Martes 19 de marzo de 2024

Mons. Scheinig animó a vivir con la autenticidad de San José

  • 22 de marzo, 2021
  • Luján (Buenos Aires) (AICA)
Con una misa presidida por el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, la comunidad diocesana celebró el 19 de marzo la fiesta de San José y la ordenación diaconal de Mario Roldán
Doná a AICA.org

El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, presidió el 19 de marzo en la basílica y santuario de Nuestra Señora de Luján, la misa en honor de San José, que fue ocasión también para la bendición de óleos, la renovación de las promesas sacerdotales, y la ordenación diaconal camino al sacerdocio del joven Mario Agustín Roldán.

En su homilía, monseñor Scheinig destacó que la fiesta de San José se enmarca en el año en que el papa Francisco le pidió a toda la Iglesia que le preste especial atención, para aprender de él y confiarse a su paternidad. “En esta celebración, junto a ustedes y a todas nuestras comunidades, quisiera poner a nuestra arquidiócesis bajo su cuidado”, expresó.

El prelado meditó luego sobre la expresión “José hizo lo que el Señor le mandó”: “Esta actitud de San José, la de hacer en todo la voluntad de Dios, puede darnos una luz particular para saber transitar este tiempo histórico, tanto en la vida personal, como en la eclesial. Porque nos interpela justamente en nuestro modo de ser y de estar en la realidad, nos cuestiona en cómo estamos viviendo este momento histórico concreto”.

“Nosotros sabemos que hacer lo que Dios nos ordena es el modo cristiano de siempre, pero me parece muy oportuno dejarnos enseñar una vez más por José, el esposo de María, el padre del Señor”. En ese sentido, monseñor Scheinig señaló que “para hacer la voluntad del Padre Dios, necesitamos prepararnos”, así como José “fue disponiendo su corazón para hacer lo que el Señor le iba a ordenar en el momento oportuno”

“No se trata de una preparación específica, como la que se da en una escuela o en un seminario. Se trata de lo que se ha ido viviendo en el tiempo, en la historia, con otros, en una familia, en un pueblo, en una comunidad parroquial, en toda la comunidad eclesial diocesana”. 

“Nos prepara la misma herencia histórica en la que vamos entrando de a poco. Lo que heredamos y se trasmite de generación en generación, ciertamente nos va ordenando, aun sin saberlo, a hacer la voluntad del Padre”, afirmó.

“En tiempos difíciles, necesitamos volver a nuestras raíces, a nuestra historia, a nuestra herencia, que es mucho más que lo que hicieron por ejemplo en nuestra Iglesia Particular, mis hermanos obispos antecesores, los sacerdotes y todo el laicado, hayan sido obras buenas o no tan buenas”.

“Necesitamos ser muy conscientes de que somos herederos de una historia de Gracia, también de pecado, pero fundamentalmente de la Gracia del Espíritu que va llevando adelante sus designios, siempre con nosotros, nunca sin nosotros, sin su Iglesia. Dios sacará algo bueno de nuestras muchas miserias”. 

“Justamente por esto es que siempre debemos estar todos en estado de alabanza. Debemos glorificar a Dios constantemente, por su amor y misericordia”.

En este paso, animó a “rastrear las huellas de fidelidad o infidelidad a la voluntad de Dios. Cuántos hemos vivido con fe y a la escucha de Su Palabra, la historia de nuestra Iglesia Particular de Mercedes-Luján, o cuántos hemos hecho historia intentando hacer nuestra propia voluntad”.

Y deseó “que este año podamos hacer un camino eclesial de ‘escucha y diálogo’, que más allá de los resultados, nos pongan en el camino de una evangelización renovada y a la altura de los tiempos, en fidelidad creativa y no mimética, a nuestras raíces y a nuestra herencia”.

En segundo lugar, a imagen de José, instó a “disponernos de corazón”, con una “verdadera renuncia”, no aparente ni temporal, “sino una renuncia total a la propia voluntad. Y esto, lo sabemos, no es para cualquiera. Es para personas que se abren a Dios y desean vivir con Él, por Él y en Él”.

