Viernes 26 de julio de 2024

'La Iglesia es como un coro en el que se necesitan todas las voces', recordó el Papa

  • 8 de junio, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
A los participantes del IV Encuentro Internacional de Coros en el Vaticano, el pontífice recordó tres aspectos esenciales -armonía, comunión y alegría- de este ministerio musical.
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Coros parroquiales y diocesanos, scholæ cantorum, bandas de música, directores y músicos: este fue el colorido mosaico de los participantes en el IV Encuentro Internacional de Coros a los que el Papa Francisco recibió el sábado 8 de junio en el Vaticano. 

En su discurso a los cantantes, entre los que se encontraban jóvenes coristas, el Santo Padre dijo que “la espontaneidad de los niños suena más bella que los mejores discursos”. "Debemos cuidar de los niños", dijo, "porque ellos son el futuro, la esperanza, pero también el testimonio de espontaneidad, inocencia y promesa".

Durante la audiencia, el Papa agradeció al director de coro Marco Frisina y a la asociación Nova Opera por promover esta iniciativa y encuentro en el Vaticano, que se celebra por cuarta vez, cuarenta años después de la fundación del coro de la diócesis de Roma. El programa de este Encuentro, que finaliza este domingo, incluye un gran concierto el sábado por la tarde en la Sala de Audiencias del Vaticano.

Armonía
Francisco recordó tres aspectos esenciales -armonía, comunión y alegría- de este ministerio del corista, basado en la fe y la pasión musical. Y enfatizó que “la música crea armonía al llegar a todos, consolar a los que sufren, reentusiasmar a los desanimados y permitir que florezcan en todas las personas valores maravillosos como la belleza y la poesía, que reflejan la luz armoniosa de Dios”. 

"El arte de la música, añadió el Papa, tiene “un lenguaje universal e inmediato que no necesita traducciones ni muchas explicaciones conceptuales”. 

Y luego añadió: “La gente sencilla y culta puede apreciar la música, captando con mayor o menor profundidad un aspecto u otro, pero todos beben de la misma riqueza. Además, la música educa a la persona a escuchar, a prestar atención y a estudiar, elevando sus emociones, sentimientos y pensamientos, sacándola del torbellino de las prisas, el ruido y una visión puramente material de la vida, ayudándola a encontrarse a sí misma y a ver mejor la realidad que le rodea. Da a quienes la cultivan una mirada sabia y tranquila con la que superar más fácilmente las divisiones y los contrarios, estar en armonía -como los instrumentos de una orquesta o las voces de un coro-, prestar atención a los desafinados y para corregir disonancias, que también son útiles para la dinámica de las composiciones, siempre que se integren en una estructura armónica inteligente.

Comunión
Refiriéndose a otro aspecto esencial, el de la comunidad, el Papa recordó que “el canto coral no se hace solo, sino en conjunto”. “Y esto también”, enfatizó, “nos habla de la iglesia y del mundo en el que vivimos”. “Caminar juntos”, continuó, “puede representarse como la realización de un gran concierto”: cada uno “participa con sus capacidades y aporta su contribución interpretando o cantando su 'parte' y redescubriendo así su propia singularidad, que se enriquece con la sinfonía de la comunidad”. 

El pontífice dijo además: “En un coro y en una orquesta todos se necesitan y el éxito de la actuación de todos depende del compromiso de todos, de que cada uno haga lo mejor de su papel respetando y escuchando a quienes le rodean, sin protagonismo, en armonía. Así como en la iglesia y en la vida, donde cada uno está llamado a hacer su parte por el bien de toda la comunidad, para que un canto de alabanza a Dios se escuche en todo el mundo”.

Alegría
Francisco instó a los participantes en el IV Encuentro Internacional de Coros en el Vaticano a no permitir que la mentalidad del mundo contamine con "intereses, ambiciones, celos y divisiones" el tesoro de "arte, belleza y espiritualidad" del que son custodios. 

Al respecto señaló: “Más bien les hará bien mantener alto el tono espiritual de su vocación: con la oración y la meditación de la Palabra de Dios, participando no sólo con la voz sino también con la mente y el corazón en las liturgias que animan y vivan con entusiasmo el día tras día su contenido, para que su música sea cada vez más una feliz elevación del corazón hacia Dios, que atrae, ilumina y transforma todo con su amor. De esta manera cumplirán la invitación de San Agustín: 'Glorifiquemos al Señor con nuestra vida y con nuestra lengua, con nuestro corazón y con nuestros labios, con nuestra voz y con nuestra conducta'".

Finalmente, el Papa expresó su agradecimiento por “el servicio de la oración y la evangelización de la Iglesia”.+