Domingo 1 de junio de 2025

El Papa animó a los franceses a una renovación misionera 'pese a vientos hostiles'

  • 31 de mayo, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En el centenario de la canonización de tres santos franceses, León XIV habla de la "herencia cristiana" de Francia, que "aún impregna profundamente su cultura y permanece viva en muchos corazones".
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Tres santos como modelos a seguir para afrontar los desafíos de la Iglesia francesa moderna. Esta es la idea central de la carta enviada por el papa León XIV a la Conferencia Episcopal Francesa, en la que se destaca la importancia del próximo centenario de la canonización de tres santos franceses.

"La magnitud de los desafíos que afronta la Iglesia en Francia un siglo después y la actualidad cada vez mayor de estos tres modelos de santidad al afrontarlos me impulsan a invitarlos a dar a este aniversario un relieve particular", escribe el Papa León.

Tres santos franceses
En primer lugar, Santa Teresita de Lisieux, monja carmelita francesa del siglo XIX que murió a los 24 años y fue declarada Doctora de la Iglesia y Patrona de las Misiones, canonizada el 17 de mayo de 1925. El Santo Padre la describe como: "La gran Doctora in scientia amoris [la ciencia del amor] que nuestro mundo necesita, ella que 'respiró' el Nombre de Jesús en cada momento de su vida, con espontaneidad y frescura".

Dos semanas después, Pío XI canonizó a dos sacerdotes. El primero de ellos fue san Juan Eudes (1601-1680), sacerdote francés, fundador de las Congregaciones de Jesús y María (Eudistas) y de Nuestra Señora de la Caridad. Dedicó su vida a la formación de sacerdotes y a apoyar a mujeres con dificultades económicas o sociales, y promovió la devoción a los Corazones de Jesús y María.

El segundo sacerdote fue san Juan María Vianney (1786-1859), más conocido como el Cura de Ars, un sacerdote francés célebre por su celo pastoral, su práctica confesional y su intensa vida de oración. Famosamente, afirmó que "el sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús".

'Modelos a imitar'
Al decir que estaba "feliz" de dirigir una carta a los pastores de la Iglesia en Francia, el papa León XIV destacó la intención del papa Pío XI al canonizar a estos tres santos: quería convertirlos en "maestros a quienes escuchar, modelos a imitar y poderosos intercesores a quienes rezar e invocar".

"Ellos", escribió el Papa, "amaron a Jesús sin reservas, de manera sencilla, fuerte y auténtica; experimentaron su bondad y su ternura en una particular cercanía cotidiana, y lo testimoniaron con admirable fervor misionero".

Citando la última encíclica del papa Francisco, Dilexit nos ("Nos amó"), dedicada al Sagrado Corazón, el Santo Padre propuso una hoja de ruta misionera para Francia: "Ayudar a cada uno a descubrir el amor tierno y preferencial que Jesús tiene por ellos, tan poderoso que puede transformar sus vidas".

La herencia cristiana de Francia
Celebrar el centenario de la canonización de estos tres santos es "una invitación a dar gracias al Señor por las maravillas que ha realizado en esta tierra de Francia a lo largo de tantos siglos de evangelización y de vida cristiana", escribe el Santo Padre, añadiendo que "los santos no surgen espontáneamente, sino que por gracia, surgen de comunidades cristianas vivas que supieron transmitir la fe".

"Esta herencia cristiana aún les pertenece", dijo el Papa. "Aún impregna profundamente su cultura y permanece viva en muchos corazones. Por eso espero que estas celebraciones no solo recuerden con nostalgia un pasado que parece desaparecido, sino que despierten esperanza y despierten un nuevo impulso misionero".

'Renovando maravillas'
Tras haber dado a estos tres santos a Francia, Dios puede "renovar las maravillas que realizó en el pasado", escribe el papa León XIV. "¿No podría ser Santa Teresita la Patrona de las Misiones en las mismas tierras donde nació?".

Las dos figuras sacerdotales también pueden dar coraje a los jóvenes para responder al llamado de Dios, especialmente en un tiempo de escasez de sacerdotes y cuando "los sacerdotes están cada vez más agobiados y probados".

Al ordenar él mismo a once sacerdotes en la Basílica de San Pedro el 31 de mayo, el Papa León XIV envía un mensaje de gratitud a "todos los sacerdotes de Francia por su compromiso valiente y perseverante".

Por último, el Santo Padre invoca la intercesión de los tres santos canonizados en 1925 por Francia y por los católicos del país, que siguen adelante "entre vientos contrarios y a veces hostiles de indiferencia, materialismo e individualismo".