Lunes 4 de noviembre de 2024

Parteras escocesas ganan el derecho a negarse a participar en abortos

  • 26 de abril, 2013
  • Glasgow (Escocia)
Dos parteras católicas escocesas, ganaron el derecho a negarse a supervisar, delegar o apoyar personal involucrado en abortos. La sentencia de la Cámara Interna del Tribunal Superior de Justicia -el tribunal escocés de apelación- revocó una decisión anterior que dictaminó que las parteras María Doogan y Concepción Wood no tenían derecho a la objeción de conciencia en la participación en los abortos en el Hospital General del Sur en Glasgow, Escocia.
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Dos parteras católicas escoceses ganaron el derecho a negarse a supervisar, delegar o apoyar personal involucrado en abortos. La sentencia de la Cámara Interna del Tribunal Superior de Justicia -el tribunal escocés de apelación- revocó una decisión anterior que dictaminó que las parteras María Doogan y Concepción Wood no tenían derecho a la objeción de conciencia en la participación en los abortos en el Hospital General del Sur en Glasgow, Escocia.

Los abogados de los empresarios, NHS Alrededores de Glasgow y Clyde, habían argumentado con éxito en el Tribunal Superior de Justicia en febrero de 2012 que la cláusula de objeción de conciencia de la Sección 4 de la Ley del Aborto de 1967 se aplicaba sólo a la participación directa en el procedimiento. Pero en su fallo unánime, publicado el miércoles 24 de abril último, tres jueces de la Cámara Interior sentenciaron que: "el derecho a la objeción de conciencia se extiende no sólo a la interrupción médica o quirúrgica en sí, sino a todo el proceso de tratamiento que se da a tal efecto."

Mary y Concepción son parteras y supervisoras de parteras en Glasgow (Escocia), son católicas y se negaron a tener nada que ver con hacer abortos. Absolutamente nada.

Ni dar información al médico sobre las pacientes que abortaban o querían abortar; ni a designar personal que se encargara de facilitar materiales para el aborto; ni a acompañar a los obstetras en las rondas médicas que tuvieran que ver con un aborto; ni a cubrir suplencias que implicaran atender a una mujer que pedía un aborto.

Se amparaban en su derecho a la objeción de conciencia recogido en la Ley del Aborto británica de 1967. Se negaron a que el Servicio Nacional de Salud y el Hospital General del Sur de Glasgow las pudiera obligar a realizar esas actividades.

A pesar de haber tenido un primer fallo desfavorable, ya que el Servicio de Salud de Glasgow las llevó a los tribunales, y en febrero de 2012 la jueza determinó que esas actividades "no acaban con el embarazo de una mujer" y que no podían objetar a ellas porque estaban "suficientemente alejadas de la implicación directa".

El debate en la prensa resonó con fuerza. Muchos entendían que ellas se sentían como el conductor de los trenes a Auschwitz: ¡no querían participar, ni siquiera indirectamente!

El abogado de las parteras exponía que la "línea divisoria" no la debe poner un burócrata con respecto a significados literales, sino la conciencia del individuo, puesto que se trata de objetar en conciencia a aquello que causa una profunda repugnancia moral.

Con estos argumentos las parteras llevaron la sentencia a revisión y los tres jueces les dieron la razón, a pesar de que el abogado de las autoridades sanitarias les repitió que dar la razón a estas dos mujeres traería problemas de gestión del aborto "en otros hospitales, no solo de Escocia sino de todo el Reino Unido". Pero los jueces consideraron que los problemas de gestión no eran asunto suyo, sino que debían proteger un derecho básico, como es la objeción de conciencia.

Mary Doogan y Concepción Wood, con un historial multitudinario de bebés en sus brazos, tuvieron que soportar, antes de la sentencia, una dura campaña mediática contra ellas, acusándolas de "insensibles", "fanáticas" y, sobre todo, de "católicas".

Conocido el fallo de los jueces, las dos mujeres emitieron una nota declarándose "encantadas" por haber ganado el juicio.

"Al declarar que toda vida es sagrada desde la concepción a la muerte natural, como parteras siempre hemos trabajado sabiendo que teníamos dos vidas que cuidar en el parto: una madre, y su hijo por nacer", afirman.

"Este juicio da la bienvenida a la afirmación de los derechos de todas las parteras de retirarse de cualquier práctica que pueda violar su conciencia, algo que, con el tiempo, impediría a muchas entrar en lo que siempre se consideró una profesión noble y gratificante", declararon.


Satisfacción del arzobispo de Glasgow
Monseñor Philip Tartaglia, arzobispo de Glasgow, donde un 30% de la población es católica, también mostró su alegría. "Es una victoria de la libertad de conciencia y del sentido común. Respetar la libertad de conciencia es la marca propia de una sociedad civilizada", aseguró.

"Espero que muchos profesionales de la salud pro-vida cobren coraje a partir de esta sentencia y tengan el valor de expresar sus objeciones cuando les pidan tareas que son moralmente malas y que violan su conciencia", añadió el obispo. "Las comadronas deben ser alabadas por su valentía y determinación al plantarse frente a una petición injusta de su empleador". +