Bicentenario de la coronación de la Virgen María como Reina y Madre de Misericordia
- 6 de mayo, 2015
- Buenos Aires (AICA)
El próximo domingo 10 de mayo se conmemorarán 200 años de la Coronación de la Virgen María como Reina y Madre de Misericordia. Con este motivo, la Hna. Margarita María Cagide, de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia (H.d.M.), en nombre de la madre superiora, Hna. Martha Rabino H.d.M., envió a AICA la historia del acontecimiento que se recuerda. "Se trata de una bella historia que tuvo lugar en Savona, la bellísima tierra de la Liguria, todo mar y todo sol del Mediterráneo, muy cerca de Génova. Era 1538?", expresa la Hna. Cagide, quien cuenta lo sucedido.
"Se trata de una bella historia que tuvo lugar en Savona, la bellísima tierra de la Liguria, todo mar y todo sol del Mediterráneo, muy cerquita de Génova. Era 1538?", expresa la hermana Cagide, quien nos cuenta lo sucedido.
Una historia de doscientos años
El 18 de marzo de 1538, a orillas del arroyo Letimbro, un sencillo labrador, Antonio Botta, que bajaba muy temprano esa mañana a lavarse las manos, tuvo una visión en la que se vio rodeado de un resplandor extraordinario, venido del cielo.
Antonio lo cuenta así: Oí una voz que de en medio del resplandor me decía: "Levántate y no temas, yo soy la Virgen María". Me levanté y me pareció ver en aquel resplandor, pero siempre confusamente, a una señora que me dijo estas palabras: "Ve a tu confesor y dile que anuncie al pueblo, en la iglesia, que ayune por tres sábados y que haga por tres días la procesión en honor de Dios y de su Madre; tú luego te confesarás y comulgarás y el cuarto sábado volverás a este lugar". Mientras decía esto, oí por la carretera pública a unos arrieros que pasaban. Temiendo que me viesen, quise esconderme, pero Ella me dijo: "No temas, pues no nos podrán ver". Y dichas estas palabras, desapareció la figura juntamente con el resplandor.
Llegó el cuarto sábado -8 de abril- y, obediente a la orden de la Santísima Virgen, Antonio se dirigió al lugar designado por Ella. Y nos cuenta: Habiendo vuelto el cuarto sábado al mismo lugar y rezando de rodillas mis oraciones, he aquí que repentinamente bajó del cielo un resplandor, aún mayor que la primera vez y se posó sobre una piedra que se hallaba a la orilla, y me rodeó de tal modo que me impidió ver, no sólo los montes, sino también los árboles más cercanos.
Claramente vi en el resplandor a una Señora con vestidura y manto blanco y con una corona de oro en la cabeza. Bajando y extendiendo las manos me habló así: "Ve a los de Savona quienes, para asegurarse de las cosas que yo te mandé decir el otro día, te enviaron a preguntarme, y diles que anuncien al pueblo que ayune tres sábados y que hagan por tres días la procesión. Porque si no fuera por aquellas pocas oraciones y buenas obras que practican sería el mundo mucho más atribulado de lo que es y exhorten a todo el pueblo a enmendarse porque mi divino Hijo está hoy muy enojado contra el mundo por las muchas iniquidades que al presente reinan en él... "Entonces, yo le respondí: Si no me das alguna señal no me creerán. Y Ella me dijo: "Yo les di tal señal interior aquella tarde en que fuiste llamado delante de ellos, que creerán sin necesidad de otra".
En seguida añadió: "Tú seguirás después tu vida. Y yo inspiraré a muchos lo que deberán hacer". Y, acabando de decir esto, levantó las manos y los ojos al cielo, dio tres veces la bendición sobre el arroyo repitiendo siempre: "Misericordia y no justicia". Luego, desapareció y quedó en aquel lugar, por mucho tiempo, una suave fragancia".
Coronación
El 10 de mayo de 1815, el papa Pío VII, libre del cautiverio que le impuso Napoleón Bonaparte y que lo mantuvo desterrado en Savona y luego en Fontainebleau, coronó solemnemente a la Virgen María, Madre de Misericordia, en su advocación de Savona, como Reina y Madre de Misericordia, acontecimiento del que ahora se cumplen 200 años.
"Doscientos años han pasado -acota la hermana Cagide- y el mundo continúa sediento de misericordia. Nos afligen temas fundamentales, como el respeto a la vida desde su concepción hasta la muerte natural; el sentido de familia y su legado; la contención de los hijos y los ancianos; la dignidad de la persona; el cuidado de la creación como el hábitat-escenario creado por Dios para asentar la vida; la convivencia fraternal de la gran familia humana".
"Pidamos a María, nuestra querida y tierna Madre de Misericordia, a doscientos años de su coronación, nos bendiga, nos cuide y nos acompañe", concluye la religiosa.+