Viernes 26 de abril de 2024

El obispado castrense celebró el 104ª aniversario de la Fuerza Aérea Argentina (FAA)

  • 23 de agosto, 2016
  • Buenos Aires (AICA)
"En este tiempo de gracias especiales, la familia no solo está llamada a ser hogar y escuela de misericordia, sino también a redescubrirse a sí misma como expresión de la misericordia", recordó monseñor Pedro Candia, administrador diocesano del obispado castrense, durante la misa que celebró por el 104º aniversario de la creación de la Fuerza Aérea Argentina, el 9 de agosto. Asimismo, llamó a practicar las obras de la misericordia como familia, y a "redescubrirse a sí misma como expresión de la misericordia".
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"En este tiempo de gracias especiales, la familia no solo está llamada a ser hogar y escuela de misericordia, sino también a redescubrirse a sí misma como expresión de la misericordia", aseguró monseñor Pedro Candia, administrador diocesano del obispado castrense, durante la misa celebrada por el 104º aniversario de la creación de la Fuerza Aérea Argentina, el 9 de agosto.

"La misericordia de Dios no tiene un reflejo más perfecto en la Tierra que la propia familia", afirmó y recordó cómo es posible "practicar a diario obras de misericordia en la vida familiar":

1. Enseñar al que no sabe.
A la familia le corresponde educar con paciencia. Además, tiene la responsabilidad de inculcar a los hijos la disciplina del ´aprender a aprender´. También el marido y la mujer, a través de su comunión, pueden enseñarse mucho el uno al otro, que ambos tienen costumbres y habilidades diversas.

2. Dar buen consejo al que lo necesita. La familia es el lugar en el que con mayor espontaneidad se practica el buen consejo. En una educación equilibrada, ir pasando gradualmente de órdenes a dar consejos. Cuando llegue el momento en que los padres acuden a sus hijos para pedirles consejo, se sabrá que la educación ha ido bien.

3. Corregir al que yerra.
Fuera de la familia muchas veces no hay suficiente amor para corregir, en cambio, en la familia la corrección fraterna de hace con plena naturalidad. Una corrección es una obra de bien cuando se realiza con las debidas disposiciones.

4. Perdonar las injurias. En el seno de la familia se enseña a pedir perdón y a perdonar. Son dos caras de la misma moneda. Una supone superar el orgullo y la otra, superar el rencor. La única manera de educar en el perdón es reconocer que somos queridos gratuitamente porque quien es amado con gratuidad es capaz de amar del mismo modo.

5. Consolar al triste.
En la familia se educan los estados de ánimo; se aprende a tolerar el fracaso y a relativizar la tristeza y los disgustos (que muchas veces no son objetivos). En el matrimonio, también los esposos han de animarse mutuamente en sus estados de tristeza.

6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás. En la calle, los defectos se disimulan; en la familia, no. El amor maduro sabe compaginar la corrección fraterna con la aceptación de los defectos del otro. Además, muchas veces, cuando la persona se siente aceptada como es, y querida incluso con sus defectos, tiene la fuerza suficiente para empezar a cambiar.

7. Rogar a Dios por vivos y difuntos. La familia es escuela de oración. Si en la familia no se enseñara a rezar, ¿entonces donde? Conmueve la experiencia de ver a los padres rezando.

Asimismo, el prelado sostuvo que vivir el Año de la Misericordia en la familia implica "restablecer plenamente las relaciones familiares", vencer el rencor, pedir perdón, salir de nosotros mismos, y orar en familia.+