición", afirmó, y aseguró que "es, en verdad, un grito de auxilio, nacido de las entrañas y dirigido al único que puede realmente salvar". A la vez que concluye la oración "nos devuelve al inicio: nos pone, con Jesús y como él, una y otra vez, en las manos del Padre".

Monseñor Buenanueva afirma que "se trata de un desarrollo de la petición anterior: Padre, cuando llegue la hora, no nos dejes caer en la tentación. ¿Qué pedimos ahora? No sucumbir al mal más grande: rechazar el reinado de Dios, abandonar en el seguimiento de Jesús y cerrarnos a su Espíritu".

El obispo asegura que "el mayor triunfo del Tentador es arruinar la siembra de Dios en nosotros; engañarnos con falsas promesas para que cortemos el vínculo que nos da vida; es decir: cerrar nuestro espíritu a la acción vivificante del Espíritu del Hijo que nos hace hijos e hijas del Padre. Nos hace desconfiar de Dios, de sus promesas, de sus intenciones y de sus entrañas de Padre compasivo. Mata la confianza en Dios", y afirma que el mal está presente en la vida de las personas, amenazando desde adentro "tanto los corazones como las estructuras sociales, culturas, políticas y económicas".

"Tampoco la Iglesia escapa de su influencia", reconoce el prelado: "¡Qué poder corrosivo tiene la degradación espiritual y moral de los hombres de Iglesia, especialmente de sus ministros!".

Monseñor Buenanueva recordó que "Dios no nos ha prometido que seremos inmunes al sufrimiento, al fracaso, a la frustración, que no experimentaremos la atracción del mal o que sus reflujos no nos alcanzarán. No nos ha prometido una vida fácil", sostuvo. Sin embargo, su promesa es "que no nos faltará el auxilio de su Espíritu para vivir como discípulos de Jesús todo lo que nos toque vivir".

"Enviado por Cristo resucitado desde el Padre, el Espíritu será el abogado que nos defenderá toda vez que seamos acusados por el tentador y toda forma de tentación maliciosa aceche con sus trampas nuestro camino de discípulos", sostuvo.

En la última petición del padrenuestro, ponemos "un grito de confianza en el verdadero poder que realmente merece ese nombre: el amor compasivo de Dios". Como Jesús en Getsemaní y en la cruz, nos entregamos al Padre, y en Él esperamos, como María en el sábado santo, "pues sabemos que el mal no puede tener la última palabra sobre nuestra vida y sobre la entera historia humana".

Monseñor Buenanueva sostiene que el imperativo "líbranos" no es suficiente: "Necesitamos un verbo más fuerte y casi violento: Padre: ¡arráncanos y arrebátanos de los brazos poderosos del mal! ¡Sólo Tú tienes esa fuerza arrebatadora!".

"Y Dios ha escuchado esa súplica: nos ha enviado a su Hijo", recuerda el obispo. "A Él miramos, su Evangelio escuchamos y su Pascua contemplamos. Jesús es el punto de apoyo de nuestra oración, especialmente en el momento de la prueba", detalla.

Aunque no somos inmunes al dolor ni a la incertidumbre, los cristianos tenemos "la confianza que la cruz siembra en nuestros corazones", que transforma desde dentro ese grito de auxilio "en una súplica ardiente, por nosotros y por todos los hombres y mujeres del mundo", desde lo hondo de nuestra humanidad.+

» Texto completo de la reflexión