Domingo 13 de octubre de 2024

Francisco: 'El mal no se puede ocultar. No encubran los abusos'

  • 29 de septiembre, 2024
  • Bruselas (Bélgica) (AICA)
"Condenen a los abusadores y ayúdenlos a curarse de esta enfermedad del abuso. En la Iglesia hay lugar para todos. Pero no hay lugar para el abuso ni para encubrirlo. Serán juzgados", pidió el Papa.
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En su último día en Bélgica, el Papa Francisco presidió la celebración de la misa y la beatificación de la sierva de Dios Ana de Jesús, en el estadio Rey Balduino de Bruselas.

Ante una multitud de personas y a la luz de los textos bíblicos, el Pontífice señaló en su homilía que el "egoísmo, como todo lo que impide la caridad, es 'escandaloso' porque aplasta a los pequeños, humillando la dignidad de las personas y sofocando el clamor de los pobres".

Recordó que si los individuos y comunidades se ponen "únicamente los principios de interés y las lógicas del mercado, se crea un mundo en el que ya no hay espacio para quien está en dificultad, ni hay misericordia para quien se equivoca, ni compasión para quien sufre y no es capaz", al tiempo en que citó como ejemplo la condición de tantos indocumentados, que "son personas, hermanos que como todos sueñan un futuro mejor para sí y para sus seres queridos, y en cambio a menudo no son escuchados y terminan siendo víctimas de la explotación".

"El mal no se puede ocultar. No encubran los abusos"
En otro de los pasajes de su prédica, Francisco compartió con los presentes su dolor por las víctimas que encontró en este país. "Los escuché, sentí su sufrimiento como abusados y lo repito aquí: en la Iglesia hay lugar para todos, todos, pero todos serán juzgados y no hay lugar para el abuso, no hay lugar para encubrir el abuso. Pido a todos: ¡no encubran los abusos! Pido a los obispos: ¡no encubran los abusos! Condenen a los abusadores y ayúdenles a curarse de esta enfermedad del abuso. El mal no se puede ocultar".

El obispo de Roma exclamó que esas personas, víctimas de una situación terrible, "son la voz viva del Espíritu, nos recuerdan quiénes somos -¡todos somos pobres pecadores, todos!", y añadió que son un lamento que sube al cielo, que nos toca el alma, que nos avergüenza - y nos llaman a la conversión".

La mano escandalosa
El Papa invitó a escuchar esa voz profética y no acallarla "con nuestra indiferencia que nos hace pasar de largo o no tocar la mano del necesitado al dar limosna". "Escuchemos -dijo- lo que dice Jesús en el Evangelio: ¡lejos de nosotros el ojo escandaloso, que ve al necesitado y se aparta! Lejos de nosotros la mano escandalosa, que cierra el puño para esconder sus tesoros y se mete avariciosamente en los bolsillos!".


Apertura, comunión y testimonio
El Papa pidió reflexionar sobre  tres palabras claves: apertura, comunión y testimonio.

En referencia a la primera de ellas, aseguró que si "queremos cooperar, con amor abierto y premuroso, a la acción libre del Espíritu sin ser motivo de escándalo, de obstáculo a nadie con nuestra presunción y rigidez, necesitamos realizar nuestra misión con humildad, gratitud y alegría". "Sin resentimientos, más bien, alegres de que otros puedan hacer lo que nosotros hacemos, para que crezca el Reino de Dios y para reunirnos todos unidos, un día, en los brazos del Padre", enfatizó.

Sobre la comunión, el Santo Padre afirmó que el único camino de la vida es el del don, del amor que une en el compartir. "El camino del egoísmo genera sólo cerrazón, muros y obstáculos encadenándonos a las cosas y alejándonos de Dios y de los hermanos".

El Pontífice manifestó que "sin amor nada dura, todo se desvanece, se derrumba, y nos deja prisioneros de una vida evasiva, vacía y sin sentido, de un mundo inconsistente que, más allá de las fachadas, ha perdido toda credibilidad, porque ha escandalizado a los pequeños".

Ana de Jesús: modelo de apertura, comunión y testimonio
A los tantos ejemplos de santidad que tiene la Iglesia belga, entre ellos, santa Gúdula, patrona del país (650-712 aprox.) y en san Damián de Veuster, más conocido como Damián de Molokai, el apóstol de los leprosos (1840-1889), así como tantos misioneros y misioneras belgas que a lo largo de los siglos han anunciado el Evangelio en diversas partes del mundo, en algunos casos hasta el sacrificio de la vida, Francisco se refirió a la nueva beata, la religiosa carmelita Ana de Jesús, que en esta tierra floreció su testimonio. 

Finalmente, pidió que acojamos todos con gratitud el modelo de "santidad femenina" que nos dejó, delicado y fuerte al mismo tiempo.+