Viernes 29 de marzo de 2024

El Card. Rivera exhortó a la sociedad mexicana a no autodestruirse

  • 17 de marzo, 2015
  • Ciudad del México
El cardenal Norberto Rivera, arzobispo de México y primado de México presidió el domingo 15 de marzo, una misa en la catedral arquidiocesana rememorando los 100 años del genocidio armenio. En su homilía el purpurado llamó a la sociedad mexicana a no autodestruirse, y propuso encontrar la paz a través del don del amor: "Nuestra etapa glacial, la autodestrucción de nuestro mundo, la inutilidad de nuestras vidas, no proviene de Dios, no puede venir de Dios", expresó. Asistieron a la celebración representantes de la Iglesia Ortodoxa, maronita y el obispo armenio católico para América Latina, monseñor Vartán Boghossiam.
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El cardenal Norberto Rivera, arzobispo de México y primado de México presidió el domingo 15 de marzo, una misa en la catedral arquidiocesana rememorando los 100 años del genocidio armenio. En su homilía el purpurado llamó a la sociedad mexicana a no autodestruirse, y propuso encontrar la paz a través del don del amor: "Nuestra etapa glacial, la autodestrucción de nuestro mundo, la inutilidad de nuestras vidas, no proviene de Dios, no puede venir de Dios", expresó.

Asistieron a la celebración representantes de la Iglesia Ortodoxa, maronita y el obispo armenio católico para América Latina, monseñor Vartán Boghossian, quien regaló una cruz armenia al cardenal Norberto Rivera, en agradecimiento de conmemorar en la catedral mexicana a los fallecidos del holocausto en ese país.

El cardenal Rivera reconoció en su homilía que en un contexto de "realidades adversas" es difícil encontrar "la alegría" de la vida; sin embargo el fundamento para alegrarnos es fuerte y poderoso: "Dios nos ama". Así de simple y de sencillo. Es muy importante tener esto siempre presente ya que para muchos no es fácil creer en el amor por las traiciones y desilusiones que sufrieron. El que fue engañado y herido una vez, tiene miedo de amar y de ser amado porque sabe cuánto duele un desengaño", expresó el arzobispo mexicano.

Sin embargo "el amor de Dios, puede provocar en nosotros una alegría que el mundo no puede dar, es una realidad única, indivisible e irrefutable que se manifestó no sólo en "palabras lindas", sino en gestos y realidades que solemos llamar "Historia de Salvación", realizada en otros tiempos y que se repite en cada uno de nosotros.

"El ?Amor? ya fue derramado, subrayó el purpurado, en nuestros corazones y necesitamos descubrirlo, vivirlo y sobre todo testimoniarlo al interior de la Iglesia y a nuestro mundo, para que se termine esta etapa glacial de desilusiones e indiferencias, para que nuestra sociedad no sea un "hormiguero" que se autodestruye, para que cada uno de nosotros no sea "una pasión inútil".

Genocidio armenio

"Metz Yeghern" gran crimen, gran maldad sufrió el pueblo Armenio hace cien años, dijo el cardenal Rivera, pero "con la gracia del Señor el pueblo Armenio surgió de la muerte, recreó un país sobre las ruinas y los vestigios y reconstruyó "una patria de luz y de esperanza, de ciencia, instrucción y cultura. Con el poder de Dios en quien pusieron toda su confianza y con esfuerzos heroicos de sus hijos lograron grandes victorias, ganándose el respeto y la confianza y obteniendo reconocimiento por el trabajo esforzado y su contribución en las ciencias, en las artes y en el bien común en el concierto de las naciones.

"Pueblo Armenio, embellecido desde lo alto, nación mártir, pueblo resucitado, vive con alegría y amor, avanza con seguridad, con tu mirada dirigida hacia el monte Ararat que contiene el Arca. Entierra el odio y la venganza y lucha por la paz y la justicia", exhortó el arzobispo.

"Hermanos y hermanas, insistió el cardenal Rivera, es necesario que descubramos ese amor que Dios nos tiene; es necesario que disfrutemos y gocemos ese amor sin límites que Dios nos manifestó; es necesario que testimoniemos ese amor a nuestro mundo, para que nuestro mundo se salve. El que la luz no penetre en una habitación, la ilumine y caliente, no es culpa del sol, sino de las puertas y ventanas que no quieren abrirse".

"Nuestra etapa glacial, la autodestrucción de nuestro mundo, la inutilidad de nuestras vidas, no proviene de Dios, no puede venir de Dios, pues depende de nosotros el abrir las puertas y ventanas, para que el verdadero sol de justicia, que es Cristo Jesús, entre a nuestro mundo, entre a nosotros y renueve la faz de la tierra y a nosotros nos dé un corazón nuevo".

"El amor ya fue derramado en nuestros corazones, concluyó, y necesitamos descubrirlo, vivirlo y sobre todo testimoniarlo al interior de la Iglesia y del mundo, para que se termine esta etapa glacial de desilusiones e indiferencias, para que nuestra sociedad no sea un hormiguero que se autodestruye, para que cada uno de nosotros no sea una pasión inútil."+