De origen sirio, gobernó la Iglesia entre los años 155 y 166. Tuvo que combatir el gnosticismo, entonces en su apogeo, cuyos jefes, Valentín, Marción y Apeles, habían hecho de Roma el centro de su propaganda. Recibió la visita de San Policarpo y de Hegesipo, primer historiador de la Iglesia, que le dedicó su "Comentario de los Hechos de los Apóstoles". Trabajó para convencer a los orientales de celebrar la Pascua al mismo tiempo que la Iglesia de Occidente, aunque esta cuestión no logró solucionarla. Murió martirizado en el 166, durante la persecución promovida por el emperador Marco Aurelio Antonino.