Jueves 2 de mayo de 2024

'El primer paso para evangelizar es tener a Jesús en el centro del corazón'

  • 18 de octubre, 2023
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El Papa Francisco reflexionó este miércoles sobre la figura de san Carlos de Foucauld, "un hombre que hizo de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida"
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El Papa Francisco presidió como cada miércoles la audiencia general en la Plaza San Pedro y continuó sus catequesis sobre los “testigos ejemplares de celo apostólico”.

El Santo Padre reflexionó hoy sobre la figura de "un hombre que ha hecho de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida”: san Carlos de Foucauld que, precisamente en Tierra Santa, descubrió su vocación de convertirse en "hermano de todos", la cual luego lo conduciría a compartir la vida de los Touareg en el desierto del Sahara.

El pontífice invitó a redescubrir el secreto de Foucauld al haber encontrado la razón de su vida en Jesús: “He perdido mi corazón por Jesús de Nazaret”, le escribió a un amigo. 

Si eso no llega a suceder, “corremos el riesgo de hablar de nosotros mismos, de nuestro grupo, de una moral o, peor todavía, de un conjunto de reglas, pero no de Jesús, de su amor, de su misericordia”. Después de haber vivido una juventud alejada de Dios, “sin creer en nada sino en la búsqueda desordenada del placer, se confía a un amigo no creyente, al que, después de haberse convertido acogiendo la gracia del perdón de Dios en la Confesión, revela la razón de su vivir. Escribe: 'He perdido mi corazón por Jesús de Nazaret'. El hermano Carlos nos recuerda así que el primer paso para evangelizar es tener a Jesús en el centro del corazón, es 'perder la cabeza' por Él”, sostuvo el Papa. 

De la atracción por Jesús, Carlos de Foucauld pasa a “la imitación de Jesús” y viaja a Tierra Santa, “para visitar los lugares en los que el Señor ha vivido y para caminar donde el Maestro ha caminado”. Es en la ciudad de Nazaret donde comprende que tiene que formarse “en la escuela de Cristo”, y entonces empieza a vivir “una relación intensa con Él, pasa largas horas leyendo los Evangelios y se siente su hermano pequeño”.

Conociendo a Jesús, nace en el santo el deseo de darlo a conocer a los demás, “en silencio, con el ejemplo, con la vida”: “Entonces decide establecerse en regiones lejanas, para gritar el Evangelio en el silencio, viviendo en el espíritu de Nazaret, en pobreza y en lo escondido. Va al desierto del Sahara, entre los no cristianos, y allí llega como amigo y hermano, llevando la mansedumbre de Jesús”.

“¿Creemos nosotros en la fuerza de la Eucaristía? Nuestro ir hacia los otros, nuestro servicio, ¿encuentra ahí, en la adoración, su inicio y su cumplimiento?”, les preguntó el Papa a los fieles presentes en la plaza.

Sobre la figura de san Carlos de Foucauld, Francisco ha añadido que anticipó los tiempos del Concilio Vaticano II, intuyendo “la importancia de los laicos” y comprendiendo “que el anuncio del Evangelio pertenece a todo el pueblo de Dios”.

“San Carlos de Foucauld, figura profética para nuestro tiempo, ha testimoniado la belleza de comunicar el Evangelio a través del apostolado de la mansedumbre: él, que se sentía “hermano universal” y acogía a todos, nos muestra la fuerza evangelizadora de la ternura”, destacó Francisco.

Los vínculos fraternos y de amistad que san Carlos de Foucauld estrechó con los tuareg generaban después fraternidad, inclusión y la valorización de la cultura del otro: “La bondad es sencilla y pide ser personas sencillas, que no tengan miedo de donar una sonrisa”.

“Preguntémonos entonces finalmente si llevamos en nosotros y a los otros la alegría cristiana, que no es simple gozo, sino caridad del corazón. La alegría es el termómetro -concluyó el Papa- que mide el calor de nuestro anuncio de Jesús; de Él, que es para todos la Buena Noticia”.+