Viernes 19 de abril de 2024

Francisco alentó a comunidades francófonas a dar testimonio de vida

  • 14 de octubre, 2022
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa los animó a "seguir caminando juntos cada día, todos unidos, bajo la guía del Espíritu Santo, para ser Iglesia en salida, que no tiene miedo de ir al extraño, al hermano que espera".
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El papa Francisco recibió esta mañana a los participantes en las Jornadas Pastorales de las comunidades católicas francófonas en el mundo, a los que animó a seguir caminando juntos cada día, todos unidos, bajo la guía del Espíritu Santo, para ser Iglesia en salida, que no tiene miedo de ir al extraño, al hermano que espera que le llevemos la Buena Noticia del amor misericordioso de Dios hacia todo hombre”.

Tras agradecer a monseñor Denis Jachiet por sus palabras de presentación, el Santo Padre dio la bienvenida a los miembros de las comunidades católicas francófonas del mundo, acompañados de sus obispos.

“Juntos -dijo el Papa- organizaron este encuentro con motivo de sus Jornadas Pastorales. Sus comunidades reúnen a francófonos que, viviendo en el extranjero, buscan compartir la fraternidad para experimentar juntos la alegría del Evangelio. Les agradezco su presencia y saludo a todos los francófonos que pertenecen a sus comunidades”.

A los participantes en estas jornadas de formación pastoral que se encuentran en Roma, reflexionando sobre el proceso sinodal de la Iglesia, el Papa les dijo que son un signo de comunión con sus comunidades locales; con las diócesis en las que se encuentran; con la Iglesia en Francia; y en comunión con el Papa y la Iglesia universal.

El pontífice compartió algunas reflexiones tomadas de la Palabra de Dios y en sintonía con su estudio de profundización sobre la sinodalidad en la Iglesia.

Lo primero que observó el Santo Padre es que los discípulos de Jesús, después de su Ascensión, comienzan a reunirse en el Cenáculo. Todos están unidos ‘con un solo corazón’. “También nosotros estamos llamados a encontrarnos y permanecer unidos, y a volvernos hacia los demás, a dejarnos interpelar por las preguntas de nuestros hermanos, a ayudarnos y enriquecernos mutuamente en la diversidad de carismas, vocaciones y ministerios”.

Por eso, fortalecidos por nuestras diferencias culturales, nuestras diferencias de enfoque de la fe, afirmó el Santo Padre, nos convertimos en expertos en el arte del encuentro. “Tienen la gran oportunidad de experimentarlo en los países en los que se encuentra. Con los cristianos locales estás llamado a formar un solo corazón, a ser una comunidad no cerrada en sí misma en un aislamiento estéril, sino como parte activa de la Iglesia local. Encontrar los rostros, cruzar las miradas, compartir la historia de cada uno: esta es la cercanía de Jesús que estamos llamados a experimentar. Un encuentro puede cambiar una vida. Y el Evangelio está lleno de estos encuentros con Cristo que elevan y curan”.

“El encuentro requiere apertura, valentía, disposición a dejarse interpelar por la historia del otro. El encuentro nos transforma y siempre nos abre nuevos caminos que no habíamos imaginado. Lo descubrimos muy pronto cuando vivimos en el extranjero”.

El Sínodo es un camino de discernimiento espiritual
Otro aspecto que destacó el Papa fue que, en el relato de los Hechos de los Apóstoles, es importante constatar que los discípulos se reúnen para orar asiduamente. “Oración que descuidamos con demasiada frecuencia y que es necesaria para escuchar lo que el Espíritu quiere decir a la Iglesia. El Sínodo -indicó el pontífice- es un camino de discernimiento espiritual, de discernimiento eclesial, que se realiza sobre todo en la adoración, en la oración, en el contacto con la Palabra de Dios, y no desde nuestra propia voluntad, nuestras propias ideas o nuestros propios planes”.

La sinodalidad, agregó el Papa, presupone la escucha. “Debemos desarrollar la escucha en la Iglesia. Es así como Dios nos muestra el camino a seguir, sacándonos de nuestros hábitos, llamándonos a tomar nuevos caminos como Abraham. Tenemos que escuchar a Dios que nos habla, y no sólo escucharlo de forma distraída. Porque la Palabra de Dios es "viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos". Es la escucha de su Palabra la que nos abre al discernimiento y nos ilumina. Si no está en el corazón y en la base de la sinodalidad, corremos el riesgo de reducir este tiempo de gracia a una reunión eclesial más, o a un coloquio de estudio, o a una especie de parlamento”.

“El sínodo es un tiempo de gracia, un proceso guiado por el Espíritu que hace nuevas todas las cosas, que nos libera de la mundanidad, de nuestras cerrazones, de nuestros patrones pastorales repetitivos y del miedo. Nos llama a interrogarnos sobre lo que Dios quiere decirnos en este tiempo, hoy, y la dirección en la que quiere conducirnos”

Finalmente, el Santo Padre dijo que, al llegar el día de Pentecostés, todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba poder para hablar. “La acción del Espíritu libera a los discípulos paralizados por el miedo. Supera su resistencia humana. Se expande y abre sus corazones. Es este cambio de corazones el que nos permitirá cambiar el mundo, renovar el rostro de la Iglesia”. El Espíritu, que habita en nosotros, nos protege del envejecimiento interior, nos hace valientes para llevar el Evangelio a todos, de forma siempre nueva. Los cristianos no podemos contentarnos con ser iluminados e inflamados por el Espíritu, enriquecidos con sus dones, sin sentirnos llamados a comunicar este fuego, a dar testimonio de las "maravillas de Dios" en nuestra vida, con la calidad de nuestros encuentros, nuestra escucha y nuestro amor fraterno.+