Jueves 21 de noviembre de 2024

"No nos resignemos a las divisiones del pasado", pidió Francisco a los ortodoxos

  • 3 de diciembre, 2021
  • Nicosia (Chipre) (AICA)
Discurso del pontífice al Santo Sínodo Ortodoxo en la catedral de Nicosia, junto al arzobispo ortodoxo Crisóstomo II. Francisco alentó a andar "juntos" en el camino hacia la unidad.
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“Deseo asegurarles mi oración y mi cercanía y la de la Iglesia Católica, en los problemas más dolorosos que los angustian, así como en las esperanzas más hermosas y atrevidas que los animan. Tus tristezas y alegrías nos pertenecen, ¡las sentimos nuestras! Y sentimos que también necesitamos mucho tu oración”, de esta manera el papa Francisco, en el encuentro con el Santo Sínodo, saludó a los hermanos ortodoxos, reunidos en su catedral de Chipre, en el marco de su visita apostólica.

"Para revitalizarnos en la comunión y en la misión también necesitamos el valor de despojarnos de lo que, aunque precioso, es terrenal, para favorecer la plenitud de la unidad", exhortó Francisco, que precisó: "Ciertamente no me refiero a qué es sagrado y ayuda al encuentro del Señor, pero a riesgo de absolutizar ciertas costumbres y hábitos, que no son imprescindibles para vivir la fe”.

El Santo Sínodo está presidido por Crisóstomo II, arzobispo de Nueva Justiniana y de toda Chipre. Asimismo, está organizado en 12 comisiones para preservar la doctrina, el orden canónico y litúrgico de la Iglesia Ortodoxa de Chipre y de mantener la comunión con el Patriarcado ecuménico y otras iglesias ortodoxas y de gestionar las relaciones ecuménicas e interreligiosas. 

En su discurso, Francisco recordó el origen común de ortodoxos y católicos está en San Pablo que “atravesó Chipre y posteriormente llegó a Roma. Por tanto, descendemos del mismo ardor apostólico y nos une un único camino: el del Evangelio”.

“Me agrada ver que seguimos caminando en la misma dirección, en busca de una fraternidad cada vez mayor y de la unidad plena. En este retazo de la Tierra Santa que difunde la gracia de los Santos Lugares en el Mediterráneo, viene con naturalidad el recuerdo de tantas páginas y figuras bíblicas. Entre todas, quisiera referirme de nuevo a san Bernabé, destacando algunos aspectos que pueden orientarnos en el camino”, afirmó el Papa.

El ejemplo de Bernabé
El Santo Padre destacó que Bernabé “significa al mismo tiempo “hijo del consuelo” e “hijo de la exhortación’”, características “indispensables para el anuncio del Evangelio”. En ese sentido, el Papa aseguró que el consuelo verdadero “no puede ser intimista, sino que debe traducirse en exhortación, orientar la libertad hacia el bien. Al mismo tiempo, cada exhortación en la fe no puede más que fundarse en la presencia consoladora de Dios y estar acompañada por la caridad fraterna”.

Y animó a seguir el ejemplo de Bernabé “hijo del consuelo”, para proclamar el Evangelio a los hombres, invitándonos a comprender que el anuncio no puede basarse en exhortaciones generales o la observación de preceptos y normas, sino que debe realizarse a través del encuentro personal “prestar atención a las preguntas de la gente, a sus necesidades existenciales”. 

“Para ser hijos del consuelo, antes de decir cualquier cosa, es necesario escuchar, dejarse interrogar, descubrir al otro, compartir: porque el Evangelio se transmite por la comunión”, afirmó y destacó que esto es lo que desea vivir “redescubriendo la dimensión sinodal, constitutiva del ser de la Iglesia”.

El Papa también aseguró a su beatitud Crisóstomo II y a los obispos ortodoxos que su “experiencia de su sinodalidad pueden sernos verdaderamente de gran ayuda” y agradeció la colaboración que mantienen “en la participación activa en la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa”.

Derribar preconceptos
Por eso manifestó su deseo de que “aumenten las posibilidades de encontrarnos, de conocernos mejor, de derribar muchos preconceptos y de disponernos para una escucha serena de las respectivas experiencias de fe. Será una exhortación estimulante para que cada uno ofrezca lo mejor y esto dará un fruto espiritual de consolación a todos”. 

En ese espíritu de colaboración y unión, el papa Francisco aseguró a la Iglesia Ortodoxa de Chipre su oración y cercanía “tanto en los problemas más dolorosos que los angustian como en las esperanzas más hermosas y audaces que los animan”. 

Además, el Papa animó a “revitalizarnos en la comunión y en la misión” despojándonos de aquello que, “aun siendo valioso, es terreno” con el fin de favorecer “la plenitud de la unidad. No me refiero ciertamente a lo que es sagrado y nos ayuda a encontrar al Señor, sino al riesgo de absolutizar ciertos usos y costumbres que no son esenciales para vivir la fe”. 

