Mons. Carrara: 'Hay que promover la integración urbana de los barrios populares'
- 15 de enero, 2025
- La Plata (Buenos Aires) (AICA)
En una entrevista con Radio Provincia, el arzobispo de La Plata habló de la realidad socioeconómica del país, de su nueva misión episcopal y de su responsabilidad como presidente de Cáritas Argentina.
El arzobispo de La Plata y presidente de Cáritas Argentina, monseñor Gustavo Carrara concedió una entrevista a Radio Provincia, en la que habló de su nueva misión episcopal, la realidad socioeconómica del país y el rol que cumplen las comunidades en su propio desarrollo integral.
"Fortalecer la vida comunitaria es muy importante, porque las respuestas no pueden ser ni mercadocéntricas ni estadocéntricas, sino que las tienen que dar las mismas comunidades. Ellas conocen cuáles son sus problemas y también las soluciones. Las comunidades tienen su palabra para aportar", aseguró.
-¿Cómo fue su llegada a La Plata, una comunidad urbana donde existen muchos barrios vulnerables, área en la que usted viene trabajando hace tiempo?
-Hace 60 días no esperaba estar acá en la arquidiócesis de La Plata, que abarca cinco municipios: La Plata, Ensenada, Berisso, Punta Indio y Magdalena. Estoy conociendo de a poco, pero la verdad estoy muy contento y, sobre todo, muy agradecido por la calidad de la recepción que estoy teniendo.
-¿Se puede saber qué le pidió el Papa Francisco para esta nueva misión, esta nueva tarea?
-Me confía atender esta arquidiócesis y anunciar la alegría del Evangelio. Esto tiene una inmediata repercusión en la vida social porque el Evangelio de Jesús lleva a que también las personas puedan vivir con alegría, con dignidad. Eso es un poco lo que vengo a aportar, pero primero tengo que empezar escuchando, conociendo, aprendiendo. Esa es mi actitud inicial. Porque podemos tener intuiciones, ideas, sueños, pero la historia no arranca con uno. Cuando llegamos nuevos a un lugar, lo mejor que podemos hacer es escuchar, observar, aprender. Es el camino que acompaña el Papa Francisco: el camino sinodal, que quiere decir hacer un camino juntos, y esto empieza escuchando al otro con apertura de corazón. En eso estoy.
-Usted tiene una vocación especial en cuanto a la cercanía con las comunidades vulnerabless: su vida sacerdotal así lo indica. En La Plata, ¿qué está viendo hoy en los barrios?
-También me toca en este tiempo ser presidente de Cáritas Argentina. Allí tenemos un área específica, que se llama "Integración de barrios populares". Le pedí a la encargada de esa área un listado de los barrios populares en la arquidiócesis de La Plata. Para los que no conocen, se define barrio popular a un mínimo de 12 familias viviendo en un lugar y que no tienen la tenencia de la tierra, o sea, no tienen escritura. También, la accesibilidad a los servicios básicos -agua, electricidad segura, cloacas y otros- es nula o muy deficiente. El listado tiene unas cinco páginas, es decir: hay un montón de barrios populares, formados por 30 familias, 50 familias, 250 familias. Cuando los sumamos, forman una cantidad importante. Allí viven sobre todo niños, niñas y adolescentes. ¿Qué necesita un chiquito, una chiquita, un adolescente? Además del calor y del cariño de su familia, necesita una escuela cerca, un club, un espacio donde desplegar sus potencialidades; los jóvenes necesitan un primer trabajo. Esta también es una realidad de la arquidiócesis de La Plata en estos cinco municipios.
-Como presidente de Cáritas Argentina, ¿cómo está hoy la situación de los comedores populares? Hubo mucha polémica en el inicio del gobierno de Javier Milei: se decía que habían suspendido el envío de alimentos, pero no a todas las organizaciones. ¿Cuál es la información que podemos transmitir hoy sobre este tema?
-Haría esta distinción: hay un programa de Naciones Unidas, PNUD, que es para asistencia alimentaria; se mantiene en Cáritas Argentina y las iglesias evangélicas, pero se discontinuó o, en la mayoría de los casos, se interrumpió en los comedores de los movimientos populares, partiendo del preconcepto de que hay corrupción en todos esos lugares, con lo cual yo no estoy de acuerdo. Sí estoy de acuerdo en que los comedores y todos los espacios hagan sus rendiciones y reciban sus supervisiones. Eso es así: tiene que ser para todos igual.
Entonces, a nivel país, hay muchos espacios que daban de comer que ya no lo están haciendo. Eso también afecta a la organización comunitaria, porque en torno a esos comedores se genera vida comunitaria. Conozco experiencias directas de comedores comunitarios que no son de la Iglesia Católica, sino que surgieron de grupos de vecinos y vecinas que, en los momentos de mayor crisis, trabajan esencialmente por lo alimentario.
Cuando esa crisis baja, afloja, y las familias empiezan a tener trabajo y ya no necesitan tanto del comedor comunitario, esos mismos espacios, ya constituidos como una pequeña comunidad, viran su trabajo hacia apoyos escolares, o se animan a emprender un centro de primera infancia o incluso logran interactuar con jóvenes que tienen problemas con consumos y están en la calle. Y no solo les dan de comer, sino que trabajan para que salgan de la calle: estoy pensando en experiencias que conozco.
Fortalecer la vida comunitaria es muy importante, porque las respuestas no pueden ser ni mercadocéntricas ni estadocéntricas, sino que las tienen que dar las mismas comunidades. Ellas conocen cuáles son sus problemas y también las soluciones. Las comunidades tienen su palabra para aportar. Les doy un ejemplo: estuve escuchando a personas de movimientos populares de una rama rural. Me decían que necesitan hacer un zanjeo, porque es una zona inundable. La gente que vive en ese lugar sabe qué necesita y sabe por dónde pasa la solución a eso que necesita. Entonces, fortalecer los comedores no es para que permanezcan para siempre, pero sí para que después esa comunidad vaya atendiendo otros problemas.
