Los griegos lo llaman Dionisio el grande, y San Atanasio lo califica de doctor de la Iglesia. En su juventud se entregó con ardor al estudio de la literatura profana y su deseo de aprender lo trajo al conocimiento del Evangelio. Fue maestro de la escuela de Alejandría en el 231 y en el 248 elegido patriarca de la ciudad. Durante la persecución de Decio, sostuvo valerosamente a los mártires y él mismo fue apresado por los perseguidores pero fue libertado por un grupo de cristianos. Estuvo en comunicación constante con los pontífices de Roma, condenó el cisma de Novaciano, excomulgó a Sebelio, combatió contra Pablo de Samosata y refutó el milenarismo. Murió en el año 265.