Card. Rossi: 'Celebramos que Dios nos ama sin medida y está cerca'
- 17 de junio, 2025
- Córdoba (AICA)
Desde el Módulo de Mujeres de Bouwer, el arzobispo de Córdoba destacó el misterio de la Trinidad como un llamado a la unidad, el amor y la esperanza.
En la solemnidad de la Santísima Trinidad, el cardenal Ángel Rossi SJ, arzobispo de Córdoba, presidió la misa radial desde el Módulo de Mujeres de Bouwer, también conocido como Establecimiento Penitenciario Nº3 para mujeres.
En coincidencia con el Día del Padre, el purpurado agradeció la oportunidad de compartir esta celebración con quienes "hoy viven una realidad difícil, pero siguen soñando y esperando".
Durante su predicación, el cardenal explicó el misterio de la Trinidad como una "fiesta de fe, de unidad y de amor" y recordó que, aunque difícil de comprender, este dogma revela a un Dios que se manifiesta en la relación amorosa entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: "Dios es uno, pero no está solo. Dios es relación. Y nos ama sin medida".
"Para nosotros, Jesús es el rostro visible de ese amor", prosiguió el cardenal Rossi. "Y el Espíritu Santo, aunque no tenga rostro, es la presencia viva del amor de Dios en nuestras vidas, que nos recuerda la enseñanza más profunda de Jesús: 'Dios te ama'".
El arzobispo cordobés enfatizó que la Trinidad invita a vivir la unidad y el amor: "Estamos hechos a imagen de Dios, por eso estamos hechos para la unidad. Pero no es fácil, requiere salir de uno mismo, animarse al sacrificio y renunciar al egoísmo".
A su vez, denunció la falsa unidad basada en la conveniencia y puso como ejemplo la actitud de algunos legisladores: "Cuando hay que subirse el sueldo, se abrazan todos. Ahí no hay grieta. Pero eso no es amor, eso es conveniencia" y diferenció: "El amor verdadero implica entrega, sacrificio, donación".
Entrega, sacrificio, donación
Hablando a las mujeres detenidas, les recordó que "incluso dentro de la cárcel se puede amar, se puede vivir la unidad, se puede ser testigo de esperanza".
El purpurado cordobés animó a cada una a ser "puente, no dinamita", a construir vínculos, acercarse a quien se siente sola y ser gestoras de cercanía: "Dios está dentro de sus celdas. No se quedó afuera. Llora con ustedes, espera con ustedes, trabaja con ustedes".
El cardenal también se refirió al dolor del mundo actual, aludiendo a las guerras, las injusticias económicas y la discriminación: "El mundo es un gran huérfano de amor. Dios se asoma desde el cielo y ve mucho dolor. Pero también ve corazones que luchan, que buscan, que aman".
Denunció la acumulación obscena de riqueza en pocas manos y la indiferencia ante el sufrimiento humano: "Con solo el 10% de lo que se gasta en guerras, podríamos erradicar el hambre en África y dar educación a todos los niños del mundo".
En ese contexto, pidió ser "hombres y mujeres para los demás", recordando que la felicidad no es posible en soledad: "La comunión es más que estar de acuerdo; es compartir la vida, el mate, el saludo, el gesto. Es construir todos los días una esperanza común".
Luego el cardenal invitó a recordar con gratitud a los padres y abuelos: "Quizás algunos ya no están, otros están lejos o no han estado siempre presentes. Pero hoy es momento de recordar lo bueno, el cariño, los gestos, la ternura que hemos recibido".
Para concluir citó los consejos del libro de Tobías: "No apartes tu rostro del pobre, y Dios no apartará su rostro de vos", y recordó que "la dignidad no se pierde ni con las rejas ni con el dolor. No dejen de soñar. No se permitan renunciar a saberse dignas".
Y volvió a expresar un mensaje de profunda esperanza cristiana: "El amor de Dios no tiene límites. Nos sana, nos acompaña, cubre todo dolor. Lo que celebramos hoy no es solo un misterio teológico. Celebramos que Dios nos ama sin medida y está cerca. No estamos solos. Nunca".+