Mons. Polti: "La parábola del rico y Lázaro debe formarnos la conciencia"
- 3 de octubre, 2013
- Santiago del Estero (AICA)
El obispo de Santiago del Estero, monseñor Francisco Polti, celebró la misa de acción de gracias a Dios por el cincuentenario de vida religiosa de la hermana Patricia Mucciante, y en su homilía, basada en la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón, sostuvo que Cristo pide apertura hacia los hermanos y hermanas necesitados. No obstante, aclaró que las obras de beneficiencia "no suplen al Lázaro que llama a mi puerta". Llamó a que este relato forme la conciencia cristiana.
Monseñor Polti comenzó su homilía en la capilla Santa Rosa de Lima con una referencia a la liturgia del día, en la que se mencionaban las bienaventuranzas.
"Esta parábola de Jesús que acabamos de escuchar es una lección inolvidable acerca del peligro que encierran las riquezas cuando atrapan al hombre en la avaricia y no ve las necesidades del pobre al que puede ayudar", reflexionó a partir de "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos".
Luego, manifestó: "Bienaventurados los pobres de bienes materiales que conservan, en cambio, su dignidad de hombres. Bienaventurados los pobres, los que por causa de Cristo, tienen una especial sensibilidad por su hermano o su hermana, por su prójimo que es víctima de injusticias, por su vecino que sufre tantas privaciones e incluso el hambre, la desocupación o la imposibilidad de educar dignamente a sus hijos".
"Ahora si queremos ser parte de estas bienaventuranzas, la parábola del rico y Lázaro debe estar siempre presente en nuestra memoria, debe formarnos la conciencia. Cristo pide apertura hacia los hermanos y hermanas necesitados, apertura de parte del rico, del opulento, apertura hacia el pobre, el subdesarrollado, el desvalido", profundizó.
El obispo trajo a cuenta el relato del pobre Lázaro y el rico Epulón, y afirmó: "Cristo nos hace presente al Lázaro del siglo XXI que está a nuestra puerta. No debemos esperar a que caigan nuestras migajas, o sea, lo que nos sobra, lo que no nos duele desprendernos. Ese pobre a quien Dios reconoce y le da nombre, tiene sus propias necesidades y es ahí donde me importa el otro. En ver cuáles son sus necesidades y alcanzarle alguna solución".
El obispo concluyó la idea diciendo: "Tal vez mi Lázaro o el Lázaro de ustedes, la periferia existencial está más cerca de nosotros de lo que imaginamos. En nuestra familia, en nuestro trabajo, en mi comunidad... ¿qué necesita realmente este y aquel Lázaro? Las obras de beneficencia no suplen al Lázaro que llama a mi puerta".
Monseñor Polti sostuvo que la parábola enseña que los bienes terrenos, así también como los sufrimientos, son efímeros. "Se acaban con la muerte -explicó-, con la que también termina el tiempo de prueba, nuestra posibilidad de pecar o merecer; y comienza inmediatamente el gozo del premio o el sufrimiento del castigo, ganadas durante la prueba de esta vida y que sólo la revelación divina, la Palabra de Dios, es suficiente para que los hombres creamos en que esto sucederá en el más allá".+
Texto completo de la homilía