La Iglesia de Buenos Aires tiene cinco nuevos diáconos camino al sacerdocio
- 16 de marzo, 2025
- Buenos Aires (AICA)
Maximiliano García, Nicolás Bouza, Víctor Grinenco, Mariano Palavecino y Alejandro Patriarca fueron ordenados por el arzobispo, Mons. Jorge García Cuerva. "Sean diáconos de la sinodalidad", pidió.
Los seminaristas Maximiliano García, Nicolás Bouza, Víctor Grinenco, Mariano Palavecino y Alejandro Patriarca recibieron su ordenación diaconal camino al sacerdocio durante la misa que presidió el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, el sábado 15 de marzo en la catedral metropolitana.
Los nuevos diáconos fueron acompañados por una multitud de fieles, quienes se congregaron en el templo para compartir la alegría de la vocación y el servicio a la Iglesia.
A la luz de las lecturas, el arzobispo ofreció a los nuevos diáconos "algunas notas importantes para que puedan vivir el ministerio diaconal".
En primer lugar, pidió a los ordenados que "salgan de los templos, no se queden allí encerrados. Sean amigueros; no sean ministros chúcaros; raros; alejados de la gente; serán diáconos de la sinodalidad, caminen junto al pueblo fiel, sean eclesiales, no se crean consagrados a título privado".
A imagen y semejanza de Jesús, el prelado los animó a que "no se corten solos, trabajen en equipo como lo hace Jesús, que anuncia la Buena Noticia con sus discípulos. Sean diáconos junto al lecho de los que sufren; ese es el altar mayor, donde están los cuerpos sufrientes del Señor, tirados en las veredas de la ciudad, entre rejas de una comisaría, en una cama de hospital, llorando junto al ataúd de un ser querido fallecido; en un geriátrico, o muy solo en algún departamento de Buenos Aires".
"Queridos Maxi, Alejandro, Víctor, Mariano y Nicolás, sean afables al modo de Jesús; cada familia, cada persona, cada corazón, es tierra sagrada. No atropellen la vida, no juzguen, no condenen; traten de vincularse siempre con cordialidad y respeto. No olviden su propio lecho de enfermo al que Jesús con su ternura se acercó para curarte de tus fiebres, de tus fragilidades, de tus pecados", manifestó.
El arzobispo de Buenos Aires les pidió también que "sean servidores en un cuerpo a cuerpo; involúcrense con todo, pongan alma, corazón y vida. Que con su testimonio diaconal ayuden a hacer de nuestra Iglesia de Buenos Aires, la "Iglesia del delantal" como decía el obispo italiano en camino de santidad Antonio Bello, porque ese es el ornamento sagrado que utilizó el Señor al quitarse el manto, y atarse una toalla a la cintura. Hacerse siervos del mundo, echarse al suelo como lo hizo Jesús, y lavar los pies a la gente, a los más pobres, a todos".
Y recordó que "San Agustín, escribía que los diáconos 'son pobres por don de Dios y esperan en su misericordia. Al no disponer de nada, dieron fin a sus ambiciones mundanas; viven con nosotros en comunidad, y la unidad de la caridad ha de ser antepuesta a la comodidad terrena'".
Finalmente, pidió "que estas palabras del santo de Hipona se hagan realidad en su ministerio diaconal, y que María, Madre de la esperanza, interceda por ustedes y sus comunidades".+