Martes 19 de marzo de 2024

El Papa pide a los Claretianos "resistir el envejecimiento del alma"

  • 9 de septiembre, 2021
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Francisco recibió esta mañana a los participantes en el capítulo general de los Claretianos y los invitó a no separar la oración de la acción misionera
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“Si quieren ser testigos no pueden dejar de ser adoradores”, pidió el papa Francisco al recibir esta mañana a los participantes del capítulo general de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, comúnmente conocidos como Claretianos, un grupo de alrededor de un centenar de religiosos de todo el mundo, en representación de los casi tres mil miembros del Instituto. Acompañando a los miembros del Capítulo, que reeligieron al padre Mathew Vattamattam como superior general.

Testigos y adoradores: dos dimensiones que se nutren
Retomando el tema del capítulo "Arraigado y audaz", el Papa aclaró la premisa fundamental para adherirse a este estilo: una vida de oración y contemplación. Es esta unión la que "te permite contemplar el Espejo, que es Cristo, para convertirte en espejo de los demás", dijo el pontífice.

“Si quieres que tu misión sea verdaderamente fructífera, subrayó, no puedes separar la misión de la contemplación y una vida de intimidad con el Señor. Si quieren ser testigos, no pueden dejar de ser adoradores. Testigos y adoradores son dos palabras que se encuentran en el corazón del Evangelio: "Los llamó para estar con Él y para enviarlos a predicar". Dos dimensiones que se alimentan, que no pueden existir la una sin la otra.

Fuera del texto del discurso, Francisco agregó lo triste que es cuando nos encontramos con hombres y mujeres consagrados que solo saben de oídas. Habla de la necesidad de dejarse buscar en la oración, "perdiendo el tiempo ante el Señor". 

El aburrimiento o el exceso de trabajo -prosigue el Papa- no pueden ser obstáculo para encontrar la mirada de Dios. El Papa les dijo una elocuente semejanza: si nunca somos conscientes de nuestra fragilidad y nos mostramos como el "Tarzán" del apostolado , invencible, nunca será posible que Dios manifieste su poder.

Usar el Evangelio como un vademécum, no como una ideología
El papa Francisco citó las Constituciones Generales de la Congregación, que describen el rasgo saliente del claretiano que "arde de caridad y arde por donde pasa" y nos invita a renovar este entusiasmo, esta diligencia por dejarnos arder por el amor del Señor, dejando que Él sea la única seguridad. 

"Esto les permitirá ser hombres de esperanza", dice el Papa, de la esperanza que no defrauda y no conoce el miedo. A lo que hay que temer -especifica- es a caer en lo que él define como "esquizofrenia" espiritual, en la mundanidad espiritual que llevaría a depender sólo de los "carros" y "caballos" de uno, de las propias fuerzas, de creerse el mejor, buscar obsesivamente el bienestar, el poder. Jesús debe seguir siendo el criterio rector de la vida y las opciones misioneras, enfatizó Francisco, recordando que no se puede vivir con el espíritu del mundo y pretender servir al Señor. Y luego vuelve a orientar la existencia a partir de los valores del Evangelio:

“No utilicen nunca el Evangelio de forma instrumental, como ideología, sino como vademécum, dejándose guiar en todo momento por las opciones del Evangelio y por el deseo ardiente de seguir a Jesús e imitarlo en la oración, en el trabajo, y en buscar siempre y solo la gloria de Dios y la salvación de las almas”, aconsejó Francisco a los claretianos.

Improvisando nuevamente, el pontífice añadió que "la mundanidad espiritual es tremenda, porque te transforma desde dentro". Y cuenta lo impresionado que quedó cuando leyó las "Meditaciones sobre la Iglesia" del padre Lubac, donde dice que es el peor mal que le puede pasar a la Iglesia.

La misión es "de cercanía", no estar en la ventana
Por tanto, del arraigo en el Evangelio nace la audacia misionera, necesaria para la vida consagrada. Esto, observa el Papa, "necesita personas mayores que resistan el envejecimiento de la vida y jóvenes que resistan el envejecimiento del alma". De ahí la nueva invitación de Francisco a salir, ir donde nadie quiere ir, donde se necesita la luz del Evangelio, trabajando codo con codo con la gente:

Tu misión no puede ser "a distancia", sino de cercanía, de proximidad. En la misión no puedes conformarte con mirar por la ventana, observar con curiosidad desde lejos. Podemos mirar la realidad desde la ventana o trabajar para cambiarla. Siguiendo el ejemplo del padre Claret, no pueden ser meros espectadores de la realidad. No seas pasivo ante las tragedias vividas por muchos de nuestros contemporáneos, más bien comprométete plenamente en la lucha por la dignidad humana y respeto a los derechos fundamentales de la persona.

El Papa también los invita a releer la historia del carisma claretiano, a llenarnos de su savia a la luz de la Palabra y a los signos de los tiempos, y utiliza una metáfora: "La vida consagrada es como el agua, si no fluye se pudre ". Entonces "nacerá una vida profética que permitirá también despertar e iluminar al mundo".

Centrarse en lo esencial, uno de los frutos de la pandemia
La esperanza que el papa Francisco expresa a los claretianos es una vida vacía de tanto letargo y de tantos miedos "que, si no estamos atentos, nos impiden estar a la altura de los tiempos y circunstancias que exigen una vida consagrada audaz y valiente, una vida religiosa libre, liberada y liberadora a partir de nuestra precariedad”. 

Creo que este podría ser uno de los mejores frutos de esta pandemia que desafió muchas de nuestras falsas certezas. También espero que el Capítulo los haya llevado a concentrarse en los elementos esenciales que definen la vida consagrada hoy: la consagración, que potencia la relación con Dios; la vida fraterna en comunidad, que prioriza una relación auténtica con los hermanos; y la misión, que te lleva a salir, a desconcentrar para salir al encuentro de los demás, especialmente a los pobres, para llevarlos a Jesús.

Francisco concluyó reiterando también en esta circunstancia un aspecto que le es particularmente cercano: no descuides el sentido del humor. "Es una gracia la alegría -subrayó- y la alegría es una dimensión de santidad", concluyó.+