Sábado 23 de noviembre de 2024

El Papa animó a pedir con fuerza la gracia de la conversión

  • 6 de diciembre, 2020
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
El papa Francisco reflexionó este domingo, a la hora del Ángelus, sobre las ataduras que nos mantienen cerca del pecado y la importancia de pedir la gracia de la conversión.
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Durante el rezo del Ángelus del domingo, el papa Francisco dedicó la reflexión de este 6 de diciembre a meditar sobre la conversión. Porque "son muchas las ataduras que nos mantienen cerca del pecado", la conversión "es una gracia" que debemos pedir con fuerza, aseguró. 

Desde la ventana del Palacio Apostólico, el Santo Padre rezó con los fieles presentes en la plaza de San Pedro la oración mariana del Ángelus. En este segundo domingo de Adviento, reflexionó sobre la figura y la obra de Juan el Bautista quien “señaló a sus contemporáneos un itinerario de fe similar al que el Adviento nos propone a nosotros”: este itinerario de fe – afirmó el Pontífice – es un itinerario de conversión.  

Pasar del pecado al amor de Dios
Tal como enseñaba el Bautista, que en el desierto de Judea proclamaba “un bautismo de conversión para perdón de los pecados”, el Papa explicó que convertirse “significa pasar del mal al bien, del pecado al amor de Dios”, tanto en la vida moral como espiritual. 

En aquel entonces, “recibir el bautismo era un signo externo y visible de la conversión” de quienes escuchaban la predicación del Bautista y “decidían hacer penitencia”. Sin embargo, el bautismo “era inútil sin la voluntad de arrepentirse y cambiar de vida”, señaló.

“La conversión implica el dolor de los pecados cometidos, el deseo de liberarse de ellos, el propósito de excluirlos para siempre de la propia vida. Para excluir el pecado, hay que rechazar también todo lo que está relacionado con él: la mentalidad mundana, el apego excesivo a las comodidades, el apego excesivo al placer, al bienestar, a las riquezas.”

Juan el Bautista, un hombre austero, “que renuncia a lo superfluo y busca lo esencial”, describió Francisco, “es el ejemplo de este desapego del pecado y de la mundanidad”.

El fin último es la comunión con Dios
El otro aspecto de la conversión, explicó el Santo Padre, es “el final del camino" constituido por “la búsqueda de Dios y de su reino”.

“El abandono de las comodidades y la mentalidad mundana no son un fin en sí mismo, no es ascetismo sólo para hacer penitencia: el cristiano no hace de faquir. Es otra cosa. El desapego no es un fin en sí mismo, sino que tiene como objetivo lograr algo más grande, es decir, el reino de Dios, la comunión con Dios, la amistad con Dios.”

Este objetivo “no es fácil”, añadió el Santo Padre, “porque son muchas las ataduras que nos mantienen cerca del pecado: inconstancia, desánimo, malicia, mal ambiente y malos ejemplos”. 

A veces – continuó - el impulso que sentimos hacia el Señor es demasiado débil y parece casi como si Dios callara; nos parecen lejanas e irreales sus promesas de consolación, como la imagen del pastor diligente y solícito, que resuena hoy en la lectura de Isaías. Es entonces cuando se siente la “tentación” de decir que es “imposible convertirse de verdad”: ese desánimo, dijo el Papa, "es arena movediza de una existencia mediocre".

“¿Qué podemos hacer en estos casos?”, preguntó el Papa Francisco. “En primer lugar, recordar que la conversión es una gracia", afirmó, y recordando que "nadie puede convertirse con sus propias fuerzas", animó a “pedirle a Dios con fuerza que nos convierta".

Finalmente, el pontífice rezó para que María Santísima, a quien pasado mañana celebraremos como la Inmaculada Concepción, “nos ayude a desprendernos cada vez más del pecado y de la mundanidad, para abrirnos a Dios, a su palabra, a su amor que regenera y salva”.+