Viernes 19 de abril de 2024

Cumplió 55 años el Carmelo de Nueve de Julio

  • 29 de mayo, 2018
  • Nueve de Julio (Buenos Aires) (AICA)
Con diversas celebraciones se recordó, el 11 de mayo, el 55º aniversario de la presencia en Nueve de Julio de las monjas carmelitas contemplativas en el Monasterio San José. Su llegada oficial fue el 11 de mayo de 1963, cuando se instalaron en forma provisoria en la casa paterna del cardenal Pironio.
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Con diversas celebraciones se recordó, el 11 de mayo, el 55º aniversario de la presencia en Nueve de Julio de las monjas carmelitas contemplativas en el Monasterio San José. Su llegada oficial fue el 11 de mayo de 1963, cuando se instalaron en forma provisoria en la casa paterna del cardenal Pironio, ofrecida generosamente por este. Apenas un día después se fundó el Monasterio San José de las Carmelitas Descalzas y, en febrero del año siguiente, se mudaron al lugar donde se encuentran hoy, en la calle Arturo Frondizi 1783.

Su historia se remonta al 19 de marzo de 1962 cuando el flamante obispo de Nueve de Julio, monseñor Antonio Quarracino, viajó junto con el entonces presbítero Eduardo Pironio a comprar estampas en el Carmelo de Buenos Aires. Allí monseñor Quarracino manifestó su deseo de llevar a las Carmelitas a Nueve de Julio y la Priora de entonces no tardó en hacerlo posible.

Del primer grupo fundador viven actualmente en el Monasterio San José, de Nueve de Julio, las hermanas Lucía y María del Carmen, mientras que una tercera, la hermana María Susana, está radicada en Buenos Aires. A ella se le encargó que modele el Cristo que donaron las carmelitas a la que fue la casa del cardenal Pironio, el 5 de febrero pasado día en que se conmemoraron los 20 años de del fallecimiento del Siervo de Dios.

La vida del convento, en el que actualmente hay 10 monjas, es austera. Unen la oración con el trabajo manual. La oración, el silencio, la vida comunitaria y la meditación marcan los sucesivos días que se acopian tras los años. Actividades que complementan con la fabricación en cerámica de imágenes sagradas y la confección de rosarios y estampas con las que se solventan.

Aunque las religiosas viven en clausura, manifiestan un marcado interés por el mundo que las rodea al que dedican parte de sus plegarias. Aseguran que el silencio es el camino para sentirse cerca de Dios. De hecho, esas son sus dos misiones principales: la vida de oración en comunidad fraterna y rezar por los sacerdotes y por toda la Iglesia.+