Lunes 27 de enero de 2025

Las parábolas, un lenguaje para enseñar y hacerse entender

  • 14 de junio, 2012
  • Corrientes (AICA)
En sus sugerencias para la homilía de este domingo, el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó el valor y significado de las parábolas, el lenguaje adoptado por Jesucristo para enseñar y hacerse entender, sobre todo por los más humildes de sus seguidores y oyentes. Aclaró, además, que "no es una actitud demagógica la de Jesús al hacer uso del lenguaje popular. Lo que interesa al Señor es que entiendan lo que trae del Padre para ellos. Él es la Verdad que los hombres deben aprender? de Él (o por su intermedio)". "El Verbo se hace hombre para que los hombres lo vean y lo escuchen. Gracias a su naturaleza humana, semejante a la nuestra, puede hacerse entender, también por aquellos que están excluidos de la cultura ilustrada", aseguró.
Doná a AICA.org
En sus sugerencias para la homilía de este domingo, el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó el valor y significado de las parábolas, el lenguaje adoptado por Jesucristo para enseñar y hacerse entender, sobre todo por los más humildes de sus seguidores y oyentes.

"La Palabra es el misterio de Dios, la totalidad y profundidad de la Verdad. Para hacerla llegar a todos, especialmente a quienes tienen un menor bagaje cultural, se requiere otro lenguaje, muy diverso del utilizado por los cultores del decir filosófico y literario superior. Jesús, poseedor de la sustancia de la Verdad que debe transmitir a los pobres y humildes, adopta sus formas simples e ingenuas. Se hace entender", subrayó.

El prelado aclaró, sin embargo, que "no es una actitud demagógica la de Jesús al hacer uso del lenguaje popular. Lo que interesa al Señor es que entiendan lo que trae del Padre para ellos. Él es la Verdad que los hombres deben aprender? de Él (o por su intermedio)".

"El Verbo se hace hombre para que los hombres lo vean y lo escuchen. Gracias a su naturaleza humana, semejante a la nuestra, puede hacerse entender, también por aquellos que están excluidos de la cultura ilustrada", aseguró.

Texto completo de la sugerencia
El lenguaje de las parábolas. Es admirable el lenguaje adoptado por Jesús para enseñar. No tiene en cuenta su propio lucimiento sino la necesidad de los más humildes de sus seguidores y oyentes. Les habla en parábolas: "Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender" (Marcos 4, 33). La Palabra es el misterio de Dios, la totalidad y profundidad de la Verdad. Para hacerla llegar a todos, especialmente a quienes tienen un menor bagaje cultural, se requiere otro lenguaje, muy diverso del utilizado por los cultores del decir filosófico y literario superior. Jesús, poseedor de la sustancia de la Verdad que debe transmitir a los pobres y humildes, adopta sus formas simples e ingenuas. Se hace entender. La gente queda prendida de sus palabras porque nadie lo sabe hacer como Él. Es la misma Verdad que se hace pobre palabra humana y entra en el corazón de quienes están mejor dispuestos para entenderla y recibirla. Las parábolas constituyen ese lenguaje, tan simple que sus principales discípulos le piden que se las explique.

El propósito de Dios: hacerse entender. No es una actitud demagógica la de Jesús al hacer uso del lenguaje popular. Lo que interesa al Señor es que entiendan lo que trae del Padre para ellos. Él es la Verdad que los hombres deben aprender? de Él (o por su intermedio). El Verbo se hace hombre para que los hombres lo vean y lo escuchen. Gracias a su naturaleza humana, semejante a la nuestra, puede hacerse entender, también por aquellos que están excluidos de la cultura ilustrada. Cuentan del Venerable Cura Brochero que no tuvo en cuenta su buena formación filosófica y teológica adoptando el lenguaje simple de sus serranos para transmitirles las verdades de la fe. Para Jesús es fundamental que comprendan el mensaje quienes, por su honesta búsqueda de Dios, están dispuestos a no poner trabas a la verdad que como Maestro les comunica. Las parábolas presentadas en este texto de San Marcos, subrayan la importancia singular que Dios presta a lo más pequeño y humilde. El "Reino de Dios" es el ámbito misterioso y santo en el que Dios decide moverse con quienes lo aceptan en sus vidas. Jesús anuncia el Reino y es su constructor. Para su ingreso exige un cambio: "A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: ?Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca" (Mateo 4, 17).

La simplicidad del Reino. Cristo personifica el Reino. Quienes se adhieren a Él por la fe, hasta el Bautismo, constituyen su Cuerpo Místico y, en consecuencia, son parte del Reino de Dios. Para explicar su nacimiento y crecimiento Jesús acude a comparaciones de una enorme simplicidad. La pequeña semilla de mostaza echa por tierra todo intento de internarse en los complicados laberintos del lenguaje pseudo intelectual contemporáneo. Allí la verdad está clara como la mirada inocente de un niño que despierta a la vida. Así obra Dios y se revela a los hombres como su Creador y Padre. El lenguaje humano que Jesús adopta traduce, como encarnándolo, el lenguaje de Dios. Simple y expresivo, breve y capaz de decirlo todo con una sola Palabra. Los llamados componedores de la cultura postmoderna vuelcan su confusión interior en un lenguaje complicado y, por ende, ininteligible para un sector amplio de la sociedad. Dios se hace entender por los pequeños y humildes; quienes no lo son, si quieren entender a Dios - y hacerse entender por Él - deberán decidir ser pequeños y humildes. Jesús no disimula su gozo al comprobar la capacidad de éstos para captar, como naturalmente, lo que Él les transmite: "En esa oportunidad, Jesús dijo: ?Te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños?" (Mateo 11, 25).

La humildad de los que aprenden. Las parábolas constituyen el lenguaje que Dios adopta para comunicarse con aquellos a quienes ha venido a salvar. Los hombres de Iglesia corremos el riesgo de contagiarnos del deseo de aparecer importantes descartando los términos más adecuados para transmitir la Verdad a quienes deben y quieren aprenderla. No existe otra forma que ser humildes y reconocerse pequeños. El lenguaje de Dios - el de las parábolas - exige humildad en el oyente, disponibilidad para obedecer de inmediato y compromiso. Es el proceso de la fe indicado por Benedicto XVI, necesitado de una actualización urgente y desafiado por ideas y prácticas sumidas en las modernas formas de la incredulidad.+