-¿Qué es la integración de los barrios populares?
-Es la intervención directa sobre la vida de un barrio popular. Pero pongamos un caso: se puede aumentar la Tarjeta Alimentar que recibe una mujer, que es referente de su familia y vive en una villa o asentamiento. Eso es bueno, porque puede comer mejor, pero si se descontinuaron las obras de cloacas, de alumbrado, la construcción del cordón-cuneta, si en el centro de salud que se estaba haciendo pararon las obras, no se está atacando la pobreza multidimensional. No alcanza solo con mejorar el ingreso alimentario, que es claramente necesario por supuesto.
-¿En qué estado estamos ahora? ¿Se está pudiendo trabajar en lo relacionado con el tejido social? ¿Qué vínculo está teniendo en este tiempo con el gobierno de la provincia de Buenos Aires y con La Plata, puntualmente?
-Todavía no me he reunido formalmente, pero sí he recibido el saludo y la cercanía; incluso, el gobernador de la provincia de Buenos Aires y algunos intendentes, entre ellos, el de la ciudad de La Plata, estuvieron presentes el día que iniciamos el jubileo acá en la arquidiócesis, que coincidió con el inicio de mi servicio pastoral. Yo no he tenido tiempo, porque he priorizado mi diálogo con los sacerdotes de la arquidiócesis que es lo que me parece, en principio, a lo que tengo que dedicarle más tiempo. Después, iré mechando con los otros encuentros, que también son importantes.
-Desde el Gobierno Nacional hemos visto que han atacado a todo sector que haga cuestionamientos, por ejemplo, sectores como la cultura, el campo, incluida la Iglesia. Cualquier crítica transforma a quien la formula en un adversario. Recuerdo algunas ceremonias religiosas en las que se hizo alguna referencia a la defensa de la patria. ¿Cómo analiza usted esto?
-Todos los que ocupamos una responsabilidad última en algún sentido -como a mí me toca ahora en la arquidiócesis de La Plata- podemos recibir críticas o apreciaciones. Creo que hay que tratar de escucharlas, todos las tenemos que escuchar, yo también las tengo que escuchar. A veces, a partir de eso, se puede entrar en diálogo y encontrarse, o incluso mejorar la perspectiva.
Es importante recibir las críticas o cuestionamientos, que pueden ser un poquito fuertes, pero, si uno escucha y se baja el tono, se puede iniciar el diálogo y encontrar el camino. Nadie es dueño absoluto de la verdad, sino que vamos en su búsqueda. Es importante saber recibir las apreciaciones o críticas. Primero me lo pido a mí y después se lo pido, en todo caso, al Gobierno.
-Usted tiene un vínculo muy cercano con el Papa Francisco: ¿cómo ve esta etapa del Papa al frente del Vaticano y cuál es su opinión sobre su futuro?
-Tuve ahora la gracia de visitarlo cinco días hace relativamente poco. No lo veía desde 2019. Lo vi muy muy lúcido, con mucha capacidad de trabajo. Eso me admiraba de cuando estaba en Buenos Aires: los temas que se podían resolver en el día, él no los dejaba de resolver. ¡Como sabía también ser, por así decirlo, amigo del tiempo!: iniciar y acompañar procesos que no se podían acelerar.
-¿Hablaron de política argentina?
-No en específico. Hablamos más bien de temas más sacerdotales y de la arquidiócesis, de lo que es ser obispo diocesano, estar al frente de una diócesis; una cosa es ser auxiliar y otra cosa es ya tener esta última responsabilidad. Le pedí consejos más en esa línea, que era lo que yo más necesitaba.
-¿Hablaron sobre tendencias, guerras, los grandes problemas del mundo, el avance de la derecha en el mundo?
-Hemos hablado, sí. Conocemos sus preocupaciones y también él las hace públicas, las leemos. Por ejemplo, ahora estamos en el tiempo del Jubileo. Para convocar a este Jubileo que se celebra este año, él escribió una carta que se llama "Peregrinos de la Esperanza", en la que nos invita a descubrir cuáles son los signos de los tiempos y transformarlos en signos de speranza. Vamos a lo concreto: Si nosotros vemos abuelos que están solos -y eso es un signo de los tiempos, a los que nadie escucha, tratar de generar un espacio de encuentro de los abuelos. Cuando tengan un espacio para compartir un almuerzo, hacer un taller juntos y organizar un paseo, entonces ahí operó la alegría: abuelos que estaban tristes, participan de una vida de comunidad y aportan su sabiduría a los más chicos. Ese sería un signo de los tiempos, que se transforma en un signo de esperanza. Francisco pone un montón de ejemplos y arranca por el tema de la paz, claramente.
-Sabemos de la voluntad que tiene Francisco de venir a la Argentina, de venir a visitarnos, pero no sé si hablaron de la situación actual, no sé si el contexto es propicio o no para esa visita tan esperada.
-En concreto, yo no le pregunté. Solo Dios sabe -él también va a hacer su discernimiento- si es posible o no ese viaje. A mi juicio personal, sería una profunda alegría y una bendición para la Argentina su visita. Si tiene el ánimo y, sobre todo, las fuerzas físicas que tuvo, por ejemplo, para visitar durante 12 días Oceanía-Asia, recorriendo y animando, si tiene algo de esa energía, Dios quiera que la pueda desplegar para la visita a la Argentina.+