Sin una fe viva, las iglesias y monasterios se convierten en museos
- 2 de diciembre, 2014
- Ciudad del Vaticano
"Sin una fe viva en Cristo resucitado las hermosas iglesias y monasterios terminan convirtiéndose poco a poco en museos; todas las obras dignas de alabanza y las instituciones pierden su alma dejando sólo entornos vacíos y personas abandonadas", dijo, este lunes 1 de diciembre, el papa Francisco a los obispos de la Conferencia Episcopal de Suiza al final de su visita "ad Limina". El Santo Padre se refirió a la larga tradición cristiana del país y de la responsabilidad de los obispos de mantener una fuerte fe en su tierra.
"Sin una fe viva en Cristo resucitado las hermosas iglesias y monasterios terminan convirtiéndose poco a poco en museos; todas las obras dignas de alabanza y las instituciones pierden su alma dejando sólo entornos vacíos y personas abandonadas", expresó Francisco a los prelados suizos.
"La misión que se les confió, dijo, es pastorear el rebaño, caminando -según las circunstancias-, delante, en medio o detrás. El pueblo de Dios no puede subsistir sin sus pastores, obispos y sacerdotes; el Señor dio a la Iglesia el don de la sucesión apostólica al servicio de la unidad de la fe y de su transmisión completa".
El Pontífice animó a los obispos a continuar sus esfuerzos en la formación de los seminaristas, "un reto para el futuro de la Iglesia", y los invitó a prestar atención a sus sacerdotes, sobre todo cuando se alejan u olvidan el significado de la paternidad. "Un dialogo humilde, verdadero y fraterno -observó- a menudo permite un nuevo comienzo".
Asimismo les pidió que aprecien el apoyo y compromiso de los laicos diferenciando bien el trabajo de sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio de servicio y que seleccionen con esmero a los catequistas y formadores para que los laicos puedan integrarse realmente en la vida de la Iglesia siguiendo un camino que comienza en el bautismo.
"La Iglesia ?recordó el Pontífice- procede de Pentecostés. Cuando los apóstoles salieron y empezaron a hablar en todas las lenguas, manifestando así a todos los hombres, por la fuerza del Espíritu Santo, su fe viva en Cristo resucitado. El Redentor nos invita siempre a anunciar la Buena Nueva sin dejarnos llevar por los caprichos humanos".
Finalmente, junto con la bendición apostólica y el deseo de que los obispos suizos puedan seguir cultivando con diligencia y paciencia el campo de Dios, manteniendo la pasión por la verdad, el Santo Padre los alentó a proseguir juntos el camino, confiando el futuro de la evangelización de su país a la Virgen María y a la intercesión de San Nicolás de Flue, San Mauricio y sus compañeros.+