Jueves 28 de marzo de 2024

"Los pobres nos revelan el amor", aseguró el Papa

  • 17 de noviembre, 2019
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Misa por la 3° Jornada Mundial de los Pobres
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EN el marco de la 3° Jornada Mundial por los Pobres, el papa Francisco presidió una misa en la mañana del 17 de noviembre en la basílica de San Pedro. En su homilía, se refirió a dos tentaciones a las que se enfrenta el cristiano.



Las prisas no son buenas. Jesús nos pide ser perseverantes

La primera tentación de la que advierte es la de “la prisa” y el “ahora mismo”. Al respecto, invitó a no prestar atención a quien “difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro”, porque “el miedo paraliza el corazón y la mente”.



“Nos dejamos seducir por la prisa de querer saberlo todo y ahora mismo, por el cosquilleo de la curiosidad, por la última noticia llamativa o escandalosa, por las historias turbias, por los chillidos del que grita más fuerte y más enfadado” señaló el Papa y aseguró que “esta prisa, este todo y ahora mismo, no viene de Dios”.



Francisco también explicó que si nos sentimos atraídos por “el último grito”, no encontramos más tiempo para Dios y para el hermano que vive a nuestro lado. Por eso, recordó el antídoto que propone Jesús: “la perseverancia”. “Perseverancia es seguir adelante cada día con los ojos fijos en aquello que no pasa: el Señor y el prójimo”, aseguró.



En cuanto al segundo engaño del que Jesús nos quiere alejar, se refirió a la tentación del yo. Para Francisco, quien dice “yo”, “no habla la lengua de Jesús”, esa lengua en la que reina el “tú”. En ese sentido, el Papa indicó que no basta la etiqueta “cristiano” o “católico” para ser de Jesús y alertó sobre esa actitud equivocada de muchos, basada en hacer lo correcto, pero para ser considerado bueno; dar, pero para recibir a cambio; ayudar, pero para atraer la amistad de esa persona importante. “La Palabra de Dios impulsa a dar al que no tiene para devolvernos y a servir sin buscar recompensas y contracambios” y los pobres puntualizó, “son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo”.



“Estando con los pobres aprendemos los gustos de Jesús”, sostuvo el pontífice, animando a los fieles a reflexionar, para que cuando un pobre golpee a nuestra puerta “no sintamos fastidio” sino que “acojamos su grito de auxilio como una llamada a salir de nuestro propio yo”.



“Dios es amor y el pobre que pide mi amor me lleva directamente a Él” expresó y concluyó: “Los pobres nos facilitan el acceso al Cielo, desde ahora son nuestro tesoro, el tesoro de la Iglesia, porque nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor”.+