El testimonio creíble requiere actos concretos de amor, recordó el Papa a los dehonianos
- 27 de junio, 2024
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Francisco anima a los Sacerdotes del Sagrado Corazón (o dehonianos) a orar por el don de la unidad y a dar un testimonio creíble y eficaz, a través de actos concretos de amor.
"Sin oración no hay progreso, no hay posición: ¡ni en la vida religiosa ni en el apostolado! Sin oración no se hace nada", les dijo el Papa Francisco este jueves a los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (o dehonianos), a los que recibió en el Vaticano, recordándoles el llamado de su fundador a "hacer de la unión con Cristo, en su amor por el Padre y por todos, el principio y centro" de sus vidas.
Los miembros de la orden religiosa se encuentran en Roma para su 25º Capítulo General, cuyo tema es: "Llamados a ser uno en un mundo cambiante: 'Para que el mundo crea'". En sus comentarios, el Papa Francisco se centró en dos aspectos de ese tema: unidad y evangelización.
El mundo "parece haber perdido el corazón". Pero hay un modo para los cristianos y, en particular, para las personas consagradas, de reavivarlo: rezar con intensidad, casi hasta el punto de tener los latidos del propio corazón acompasados con los del Corazón de Jesús, y así evangelizar a la humanidad.
'Ser uno'
El Santo Padre comenzó su reflexión recordando a los religiosos que la unidad es un don, que no se consigue con nuestros propios esfuerzos, aunque debemos poner de nuestra parte. Respecto de la unidad, recordó con qué fuerza Cristo la pidió para sus discípulos durante la Última Cena, no tanto como "un proyecto o un fin a realizar", sino ante todo como "un don" para ellos.
"Es importante recordarlo: la unidad no es obra nuestra, no podemos conseguirla solos: podemos hacer nuestra parte -y debemos hacerla-, pero necesitamos la ayuda de Dios. Es Él quien nos reúne y nos anima, y crecemos tanto más cohesionados entre nosotros, cuanto más unidos estamos a Él".
"No olviden el culto"
"Si quieren que crezca la comunión entre ustedes -recomendó Francisco-, los invito a que, en sus decisiones capitulares, tengan muy en cuenta el valor de la vida sacramental, de la asiduidad en la escucha y meditación de la Palabra de Dios, de la centralidad de la oración personal y comunitaria, especialmente de la adoración: ¡no olviden la adoración!".
Que la capilla sea la habitación más frecuentada de sus casas religiosas, por todos y cada uno, sobre todo como lugar de silencio humilde y receptivo y de oración escondida, para que los latidos del Corazón de Cristo marquen el ritmo de sus jornadas, modulen el tono de sus conversaciones y sostengan el celo de su caridad".
'Para que el mundo crea'
Volviendo a la misión de anunciar el Evangelio, el Papa Francisco preguntó: "¿Cómo vivir como misioneros hoy, en un mundo marcado por desafíos inmensos y complejos?"
Recordó las palabras del fundador de la orden, el padre León Dehon, quien, meditando sobre la Pasión, comprendió que todos los sufrimientos de Jesús eran resultado de su amor al Padre y a toda la humanidad.
"He aquí el secreto de un anuncio creíble y eficaz", dijo el Papa Francisco: "Permitir, como Jesús, que la palabra 'amor' se escriba en nuestra carne, es decir, en la concreción de nuestras acciones".
El secreto de un anuncio creíble
Luego, el Papa volvió con decisión sobre la necesidad de erradicar la "plaga" de la "charlatanería", que "destruye por dentro", invitando con insistencia a "no hablar nunca mal de los demás". A continuación, subrayó el segundo punto que se deriva de una vida de unidad y la oración: la "capacidad de evangelizar", de ser "misioneros hoy, en un tiempo complejo, marcado por grandes y múltiples desafíos". Francisco citó al fundador de los Dehonianos, el padre León Dehon, que decía que los azotes, las espinas, los clavos habían "escrito en la carne del Salvador una sola palabra: amor".
"Este es el secreto de un anuncio creíble, de un anuncio eficaz: dejar que la palabra 'amor' se escriba, como en Jesús, en nuestra carne, es decir, en la concreción de nuestras acciones, con tenacidad, sin detenerse ante los juicios que azotan, los problemas que angustian y la maldad que hiere, sin cansarse, con un afecto inagotable por cada hermano y hermana, solidarios con Cristo Redentor en su deseo de reparar los pecados de toda la humanidad".
El Santo Padre concluyó su reflexión con el deseo de que los Padres del Sagrado Corazón perseveren en su misión, con la misma fe y la misma generosidad que inspiraron a su fundador.+