Jueves 21 de noviembre de 2024

Debate sobre los menores y el delito: la voz de los católicos debe ser escuchada

  • 1 de agosto, 2024
  • San Francisco (Córdoba) (AICA)
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, destacó los pronunciamientos recientes de organismos eclesiásticos en cuanto al proyecto para bajar la edad de imputabilidad de los menores.
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El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, destacó los pronunciamientos recientes de organismos eclesiásticos en cuanto a los proyectos acerca del régimen penal juvenil, que prevén la baja de la edad de imputabilidad de los menores.

"Con argumentos sólidos y convergentes, apuntan a señalar que es minimalista punir sin prevenir, atendiendo a las delicadas causas humanas y sociales que llevan a un chico a delinquir", subrayó.

"La educación -tan querida y defendida por los argentinos- ha sido siempre el camino a transitar con paciencia, perseverancia y conjurando el criterio populista del inmediatismo", aseguró.

Ante quienes cuestionaron esas intervenciones, el obispo planteó: "La fe profesada por los católicos tiene todo el derecho de hacerse oír en los debates públicos de una sociedad abierta, libre y democrática".

"Lo hace, sobre todo, por la dimensión ética que tienen todos esos temas: no son solamente de técnica jurídica, económica o de salud. La pregunta por el bien moral y lo que es justo, aquí y ahora, es inseparable de todo debate político".

"Esta perspectiva moral es imprescindible, pues se trata no solo de temas complejos sino también altamente contingentes y opinables en muchos de sus aspectos. Mientras más voces se escuchen y converjan en un terreno común, mucho mejor", sostuvo, y profundizó: "Es ahí donde las voz de los católicos -una entre muchas- tiene todo el derecho, pero también el deber, de hacerse oír".

Texto de la reflexión
Entre los debates que hoy tiene nuestra Argentina está este sobre los #menores que delinquen: ¿qué es lo mejor y más adecuado? ¿Se deben corregir esos delitos? ¿Hay que bajar la edad de la imputabilidad? ¿Por dónde corre la prevención? ¿Qué rol tiene la educación? ¿Cómo se debe sancionar al menor que delinque?

Desde la #IglesiaCatólica ha habido dos pronunciamientos recientes que han querido sumar el punto de vista católicos sobre este delicado, complejo e importante tema: primero, la Comisión Nacional "Justicia y Paz"; ayer, una declaración conjunta de la Vicaría de los pobres, la Vicaría de los jóvenes y la Pastoral social de la arquidiócesis de Córdoba.

Con argumentos sólidos y convergentes apuntan a señalar que es minimalista punir sin prevenir, atendiendo a las delicadas causas humanas y sociales que llevan a un chico a delinquir. La educación -tan querida y defendida por los argentinos- ha sido siempre el camino a transitar con paciencia, perseverancia y conjurando el criterio populista del inmediatismo.

Justicia y Paz es un organismo laical e interdisciplinar bajo la órbita de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Sus pronunciamientos tiene ese valor: laicos, especialistas en distintos campos de lo social y que se animan a abrir juicios sobre temas de debate. No son la voz oficial de la Iglesia, pues ese es el rol de los obispos. En ocasiones, los obispos argentinos, hemos hecho nuestras sus declaraciones.

Los tres organismos de la Iglesia diocesana de Córdoba, bajo la guía del cardenal Rossi, integran también a laicos, pastores y consagrados que acercan su aporte al debate público.

Por tanto, no es solo la palabra de los "curas" que se meten en política. No es bueno "bajarle el precio" hablando -una vez más- de "pobrismo" o de la "pedofilia" en la Iglesia. Este último tema, demasiado doloroso como para seguir siendo usado como arma para descalificar a quien tiene una opinión que no coincide con la mía.

Nuestra democracia puede ser frágil y hasta inmadura, pero, desde que la inauguramos hace cuarenta y un años, nos permite hablar con libertad, expresando nuestros puntos de vista sobre los temas que nos involucran a todos.

¿Tiene que afinarse el discurso de la Iglesia (obispos, organismos y laicos), despojándose, por ejemplo, de cierta tendencia al moralismo? Estoy convencido de que sí, pero también estamos en esos procesos purficadores. Pero incluso en el caso de que nuestro discurso sea parcial (¿cuál no lo es en estas temáticas?), la palabra tiene que decirse, merece ser escuchada y valorada en sí misma.

La fe profesada por los católicos tiene todo el derecho de hacerse oír en los debates públicos de una sociedad abierta, libre y democrática. Lo hace, sobre todo, por la dimensión ética que tienen todos esos temas: no son solamente de técnica jurídica, económica o de salud. La pregunta por el bien moral y lo que es justo, aquí y ahora, es inseparable de todo debate político.

Esta perspectiva moral es imprescindible, pues se trata no solo de temas complejos sino también altamente contingentes y opinables en muchos de sus aspectos. Mientras más voces se escuchen y converjan en un terreno común, mucho mejor.

Es ahí donde las voz de los católicos -una entre muchas- tiene todo el derecho, pero también el deber, de hacerse oír.

Después, los mecanismos propios de nuestra democracia -especialmente en el Parlamento- adoptará las decisiones pertinentes. Podrán satisfacer nuestra visión de las cosas, en todo o en parte; o también, podremos estar en franco desacuerdo. En este último caso, a los católicos, como a cualquier ciudadano de a pie o a las organizaciones que nos representa, tenemos todo el derecho de manifestar nuestra crítica y trabajar para revertir decisiones que consideramos injustas.

Los debates se dan, no se censuran ni se paralizan de entrada.

El doloroso espejo de lo que hoy ocurre en la hermana Venezuela nos ayude a valorar la cultura democrática que, con sus más y sus menos, se viene afianzando en Argentina.+