Viernes 29 de marzo de 2024

Mons. Urbanc: Trabajar con denuedo en la sinodalidad como estilo de vida de la Iglesia

  • 13 de abril, 2022
  • San Fernando del Valle de Catamarca (AICA)
El obispo de Catamarca hizo este llamado al presidir la Misa Crismal en la catedral local, donde rogó a la Virgen del Valle por los sacerdotes: "Cuídanos, guíanos, corrígenos, anímanos y bendícenos".
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El obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, presidió la noche este martes la Misa Crismal en el altar mayor de la catedral basílica y santuario del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora del Valle, concelebrada por el clero catamarqueño, que en la previa participó de una jornada sacerdotal en la casa de retiros espirituales Emaús, de esta capital provincial.

Una importante cantidad de fieles laicos y consagrados colmó el templo para ser parte de esta celebración -que también se pudo seguir en director por las redes sociales- en la que se consagró el Santo Crisma y se bendijeron los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, y los presbíteros renovaron las promesas sacerdotales. 

La ceremonia litúrgica fue solemnizada por el Coro de la Catedral & Ensamble Orquestal, con la participación de destacados artistas como Rafael Toledo y el tenor Silvio Arias, que tuvo a su cargo los cantos litúrgicos. Su repertorio incluyó obras musicales sacras, entre ellas el Ave Verum Corpus de Mozart. También algunos miembros del coro fueron solistas en los distintos pasajes de los cantos gregorianos a capela.

Al comienzo de su homilía, monseñor Urbanc invitó a la comunidad diocesana a no cansarse de rezar por los sacerdotes, por su fidelidad y santidad de vida, y pidió: "No se queden en nuestra miserias, sino en lo que Dios, a través de estos indignos instrumentos, hace en favor de ustedes, en favor de la salud espiritual y la salvación de cada uno de los bautizados y de los que aún no lo están”.

Dirigiéndose a los sacerdotes, el prelado catamarqueño les pidió “que se tomen en serio el pedido del papa Francisco acerca de trabajar con denuedo en la sinodalidad, que le es propia a la Iglesia, y por cierto, mucho más propia en el presbiterio, que ya estamos elaborando en su fase de escucha y sus conclusiones en breve debemos presentar para su procesamiento, de modo que se pueda pasar a la instancia siguiente en este camino hacia el Sínodo de los Obispos de octubre de 2023”.

Luego remarcó que “el camino empezado no termina allí sino que continúa como estilo que la Iglesia siempre ha de tener, pues así la quiso, la quiere y la querrá su esposo y cabeza, Jesucristo, el Señor”.

Además, consideró que “todo este trabajo nos está ayudando como diócesis en la realización de las asambleas parroquiales, decanatales y diocesana, que se realizará el 1° de octubre venidero, a fin de encaminar decididamente a nuestra Iglesia particular hacia el Gran Jubileo de la Redención del año 2033, abordando los desafíos que vamos encontrando para iluminarnos y transformarlos con las luces y gracias del Evangelio. El trabajo es arduo pero apasionante”.

Para ello invitó “a todos, sin excepción, a involucrarse en la tarea que el Señor nos está asignando y de la que se nos pedirá cuentas”.

Luego de compartir una serie de enseñanzas del papa Francisco en tormo a la sinodalidad, reflexionó sobre las lecturas bíblicas y se refirió a la bendición de los santos óleos consagrados en esta celebración afirmando que “son los signos visibles por los que nos llegará la gracia de Dios por medio de los sacramentos.

"Todo ello por la fuerza del Espíritu Santo a fin de que seamos el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, cuya cabeza es Cristo, el Ungido por excelencia”, sostuvo.

Hacia el final de su reflexión, monseñor rogó: “Querida Madre de los sacerdotes, Reina de este Valle, cuídanos, guíanos, corrígenos, anímanos y bendícenos para que seamos fieles al Señor y a los hermanos que se nos confían. Líbranos de las acechanzas del maligno, de las seducciones del mundo, de la mediocridad, de la mentira, de la doble vida, de la mezquindad y del miedo de los poderosos. Danos un corazón manso, dócil, cercano, paciente, misericordioso y humilde para poder servir a todos privilegiando a los enfermos, a los más débiles, a los pobres y a los excluidos, guiándolos como buenos y sabios pastores”.

Luego de la renovación de las promesas sacerdotales, fueron bendecidos los óleos de los enfermos y de los catecúmenos; y se consagró el Santo Crisma con el que se administrará los sacramentos.

Posteriormente, monseñor Urbanc entregó los óleos consagrados a cada uno de los párrocos de las 31 parroquias distribuidas en los cuatro Decanatos: Capital, Centro, Este y Oeste, de la diócesis, como también de la catedral y santuario mariano, el obispado, templo franciscano y capilla de Fasta Catamarca.+

» Texto completo de la homilía