Navidad en Belén: emergen signos débiles de esperanza entre los cristianos
- 25 de diciembre, 2024
- Belén (Tierra Santa) (AICA)
"La Iglesia en Tierra Santa, la Iglesia en Jerusalén, sin peregrinos no está completa", aseguró el cardenal Pizzaballa. El mensaje a los cristianos de Gaza y a quienes padecen en la cuna de Jesús.
Algunos débiles signos de esperanza emergen en la Navidad sin luces de Belén. La ciudad natal de Jesús celebra su segunda Navidad desde el inicio de la guerra en Gaza.
El año pasado, la tristeza estuvo acompañada por tensiones que dificultaron disfrutar de momentos de serenidad y esperanza. Este año, las frecuentes noticias sobre una posible tregua en Gaza podrían inspirar relaciones y sentimientos más optimistas.
Esto ya se percibió el pasado 1° de diciembre, cuando el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, llegó a Belén para iniciar el tiempo de Adviento.
La mañana del 24 de diciembre, el patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, entró a pie en Belén, como es tradición, cruzando el centro de la ciudad rodeado de una multitud, scouts y religiosos locales. Por la noche, presidió la misa de Nochebuena en la iglesia parroquial de Santa Catalina, ante la presencia de representantes locales, palestinos y diplomáticos.
Hubo tres misas de Navidad: la católica el 25 de diciembre, la de los griegos ortodoxos el 6 de enero y la de los armenios el 18 de enero. En la práctica, el período navideño en Belén dura dos meses, abarcando las celebraciones de las distintas confesiones cristianas.
Misa de Gallo en la iglesia de la Natividad
Cientos de fieles asistieron a una Misa del Gallo en la iglesia de la Natividad de Belén. Faltaron los vítores habituales y ningún árbol de Navidad ni adornos se veía en la plaza del mismo nombre.
Dos años de guerra en Gaza y la prohibición de entrada de peregrinos siguen ahogando las expectativas de este pequeño enclave en Cisjordania. El cardenal Pizzaballa, que días antes no pudo entrar en Gaza, no tuvo problema en hacerlo esta Nochebuena en Belén para celebrar el nacimiento del Niños Dios.
Antes de la Misa de Nochebuena, Pizzaballa hizo su entrada en Jerusalén entre dos filas de fieles, pasando, como de costumbre, por la puerta del muro medianero, junto a la tumba de Raquel, y luego recorrió el centro de la ciudad que dio la Navidad a Jesús. Dándole la bienvenida, los scouts de Belén con pancartas. Una de ellas decía: "Nuestros niños quieren jugar y reír'. ¿Será posible, en la próxima Navidad?".
"La Iglesia en Tierra Santa, la Iglesia en Jerusalén, sin peregrinos no está completa", subrayó Pizzaballa, tras entrar en la ciudad, atravesando el muro de separación desde Jerusalén. Tengo que decir que la Navidad en Belén siempre es bonita, pero este es el segundo año que tenemos una Navidad triste en Belén", añadió.
Durante la misa, el purpurado afirmó: "La Navidad del Señor está toda aquí: a través de su Hijo, el Padre se implica personalmente en nuestra historia y carga con ella, comparte su sufrimiento y sus lágrimas hasta la sangre, y le ofrece una salida de vida y de esperanza".
"La fuerza del amor de Dios -afirmó el patriarca- nos pide que no tengamos miedo de los poderes de este mundo, sino que perseveremos en el camino de la justicia y de la paz. De ahí la invitación a creer con fe y confianza, porque aunque los cristianos de Oriente Medio sean 'pocos y quizás incluso insignificantes en las constelaciones del poder y en el tablero de ajedrez donde se juegan las partidas de los intereses económicos y políticos", sin embargo representan "el pueblo al que está destinada la alegría de la Navidad'".
Esperanza incluso entre los escombros de la guerra
En el Año Jubilar dedicado a la esperanza, el cardenal Pizzaballa aseguró que el canto de alegría por el nacimiento del Salvador "no desafina, pero hace desafinar los ruidos de la guerra y la retórica vacía de los poderosos".
"Ese canto no es demasiado tenue, sino que resuena con fuerza en las lágrimas de los que sufren, y nos anima a desarmar la venganza con el perdón. También nosotros podemos ser peregrinos de esperanza en las calles y entre los hogares rotos de nuestra tierra, porque el Cordero camina con nosotros", profundizó.
Tierra Santa, aseveró el purpurado, "necesita más que nadie un verdadero jubileo, un nuevo comienzo en todos los ámbitos de la vida, una nueva visión, la valentía de mirar al futuro con esperanza, sin rendirse al lenguaje de la violencia y el odio, que en cambio cierran toda posibilidad de futuro".
"La esperanza es que se perdonen las deudas, se libere a los presos, se devuelvan las propiedades, y puedan comenzar realmente con valentía y determinación vías serias y creíbles de reconciliación y perdón, sin las cuales nunca habrá una paz verdadera", puntualizó.
Gaza no está sola
Un pensamiento especial, después, dirigió el cardenal Pizzaballa a los "hermanos de Gaza" que ofrecen un "maravilloso testimonio de fuerza y de paz": "No están solos, les dice, "son verdaderamente un signo visible de esperanza en medio del desastre de destrucción total que los rodea. Pero no están destruidos, siguen unidos, firmes en la esperanza".
Otro pensamiento se dirige a los "queridos hermanos y hermanas de Belén" que también este año viven una "Navidad triste, marcada por la inseguridad, la pobreza, la violencia", "en el cansancio y a la espera de días mejores".
"¡Ánimo! No debemos perder la esperanza. Renovemos nuestra confianza en Dios. Él nunca nos deja solos", exhortó.+