Viernes 19 de abril de 2024

Mons. Víctor Fernández: "La bendición de ramos, alabanza y súplica de liberación"

  • 6 de abril, 2020
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, presidió la misa del Domingo de Ramos en la catedral local
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El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, presidió el 5 de abril la misa del Domingo de Ramos en la catedral local que fue trasmitida en línea a la comunidad platense.



El prelado pidió que la misa, transmitida en directo, sea “más que mirar la pantalla y escuchar”. En ese sentido, propuso que sea una verdadera participación en familia, acompañada por algún pequeño altar familiar con un crucifijo, la imagen de la Virgen y una vela encendida.



Asimismo, recordó la necesidad de que, además de seguir la misa por los medios, en los hogares haya momentos de silencio, de lectura de la Palabra, de oración reposada.



El arzobispo platense explicó el sentido de los ramos que se bendicen: “Por una parte son expresión de alabanza, como hacía la gente que recibió a Jesús en Jerusalén. Por otra parte implican proclamarlo Rey de los hogares y confiarlos a su cuidado, a su protección”.



“Finalmente son una súplica de liberación, porque junto con los ramos la gente gritaba ‘hosanna’, que significa ‘¡Sálvanos ahora!’”, subrayó.







Monseñor Fernández destacó también que en este día “declaramos a Jesús como Señor de todos los aspectos de nuestra vida: de nuestra casa, de nuestro trabajo, de nuestros afectos, de nuestros proyectos, etc.”.



“Porque sabemos que si él es el Señor reinarán la paz, el amor, la esperanza, la luz. De ese modo evitaremos dar el trono de nuestra vida a otros señores, a otras fuerzas, a otros dioses que terminan dañándonos", aseguró.



Finalmente, el arzobispo de La Plata leyó un poema referido al coronavirus:



Después del coronavirus

Después del coronavirus podría pasar

que no aprendamos nada.



Entonces muchos saldrán desesperados a correr

detrás de las novedades del mercado.

Otros pasarán horas enfrascados en Internet

como si todavía estuvieran en cuarentena.

Otros buscarán ansiosos a qué restaurante ir, qué viaje hacer,

qué placer efímero disfrutar.

Simplemente más consumo.



Mientras tanto, los que no tienen recursos para vivir así

no se quedarán mirando.

Después de tanto miedo y de incertidumbre

saldrán furiosos a exigir lo que la vida les negó.

Todos contra todos.



Pero puede ocurrir otra cosa:

que después del coronavirus

hayamos aprendido algo.



Entonces prestaremos más atención a los árboles y a los pájaros,

gozaremos del cielo abierto que no cuesta nada.

Intentaremos dar a los otros algo de felicidad,

ya que se nos ha regalado seguir viviendo.

Volveremos a lo esencial

sin exigirle tanto a la vida para ser alegres.

Le daremos a cada ser humano un inmenso valor.



Recordaremos que todos somos hermanos,

que nos necesitamos,

y recuperaremos la comprensión, la pausa, la gentileza.

Pasar por un bar un momento sólo para tomar un café

será un paraíso

y ver a los niños jugar en la plaza, una fiesta.



Si esto ocurre, quizás,

aunque pensábamos que no teníamos fe,

nos brotará una oración tan simple y tan sentida:



¡Gracias!




Informes: www.arzolap.org.ar. +