En ese sentido el Papa Francisco alertó de no dejarse paralizar “por el temor de abrirnos y de realizar gestos audaces, no secundemos el “carácter irreconciliable de las diferencias” que no encuentra correspondencia en el Evangelio”. 

“No permitamos que las tradiciones -en plural y con la 't' minúscula- tiendan a prevalecer sobre la Tradición -en singular y con la 'T' mayúscula-”, diferenció. 

Trabajar juntos codo a codo
Asimismo, animó a “imitar a Bernabé, a dejar cuanto, aun siendo bueno, puede comprometer la plenitud de la comunión, el primado de la caridad y la necesidad de la unidad” y destacó a que “también nosotros estamos invitados por el Señor a redescubrirnos como parte del mismo Cuerpo, a abajarnos hasta los pies de los hermanos”.

Por eso, el papa Francisco afirmó que a pesar de que históricamente se han abierto “amplios surcos” entre católicos y ortodoxos, “el Espíritu Santo desea que volvamos a acercarnos con humildad y respeto”. 

“Él nos invita a no resignarnos frente a las divisiones del pasado y a cultivar juntos el campo del Reino, con paciencia, asiduidad y de modo concreto. Porque si dejamos de lado teorías abstractas y trabajamos juntos codo a codo –por ejemplo, en la caridad, en la educación y en la promoción de la dignidad humana–, redescubriremos al hermano y la comunión madurará por sí misma, para gloria de Dios. Cada uno mantendrá las propias maneras y el propio estilo, pero con el tiempo, el trabajo conjunto acrecentará la concordia y se mostrará fecundo”, aseguró. 

Y animó a cultivar “con la ayuda de Dios y con humilde perseverancia, nuestra comunión apostólica”.

En ese sentido destacó el buen ejemplo de la iglesia de Nuestra Señora de la Ciudad de oro, que es un lugar de culto para diversas confesiones cristianas. 

“Es por tanto un signo de comunión de fe y de vida, bajo la mirada de la Madre de Dios, que reúne a sus hijos. Además, dentro del complejo se conserva una columna donde, según la tradición, san Pablo sufrió treinta y nueve azotes por haber anunciado la fe en Pafos”, aseguró. 

“La misión, así como la comunión, pasa siempre a través de sacrificios y pruebas”, aseguró y destacó el tercer aspecto de la figura de Bernabé que pasa “precisamente una prueba, que marcó su historia y los orígenes de la difusión del Evangelio en estas tierras”.

Francisco recordó que, al regresar a Chipre con Pablo y Marcos, Bernabé encontró a Elimas, “mago y falso profeta”, que se les opuso con malicia, tratando de torcer los caminos derechos del Señor.  

“Tampoco hoy faltan falsedades y engaños que el pasado nos pone delante y que obstaculizan el camino. Siglos de división y distancias que han llevado a asimilar, aun involuntariamente, no pocos prejuicios hostiles respecto a los demás, preconceptos basados a menudo en informaciones deficientes y distorsionadas, divulgadas por una lectura agresiva y polémica”, afirmó el Papa. 

Por eso aseguró que “todo esto tuerce el camino de Dios, que se orienta hacia la concordia y la unidad” y animó a tomar como ejemplo la santidad de Bernabé. 

“Cuántas veces en la historia, entre los mismos cristianos nos hemos preocupado por oponernos a los demás, en lugar de acoger dócilmente el camino de Dios, que tiende a recomponer las divisiones en la caridad” y “cuántas veces hemos agrandado y difundido prejuicios sobre los demás, en vez de cumplir la exhortación que el Señor repite especialmente en el Evangelio escrito por Marcos, quien fuera con

Bernabé a esta isla: hacerse pequeños y servir a los demás”, afirmó el Papa.

Por eso pidió al Señor “sabiduría y valentía para seguir sus caminos y no los nuestros” y también la intercesión de los numerosos beatos y mártires de Chipre. 

También pidió a estos santos que Chipre sea un puente entre el cielo y la tierra, porque esta isla ya es un puente entre Oriente y Occidente.

Los obsequios
Al final de la reunión, el papa Francisco le entregó al arzobispo Crisóstomos una copia del Codex Pauli. Publicado con motivo del bimilenario del nacimiento de San Pablo, se trata de un único tomo de 424 páginas, enriquecido con una cuidada selección de frisos, marcos, miniaturas e ilustraciones, procedentes de manuscritos de distintas fechas de la Abadía de San Pablo extramuros, en particular de la Biblia carolingia, conservada durante más de mil años por los monjes benedictinos. 

La portada va acompañada de ocho paneles de bronce inspirados en la Puerta bizantina de la Basílica de San Pablo Extramuros, con escenas tomadas en la portada de los misterios de la vida de Cristo y en la contraportada de la vida de los Iglesia naciente. 

Las ocho esquinas están decoradas con la espada, símbolo característico de la iconografía paulina. 

El arzobispo ortodoxo de Chipre correspondió al darle a Francisco un icono de la Virgen María con el Niño Jesús en sus brazos.+

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