Sábado 20 de abril de 2024

El Papa en la misa de la Epifanía: "La adoración un gesto de amor que cambia la vida"

  • 6 de enero, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Misa de la Soleminidad de la Epifanía del Señor
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El papa Francisco presidió este lunes 6 de enero en la basílica de San Pedro la misa por la solemnidad de la Epifanía del Señor, en la que destacó la importancia de la adoración, a igual que lo hicieron los Reyes Magos, y la definió como “un gesto de amor que cambia la vida”.



“En la vida cristiana no es suficiente saber: sin salir de uno mismo, sin encontrar, sin adorar, no se conoce a Dios. La teología y la eficiencia pastoral valen poco o nada si no se doblan las rodillas; si no se hace como los Magos, que no solo fueron sabios organizadores de un viaje, sino que caminaron y adoraron”, destacó en la homilía.



“Cuando uno adora, se da cuenta de que la fe no se reduce a un conjunto de hermosas doctrinas, sino que es la relación con una Persona viva a quien amar”, afirmó, y agregó: “Adorar es descubrir que para rezar basta con decir: ‘¡Señor mío y Dios mío!’, y dejarnos llenar de su ternura”.



El pontífice sostuvo que “la adoración es un gesto de amor que cambia la vida. Es actuar como los Magos: es traer oro al Señor, para decirle que nada es más precioso que Él; es ofrecerle incienso, para decirle que sólo con Él puede elevarse nuestra vida; es presentarle mirra, con la que se ungían los cuerpos heridos y destrozados, para pedirle a Jesús que socorra a nuestro prójimo que está marginado y sufriendo, porque allí está Él”.



“La adoración es la finalidad de su viaje, el objetivo de su camino. De hecho, cuando llegaron a Belén, ‘vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron’”.



“Si perdemos el sentido de la adoración, perdemos el sentido de movimiento de la vida cristiana, que es un camino hacia el Señor, no hacia nosotros. Es el riesgo del que nos advierte el Evangelio, presentando, junto a los Reyes Magos, unos personajes que no logran adorar”.



Al referirse a la actitud de Herodes, que usa el verbo adorar, pero de manera engañosa, el Papa precisó que, en realidad, el rey “sólo se adoraba a sí mismo y, por lo tanto, quería deshacerse del Niño con mentiras”, y se preguntó: “¿Qué nos enseña esto?”



“Que el hombre, cuando no adora a Dios, está orientado a adorar su yo. E incluso la vida cristiana, sin adorar al Señor, puede convertirse en una forma educada de alabarse a uno mismo y el talento que se tiene. Es un riesgo grave: servirnos de Dios en lugar de servir a Dios”, subrayó.



“Cuántas veces hemos cambiado los intereses del Evangelio por los nuestros, cuántas veces hemos cubierto de religiosidad lo que era cómodo para nosotros, cuántas veces hemos confundido el poder según Dios, que es servir a los demás, con el poder según el mundo, que es servirse a sí mismo”, añadió.



Francisco explicó que “al adorar uno aprende a rechazar lo que no debe ser adorado: el dios del dinero, el dios del consumo, el dios del placer, el dios del éxito, nuestro yo erigido en dios”.



“Adorar es hacerse pequenÌÂ?o en presencia del Altísimo, descubrir ante Él que la grandeza de la vida no consiste en tener, sino en amar. Adorar es redescubrirnos hermanos y hermanas frente al misterio del amor que supera toda distancia: es obtener el bien de la fuente, es encontrar en el Dios cercano la valentía para aproximarnos a los demás. Adorar es saber guardar silencio ante la Palabra divina, para aprender a decir palabras que no hieren, sino que consuelan”, subrayó.



El Papa invitó a que cada uno se pregunte: “¿Soy un adorador cristiano?” y planteó: “Muchos cristianos que oran no saben adorar. Hagámonos esta pregunta. ¿Encontramos momentos para la adoración en nuestros días y creamos espacios para la adoración en nuestras comunidades?”



“Depende de nosotros, como Iglesia, poner en práctica las palabras que rezamos hoy en el Salmo: ‘Señor, que todos los pueblos te adoren’. Al adorar, nosotros también descubriremos, como los Magos, el significado de nuestro camino. Y, como los Magos, experimentaremos una ‘inmensa alegría’”.+



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