Hoy la Iglesia celebra la entrada de Jesús en Jerusalén para realizar la obra de la Redención, dado que allí iba a padecer, morir y resucitar. Jesús entró en la ciudad, según relatan los evangelios, montado en un burro y fue recibido triunfalmente por el pueblo judío que con ramos de olivo en las manos gritaba: "Hosanna al hijo de David; bendito el que viene en nombre del Señor".
No tenía pensado ser monje, pero al encontrarse con San Roberto, abad de Solesmes, y se quedó con él. Tras una serie de acontecimientos, el 21 de marzo de 1098 Esteban inauguró la abadía de Citeaux, de la que fue abad. Entonces comenzó a hacer cada vez más rigurosa la regla de San Benito, lo que dejó desierto el monasterio. Un día se presentaron 30 candidatos, encabezados por el futuro San Bernardo y desde entonces debió fundar más abadías para responder al extraordinario ingreso de jóvenes. En 1119 San Esteban redactó el estatuto de la Orden Cisterciense. Murió el 28 de marzo de 1134, y fue canonizado en 1623.