Viernes 26 de abril de 2024

Falleció el sacerdote betharramita Daniel Martín

  • 14 de febrero, 2013
  • Buenos Aires (AICA)
El padre Daniel Martín, de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram (padres bayoneses), falleció en Buenos Aires a la edad de 74 años. "Fuimos testigos de su testimonio de fe y amor a la Cruz que el Señor le pedía llevar. Dios lo amó y él amó a Dios. Quiso el Dios de la vida llamarlo el día de la Vida Consagrada y de la Presentación de Jesús en el Templo", dijo el superior regional de la congregación, P. Gustavo Agín, al comunicar el fallecimiento. El deceso se produjo en la madrugada del sábado 2 de febrero. Tras las exequias celebradas en la iglesia de San Juan Bautista (Alsina y Piedras) el domingo 3 de febrero a las 9.30, sus restos fueron trasladados al cementerio de la Chacarita donde recibieron sepultura en el panteón de la Congregación.
Doná a AICA.org
El padre Daniel Martín, de la Congregación de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram (padres bayoneses), falleció en Buenos Aires a la edad de 74 años, tras sufrir con gran entereza los dolores de una grave enfermedad.

"Fuimos testigos de su testimonio de fe y amor a la Cruz que el Señor le pedía llevar. Dios lo amó y él amó a Dios. Quiso el Dios de la vida llamarlo el día de la Vida Consagrada y de la Presentación de Jesús en el Templo. Le concedió en su misericordia celebrar los 50 años de sacerdocio el pasado 16 de diciembre". Son conceptos del mensaje que envió a los religiosos de la congregación el superior regional, padre Gustavo Agín.

El deceso se produjo en la madrugada del sábado 2 de febrero. El velatorio se efectuó en la Comunidad de San Juan Bautista (Alsina y Piedras, Capital Federal). Tras las exequias celebradas en la iglesia de San Juan Bautista el domingo 3 de febrero a las 9.30, sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de la Chacarita donde recibieron sepultura en el panteón de la Congregación.

Según expresión del padre Agín, el padre Martín "ayudó sin descanso en la formación de los religiosos betharramitas y de los laicos allegados a la congregación. Cuidó de las familias. Recogió muchos amigos y fieles que, con devoción, lo tenían por un ser humano como todos: siempre falible, sensible; pero en el que Cristo Sacerdote se revelaba santo y misericordioso. No podemos ocultar que lo vamos a extrañar. Todos los que lo conocimos y recibimos de él muchas enseñanzas, y algunos retos de buen padre y pastor, hemos quedado un poco en deuda con muchos gestos gratuitos. Confiamos en que Jesús, María y José lo reciban en las moradas eternas. Y San Miguel Garicoïts le abra la puerta de los betharramitas de verdad".+