En ese sentido, advirtió sobre “el poder de autodeterminación, unido al gusto por lo propio y a un aumento narcisista del yo”, y la autorreferencialidad, que atentan contra la humildad. 

“Pienso que en este desmedido ego enfermo y enfermante, están el abuso de poder y el crimen de los abusos de menores. Aquí está de de nuestro clericalismo que impide hacer la voluntad de Dios, aquí está nuestra cultura eclesiástica que tanto daña y retrasa la misión evangelizadora”.

“Necesitamos ir hacia una Iglesia capaz de ‘ungir’” a toda persona, para vivir la fraternidad. Ungir para llenarnos de la fuerza, del coraje y de la valentía que regala el Espíritu santificador para saber cuidar a todos, especialmente a los más frágiles y pobres”, consideró.

En ese sentido, llamó a vivir “la fraternidad, la cordialidad, el servicio y el cuidado de la creación y de los pobres, como tanto nos insiste el Santo Padre Francisco”. 

Finalmente, llamó a “consagrarnos a su voluntad”. En esta celebración especial, el arzobispo señaló: “La consagración de Mario y la renovación de las promesas sacerdotales, pueden ayudarnos a revivir los deseos más puros de nuestro corazón”.

“Nadie duda de que los sentimientos de José son de una enorme honestidad y que eso mismo lo hacía obrar  ? según su propio criterio ?  de la mejor manera. Pero el Señor lo va a conducir a algo mejor. Lo llevará a un ‘más’ en el que deberá hacer un acto de confianza plena en Él. Ésta será su manera de consagrarse, es decir, entregarse totalmente a las manos del Padre”.

“No son tiempos fáciles para consagrarse a Jesús y a su Evangelio. No son tiempos fáciles para ser sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos, laicas o laicos que se disponen a vivir a fondo el Evangelio. No son tiempos fáciles para entrar al seminario y por eso no dejo de dar gracias por los jóvenes que han dejado todo para seguir a Jesús en el llamado a la vida sacerdotal”, admitió monseñor Scheinig.

“San José nos enseña que ‘la solución’, ‘la salida’, es estar atentos a lo que Dios nos indique. Y cuanto más compleja se vuelva la realidad, como es por ejemplo en su caso, abandonar a la Madre del Señor y por lo tanto frustrar el proyecto salvador de Dios, más sutil será la voz del Señor. Porque nos consagramos a Él en máxima libertad y amantes de todo lo suyo, es decir, de Jesús y de su Evangelio, sin ningún otro interés”, señaló.

“Para consagrarnos sinceramente a la Voluntad del Padre, no podemos quedar prisioneros de los paradigmas que nos ofrecen las ideologías de turno, o de los propios criterios. Todos, como Pueblo de Dios, estamos invitados a consagrarnos a la Persona Viva de Jesús, el amado Señor. La invitación es jugar la vida consagrándonos al Amor”.

“José nos invita a vivir como él, en una autenticidad existencial que se vuelve creíble porque hay una coherencia sustancial entre lo que creemos, lo que decimos y hacemos”.

Y dirigiéndose al nuevo diácono, expresó: “Al recibir este don, querido Mario, te incorporas plenamente a un modo de existencia, en la que sin perder en nada tu libertad, lo dejas todo para hacer la voluntad del Padre en todo y siempre, hasta el último aliento de tu vida”.

“Nuestra consagración a Dios es total. Esto significa que hoy te comprometes a volver siempre a Él, a dejar que Él sea tu único Señor y ésta, querido Mario, será la principal batalla de tu vida. Quiero decirte, que hoy también el Señor se compromete con vos, porque sabe que esta pelea nos sobrepasa y por eso Él te garantiza toda su gracia. Creé que Jesús nunca te hará faltar nada para este hermoso camino de amor fiel. No tengas miedo a crecer. Confiá totalmente en el Señor”, recomendó. “La esposa de José, nuestra amada María, la Madre de nuestro Pueblo, es la que nos acompañará siempre en esta aventura, que no es otra que la aventura del amor”, concluyó.+

» Texto completo de la homilía