Domingo 24 de noviembre de 2024

Mons. Scheinig: Dios engrandece y lleva a la plenitud

  • 3 de noviembre, 2020
  • Luján (Buenos Aires) (AICA)
El arzobispo de Mercedes Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, presidió la Eucaristía de la solemnidad de Todos los Santos en la basílica y santuario nacional de Nuestra Señora de Luján.
Doná a AICA.org

El arzobispo de Mercedes Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, presidió la Eucaristía de la solemnidad de Todos los Santos.

En su homilía, destacó la necesidad de “visibilizar lo invisible”, en este caso, la santidad. En ese sentido, advirtió: “Llama la atención cómo se hizo visible la noche de brujas, la noche de los muertos. Y fíjense que es algo que no tiene nada que ver con nuestra tradición cultural”, sino con el negocio. Por eso, consideró: “Necesitamos entonces poner en el mundo, visibilizar la santidad y a las santas y a los santos”.

“¿Qué son los santos, quiénes son los santos, qué es la santidad?”, planteó el prelado. “Es una pregunta muy importante y la respuesta también es muy importante, porque de acuerdo a la respuesta que demos, también podemos entender un poquito más quién es Dios y quiénes somos nosotros, qué es el ser humano”.

“Los santos, las santas, son personas concretas, de carne y hueso, que tuvieron que hacer el camino de la vida como lo hacemos nosotros, pero vivieron y viven una comunión original con Dios, personalísima, de tal manera que esa comunión los lleva a su máxima plenitud humana”, explicó. “Esa comunión, esa alianza tan fuerte que hicieron con Dios en sus vidas, los plenificó de tal manera que alcanzaron su máxima humanidad”.

En esa línea, continuó: “¿Quién es Dios? Es un engrandecedor del hombre. Nuestro Dios engrandece la vida de los hombres, varones, mujeres. Fíjense qué lindo es pensar en esto. Dios cuando entra en contacto con la vida, con nuestra vida, la engrandece”. Y añadió: “Es el que lleva adelante una tarea delicada, artesanal, de que cada uno de nosotros sea llenado y llevado a la plenitud”.

Para completar su reflexión, preguntó: “¿Quién es el hombre, quiénes son las personas, el ser humano? Es una promesa inacabada, que siempre podemos más. Los santos dejaron de lado la mediocridad. Se pelearon con la mediocridad”, destacó.

“Los santos no se ponen techo. No dicen ‘hasta acá’. Sienten en su corazón que Dios los lleva a más. La santa, el santo, no es una conquista, no es un conquistador de sí mismo, no es un cruzado de su vida. No es eso. Porque muchas santas y santos son mártires, es decir, perdieron la vida en su búsqueda en plenitud. Eso no es una conquista humana. Los que quieren conquistar la vida siempre buscan el éxito. La santa, el santo, busca el amor, la comunión con Dios”, puntualizó.

“Dios lo engrandece, lo lleva a su máxima plenitud y con su máxima libertad. El ser humano, la santa, el santo, con su pequeñez, con su lucha con su propio pecado, con la realidad, el contexto, se deja llenar de Dios y acepta el desafío de ir a más,  dejar que Dios lo plenifique”, continuó.

“Por eso los santos inspiran, motivan, pero no hay que copiarlos. Y esto me parece muy importante.  Porque si los copiamos, corremos el riesgo de no hacer el propio camino de santidad, el original al que estamos llamados cada uno de nosotros”, advirtió.

Finalmente, tomando una expresión del papa Francisco, se refirió a “los santos de la puerta de al lado”. Al respecto, ejemplificó: “En esta casa, cuando se llena de peregrinas, de peregrinos, y  los sacerdotes podemos tocar el misterio de la vida de cada persona, escuchando, compartiendo la vida, descubrimos que hay mucha santidad”.

“¿Qué quiero decir con esto? Que hay mucha comunión original entre Dios y las personas. Algunas personas vienen con una carga de sufrimiento enorme. Nosotros somos testigos de la santidad de esas personas. Una muchedumbre. No estamos solos en el camino de la santidad”, reconoció.

“Hoy la Iglesia los recuerda a todos, los conocidos y los anónimos”, señaló. “¿Quiénes son los santos, las santas? Los felices, los dichosos, los plenos. ¿Por qué? Porque en distintas circunstancias, positivas o negativas, se dejaron llenar por Dios. No los llenaron las circunstancias de la vida; entonces cuando les iba bien, estaban exultantes y cuando les iba mal, bajaban los brazos y se peleaban con la vida. No”, aclaró.

“Felices ustedes los pobres, felices ustedes los perseguidos, felices ustedes los mansos, los misericordiosos, felices, plenos, porque en sus vidas se dejaron llenar por Dios, se dejaron plenificar por Dios”, expresó.

“Es fundamental en este tiempo del mundo que aparezca la santidad, que aparezcan los santos, es fundamental visibilizar la santidad y a los santos, la muchedumbre, los que están en las estampitas y en los altares y el que tenemos en la puerta de al lado, que también habría que visibilizarlos, darlos a conocer. ¿Por qué? Por dos cosas fundamentales”, consideró.

En primer lugar, “porque el santo y la santa son los mejores evangelizadores, evangelizan con su vida. No te largan un discurso vacío; te hablan de lo que Dios hace en sus vidas, con sus propias palabras, con sus gestos. Son una síntesis del Evangelio de Jesús hecho carne, hecho vida. Ellos son la misión. Su vida es la misión”, valoró.

“¿Y por qué también es importante visibilizarlos? Porque con sus vidas nos ayudan críticamente, nos critican sin decir nada, nos muestran la distancia en la que estamos y eso nos hace bien. Las personas que son capaces de aceptar esas críticas se sienten desafiadas a más. Y entonces los santos son como una cachetada a la mediocridad humana”, aseguró.

“En estos momentos de tanta situación de ahogo, el santo nos pega una cachetada como para que reaccionemos. Son críticos, son contraculturales. Nos muestran que por ahí no es el camino de la plenitud. Que el camino puede ser el narcisismo,  que el camino puede ser llenarnos de uno mismo, el camino es el individualismo, la indiferencia y eso no tiene nada que ver con la santidad”, alertó. “Es una linda fiesta la de hoy , ¿quién es Dios? El que engrandece. ¿Quién es la persona humana? La que está llamada a ser engrandecida”.

“Pidámosle a Dios que podamos nosotros en nuestra Iglesia, llena de santas y santos- una muchedumbre- podamos en este tiempo tan particular de la historia que nos toca vivir, visibilizar la santidad y así tener ganas de santidad. No para otros, para vos misma, para vos mismo”, animó.

“Pidámoslo a Dios como un deseo grande. Nuestro corazón, nuestro interior, está hecho a imagen y semejanza de Dios. Eso significa que nosotros tenemos adentro una fuerza, un deseo, de muchísimo. No nos podemos conformar con que nos llenen con cositas. Eso es la mediocridad, cuando te conforman llenándote con cositas. Y eso te pone en crisis, porque adentro tuyo vos tenés, siempre vas a tener ganas de más, siempre más. Pidámosle a Dios que nos dé la gracia de la santidad”, concluyó.+